Han pasado unas cuatro décadas. Los años concretos los ignoro. Ayer, en plena juventud, luchaba por abrirme paso en un futuro lleno de incertidumbre en lo personal. Lo que vino después resultó ser distinto, quizás muy distinto de lo que podía vislumbrar en ese momento. Percibí dificultades, a veces, desazón y otras me sentí resignado. Pero no me faltó soñar. Ni tampoco ilusionarme por lo que hacía.
Ahora, instalado en el hoy, puedo ver cómo todo ha ido resultando muy diferente. En esas cuatro décadas he ido labrando poco a poco un camino que me traído a las puertas de un tiempo nuevo. Un camino del que no renuncio, donde ha habido de todo. Ha estado lleno de alegrías, sorpresas, sacrificios, ilusiones, decepciones... Mi vida ha sido un torbellino. Pese a ello, mirando hacia atrás, no siento vértigo por lo sucedido. No sé qué me deparará el futuro. Es imprevisible. Pero espero tener capacidad para saberlo entender.