Corría el año 1961 y Cuba, inmersa en pleno proceso revolucionario, inició una de las tareas más solidarias y, a la vez, más exitosas: la Campaña de Alfabetización. Decenas de miles de jóvenes y hasta adolescentes, estudiantes universitarios y de Secundaria, se sumaron a la iniciativa de enseñar a leer y escribir a quienes no habían tenido ocasión de hacerlo. Se desperdigaron por aquellos rincones del país, en muchos casos alejados de los centros urbanos, donde la miseria estaba instalada en todas sus vertientes, desde la material a la cultural.
Y en esa tarea, con apenas 15 años de edad, se involucró Silvio Rodríguez, que no tuvo dudas en aportar su grano de arena. De condición humilde, pero originario de una ciudad, San Antonio de Baños, supo dar valor a la solidaridad como uno de los actos más bellos de los seres humanos. Durante un año convivió con gentes que habitaban en una de las zonas montañosas del centro de la Isla, en la sierra de Escambray. Precisamente uno de los lugares donde cobraron fuerza focos armados que intentaron acabar con la Revolución, en conexión con el desembarco en la Bahía de Cochinos, que se produjo en ese año 1961.
Y de todo eso es de lo que trata el documental Silvio Rodríguez: mi primera tarea, de 2020, dirigido por Catherine Murphy, una cineasta y docente estadounidense, directora de The Literacy Project [El proyecto de alfabetización], con una trayectoria de varios años como autora de diversos documentales dedicados a las realizaciones habidas en América Latina en materia educativa.
En el documental, de 25 minutos de duración, se aúna la gesta colectiva vivida en lo albores de la construcción de una nueva sociedad en Cuba y la ternura con la que el conocido cantante nos cuenta la experiencia vivida. Muy rica, porque, como nos dice en una ocasión, fueron a enseñar a quienes lo necesitaban, pero también acabaron aprendiendo de esas gentes, en lo que no dejó de ser un acto de reciprocidad. Sus últimas palabras son una reivindicación de esa gesta llevada cabo por toda esa gente joven y una llamada a enfrentarse a los nuevos retos del futuro: "Si tú les pones una epopeya, se la comen. Los jóvenes sobre todo lo que quieren [son] tareas grandes, nobles, que los hagan crecer. Y cuando se meten en miserias, es porque no hay grandeza a la vista. Pero si tienen una epopeya a la vista, van a por ella".
Pero lo mejor es verlo, que puede hacerse a través del siguiente enlace, ofrecido por la revista electrónica Rebelión: