Eso no ha valido para que los tres magistrados de la Sala de Apelación hayan dicho que no. Siguen considerando dos cosas: que no ha abandonado su proyecto político y que lo realizado antes de su detención conllevó el empleo de "medios violentos y tumultuarios".
Anteayer eldiario.es publicó una entrevista a José María Mena que no tiene desperdicio. Ya jubilado, llegó a ser fiscal jefe en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. De la misma se desprenden dos cosas: su condición profesional y su posicionamiento político. Sobre la primera, defiende la independencia de quienes conforman el mundo judicial, aun cuando no coincida con lo que a veces hacen, incluyendo las decisiones tomadas contra miembros del Gobern, la Mesa del Parlament y dirigentes de asociaciones civiles. Eso le lleva a decir que "Si la Fiscalía General sostiene que determinados comportamientos en Catalunya son un delito de rebelión, el tribunal es libre para decir 'sí' o 'no', y ha dicho que 'sí', que está de acuerdo, criterio que no comparto en absoluto". Sobre la segunda, también en relación al caso que nos ocupa, critica tanto al independentismo como al gobierno, sobre lo que dice categórico que "Entre unos y otros, parece que se ha buscado lo peor de cada casa".
No voy a entrar en muchos detalles, pues para eso lo mejor es leer la entrevista, cosa que recomiendo. Sólo voy a resaltar la respuesta a una de las preguntas, en la que considero que incide directamente sobre el meollo de la cuestión. Hela aquí, aunque sea larga:
"El concepto de alzamiento está previsto para otras situaciones y, sobre todo, porque la argumentación de la Fiscalía General sobre el concepto de violencia se refiere a un ejercicio físico de violencia dirigida intencionadamente y calculadamente por los acusables para generar ese resultado.
En caso de
que hubiera habido violencia en algún momento, no me parece razonable que los
acusados hubieran articulado y calculado de antemano el ejercicio de eso que
llaman violencia. La argumentación de la Fiscalía se refiere a actos previos,
incluso de dos años antes, que generaban una presión moral que equivale a
violencia moral.
Pero ¿qué
significa violencia moral? El comportamiento democrático de más de un millón, y
quizá hasta dos millones de personas, ejercido pacíficamente uno o dos años
antes se convierte en violencia moral retroactiva a los efectos de determinar
la existencia de un delito de rebelión, que es gravísimo. Me parece un uso
exagerado de las previsiones del Derecho Penal, que no se compadecen con la situación
que estamos viviendo en Catalunya. Si habéis paseado por Barcelona habréis
observado que no hay la más mínima sensación de rebelión. Los autobuses
funcionan con normalidad, la gente funciona con normalidad. No hay ninguna
sensación externa de crispación y de rebelión que debían ser equivalentes a los
del golpe de Estado de Tejero. Y eso no está ocurriendo".
La idea de violencia está por medio. Cientos y cientos de millones de
personas de todo el mundo hemos podido ver que las movilizaciones habidas en
Catalunya dentro del procés han tenido como denominador común la
acción pacífica. Sin embargo, la práctica llevada a cabo por el estado el 1 de
octubre del año pasado sí que llevó el sello de la violencia física. Y hasta tal
punto, que el gobierno tuvo que ser avergonzado por sus protectores de la UE.
Mientras tanto, Junqueras, como otros miembros del Gobern, sigue condenado a estar en prisión. Por violento, hala.