lunes, 14 de marzo de 2016

La UDS, soldados que se arriesgaron por la democracia

Ha aparecido hoy en el diario Público el artículo "La historia perdida de los soldados demócratas en el ejército franquista", escrito por Carlos del Castillo. Está dedicado a la Unión Democrática de Soldados (UDS), un grupo surgido en las postrimerías del franquismo con el fin de organizar a los soldados ante la tesitura de tener que enfrentarse a una intervención militar contraria al proceso de movilizaciones que se estaba desarrollando. En el artículo se ofrece un vídeo de corta duración en el que intervienen Fernando Luego y Heriberto Cairo, dos antiguos miembros de la JGR que trabajaron en la organización de la UDS, y el historiador Gonzalo Wilhelmi (1), quienes ofrecen una valiosa información acerca del grupo, sus objetivos y su trascendencia, modesta y olvidada, pero digna.

La UDS fue impulsada en 1976 por el Partido del Trabajo de España y su organización juvenil, la Joven Guardia Roja, si bien los numerosos soldados que se vincularon a ella no tenían por qué militar en ninguna de esas dos organizaciones. Los objetivos que se marcó fueron principalmente tres: la mejora de las condiciones de vida de los soldados en los cuarteles; la democratización del ejército; y el establecimiento de vínculos con el pueblo y sus aspiraciones democráticas (2). Llegó incluso a tener su propio periódico, El Soldado, que repartían por los cuarteles junto con las octavillas que se confeccionaban en cada caso para publicitar al grupo y las acciones que desarrollaba.


La labor que desarrolló fue difícil y arriesgada, dado el entorno en que se movían: el ejército, a cuya naturaleza autoritaria se le unía el gran número de oficiales y jefes fascistas que tenía en su seno, siempre con el trasfondo de la dictadura, que nunca perdió su carácter represivo. Esto llevó a que fueran bastantes los soldados detenidos, juzgados en consejos de guerra y condenados a penas severas, incluso tras las elecciones de junio de 1977. 


Junto a las dificultades derivadas de la represión estaban también las de la temporalidad de la prestación del servicio militar, que no excedía de un año y medio. Esto suponía que cada cierto tiempo se fueran renovando sus miembros, dificultando la estabilidad de las estructuras que se iban creando en los cuarteles. 
Aun así, lograron dar cierta continuidad a sus actuaciones y, como ha destacado Fernando Luengo, algunos pequeños éxitos, como el derecho a tener pases per nocta sin restricciones durante los fines de semana. 
Enric Prat (3), por su parte, se refiere a un boicot masivo durante el postre realizado en marzo de 1978 y relacionado con las demandas de transporte gratuito y dos permisos al mes.


Leer el artículo me ha traído de nuevo el recuerdo de esos años. No habiendo hecho la mili, mi militancia en la JGR, primero, y el PTE, después, ya me permitió conocer su existencia. Era frecuente que El Correo del Pueblo y la Unión del Pueblo, periódicos del PTE, publicaran de vez en cuando noticias sobre la UDS. Siguió existiendo acabada la dictadura y, hasta que yo sepa, desapareció con la disolución de ambas organizaciones en 1980. Prat sitúa la fecha en 1979 y menciona como causas la represión sufrida por el grupo, sobre todo a raíz del boicot de 1978, y la crisis de los grupos políticos más combativos (4).  


Diversos hechos me acercaron algo más a varios de sus miembros y lo que hacían. Un hermano mío, por ejemplo, participó en sus acciones cuando estuvo haciendo la mili entre 1976 y 1977 en uno de los cuarteles de Madrid. En plena campaña de las elecciones de junio de 1977 fue muy llamativa la participación fugaz de un miembro de la UDS en el mitin del Frente Democrático de Izquierdas que se celebró en el Pabellón Municipal de Deportes. Una acción valiente y arriesgada, resuelta con astucia por parte de los compañeros que le ayudaron para evitar que pudiera ser detenido. Fue un verdadero golpe de efecto y más por el hecho de presentarse vestido con el uniforme militar.


A partir de la primavera de 1977 fueron pasando de vez cuando por la sede del PTE en Salamanca militantes de otras provincias que estaban haciendo la mili en la ciudad. Aunque formalmente tenía vedado su acceso a las sedes por razones de seguridad, pasado ya el tiempo de la clandestinidad no podían por menos que acercarse a charlar con algún camarada y romper así la monotonía diaria de los cuarteles. En alguna ocasión me tocó echarles una mano en el reparto de propaganda, aprovechando el regreso masivo a los cuarteles en la última hora de la tarde de los domingos y la nocturnidad que permitía el invierno. 


No puedo olvidarme de mi amigo Arturo, compañero de la JGR en Salamanca que a finales de 1976 se fue a hacer la mili como voluntario, inicialmente con el fin de seguir en el ejército. Este hecho le llevó a formar parte de la organización que el partido estaba creando en su seno, pero desligada de la UDS, dada la temporalidad de ésta. Como solíamos cartearnos, era frecuente que me transmitiera sus preocupaciones cuando en el cuartel donde se encontraba los mandos les instaban a realizar actividades más que sospechosas, como preparativos de armas con municiones de cara a una intervención en la calle. 


Lo más frecuente ha sido recordar a los militares de la Unión Militar Democrática (UMD), formada por oficiales y jefes del ejército. En algunos casos también fueron víctimas de la represión de la dictadura, sufrieron posteriormente la marginación de la institución a la que pertenecieron e incluso los hubo que fueron expulsados. Aunque tarde, durante el último gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se reconoció oficialmente su contribución a la democracia.


Pese a ello, la UMD mostró su oposición a que se creara la UDS, por considerar que perjudicaba su la labor (5). Llegó incluso a responsabilizarla de haber perjudicado a varios de sus dirigentes que fueron juzgados y condenados en 1976 en el consejo de guerra celebrado en Hoyo de Manzanares (Madrid). No debemos olvidar que la UMD estaba formada por militares demócratas vinculados a las distintas tendencias del espectro político, pero con escasa presencia de los grupos de la izquierda radical, a la que pertenecían el PTE y la JGR.


Los soldados que participaron de la UDS han tenido hasta ahora un pobre, si no nulo, reconocimiento. Han sido en la práctica olvidados, que es la mejor forma de hacer creer que nunca existieron. Por eso reconocer que existieron jóvenes que se sacrificaron por la democracia, arriesgando sus vidas y sufriendo en bastantes casos las cárceles militares, es un acto de justiciaOtros, con menos o ningún mérito, han pasado a la historia como demócratas, en muchos casos sin serlo. 



Notas

(1) 
Wilhelmi, Gonzalo (2016). Romper el consenso. La izquierda radical en la Transición (1975-1982), Siglo XXI, Madrid. 

(2) En el libro PTE. La lucha por la ruptura democrática en la Transición (editado por la Asociación por la Memoria Histórica del Partido del Trabajo de España y de la Joven Guardia Roja de España, 2010) se hace una breve referencia a la UDS, sus orígenes, sus objetivos y algunas dificultades con que se encontraron, acompañada de varias fotografías (pp. 150-153). Enric Prat, en "Antimilitarismo y movimiento antimili" (Viento Sur, n. 58, enero 1988, pp. 4-5, en http://cdn.vientosur.info/Capitulo%208%20PDFs/Doc.%208.43.pdf), también hace una breve referencia a la UDS desde sus orígenes hasta su desaparición. Por último, Raquel Barrios Ramos ("El inicio de la democracia en las fuerzas armadas españolas: los primeros militares rebeldes", en Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n. 14, 2001, en file:///C:/Users/usuario/Downloads/3049-6337-1-PB.pdf, pp. 513-515) se extiende en el programa de la UDS a partir de 1977 y los intentos por extender el movimiento de soldados.
(3) Prat (p. 4).
(4) Prat (pp. 4 y 5).
(5) PTE. La lucha por la ruptura..., (p. 150).