Iván Redondo es el jefe de gabinete de Pedro Sánchez. Como buen profesional de la mercadotecnia política está marcando la toma de decisiones del jefe de gobierno. Se basa en ese principio tan sencillo como el de no dar puntada si hilo. Y por ahora la cosa le está saliendo bien. Aun con todo, se encuentra ante un equilibrio que, no por difícil de mantener, tiene por qué resultar imposible.
Redondo/Sánchez y viceversa están jugando a la moderación. Buscan aprovecharse de los errores ajenos. Desde que Sánchez triunfara en su moción de censura contra Mariano Rajoy, el PSOE se encaramado en la cabeza de las encuestas. La derrota de Susana Díaz en las últimas elecciones andaluzas no la ha visto como propia, sino que la ha situado en el debe de su enemiga en el partido. El desplazamiento hacia la derecha de Ciudadanos ha permitido que se frene por ahora la fuga de votos del centro. Los vaivenes de Podemos le están permitiendo recuperar votos perdidos por su flanco izquierdo e incluso hacerse con una buena porción de los del electorado más joven.
¿Y cómo lo están consiguiendo? Por un lado, dando una imagen de moderación, y por otro, de ambigüedad, cuando no de marcha atrás sobre en relación a medidas de carácter progresista. Veamos algunos ejemplos. Si hace año y medio fue el primero en apoyar a Rajoy en la aplicación del artículo 155, ganada la moción de censura se ha presentado como el valedor del diálogo y la moderación en el asunto catalán. Tras el golpe de efecto de la acogida de inmigrantes del barco Aquarius, lo que le ha seguido ha sido una sucesión de rechazos de otros barcos e incluso de devoluciones en caliente a quienes han saltado la valla fronteriza de Melilla. En la venta de armas y municiones a Arabia Saudí han primado los intereses económicos por encima de la defensa de los derechos humanos. Después del ímpetu inicial para la exhumación de los restos de Franco, los plazos sé están dilatando en el tiempo. Si en los presupuestos negociados inicialmente con el grupo Unidos Podemos, presentados como los más sociales, hubo que sortear situaciones difíciles, como la subida del salario mínimo, recientemente no ha sido capaz de cumplir lo pactado sobre el freno de la especulación en los alquileres de viviendas.
Y lo último ha sido el asunto de Venezuela y la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente. El gobierno de Sánchez ha sido el primero en anunciar un ultimátum a Nicolás Maduro para que convoque elecciones en un plazo de ocho días. Nada menos. Lo ha hecho antes incluso que el resto de gobiernos europeos. Una forma, en fin, de neutralizar los apoyos al golpìsmo venezolano que desde el primer momento han dado el PP y Cs. Como en este país vende la demonización del gobierno bolivariano, Redondo, como buen asesor en mercadotecnia, ha animado a nuestro presidente (ejem, de gobierno) para que siga dando leña al mono (gorila llamaban a Hugo Chávez desde los medios racistas europeos).
¡Y esta gente es la moderada!