viernes, 10 de enero de 2014

La escuela en Barbate durante la etapa franquista




























































Me he hecho hoy con un ejemplar del libro 75 Aniversario de la Segregación de Barbate  (Ayuntamiento de Barbate/Diputación Provincial de Cádiz, 2013). Se trata de la edición escrita de las comunicaciones que se presentaron en las Jornadas de Historia Local celebradas en la Casa de la Cultura de Barbate entre los días 11 y 20 de marzo de 2013. En ellas tuve la oportunidad de participar, junto a Juan Antonio Criado, con la ponencia “La escuela en Barbate durante la etapa franquista”. En el libro publicado aparece con 
el mismo título un artículo mío, basado en la intervención que hice. Reproduzco a continuación el artículo, aunque sin las tres gráficas que 
aparecen en el original. 



1. El modelo educativo autoritario del franquismo

Se pueden distinguir dos etapas educativas dentro del franquismo, que se corresponden con las que se suele dividir de una forma general dicho régimen: la nacional-católica, desde los años de la guerra hasta finales de la década de los 50; y la tecnocrática, que ocupa los años 60 y la primera mitad de los 70[1].

La etapa del nacional-catolicismo tuvo dos fuentes ideológicas principales. Una provenía de la tradición del catolicismo integrista, teniendo sus referentes jurídicos en la Ley de Reforma del Bachillerato (1938), auspiciada por el monárquico autoritario Pedro Sainz Rodríguez, y las leyes de Universidad (1943) y de Educación Primaria (1945), bajo el ministerio de José Ibáñez Martín, de la Asociación Nacional de Propagandistas Católicos. La segunda fuente era de carácter fascista-falangista, con la Ley de Bases de la Enseñanza Media y Profesional (1949), aprobada durante el mandato del ministro de Trabajo José Antonio Girón.

La etapa tecnocrática dio sus primeros pasos a través de la Ley de Reforma de la Ley de Educación Primaria (1965), bajo el ministro Manuel Lora Tamayo, miembro del Opus Dei. Pero fue la Ley General de Educación (1970), auspiciada por el también opusdeísta José Luis Villar Palasí, la norma que marcó el alcance de un nuevo rumbo, acorde con los cambios que se estaban dando en la sociedad española. Se trataba de un modelo tecnicista, en consonancia con los ya existentes en los otros países occidentales, adecuado a una sociedad más desarrollada y claramente urbana, con una demanda creciente de capacitación técnica y académica para poder acceder a puestos de trabajo de las actividades secundaria y terciaria[2].


2. Los claroscuros de antes de 1936[3]

En Barbate existían en 1930 cuatro escuelas unitarias. Dos, estatales y  las otras dos, particulares. Estas últimas fueron construidas en 1922 por donación de Serafín Romeu Fages, que las cedió a la orden religiosa Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En  Zahara de los Atunes sus primeras escuelas datan de 1930, también por donación de Serafín Romeu. Las escuelas de Serafín Romeu pasaron desde 1930 a depender del Consorcio Nacional Almadrabero. En todo caso, el número de niños y niñas que pudo acceder a la escolarización fue muy bajo, calculado en torno al 10%[4].

Durante los años republicanos en Barbate se crearon nueve escuelas, hasta alcanzar el número total de 13[5]. Cuatro de las nuevas eran públicas, sumando un total de seis: tres eran de niños, dos de niñas y una de párvulos. Las cinco restantes pertenecían al Pósito Pescador, que, aun siendo calificadas como particulares, no lo eran en sentido estricto. Las condiciones materiales no eran buenas, “con locales deficientísimos”, según se señalaba en el “Expediente de segregación” de 1938[6]. Las siete escuelas restantes eran particulares: dos de ellas eran las del Consorcio Nacional Almadrabero, que eran las mejor dotadas y  en las que desde 1931 tuvieron que abandonar su regencia la orden religiosa. 


3. Los años 40 y 50

Durante los años de postguerra Barbate jugó un papel importante en el suministro de alimentos, sobre todo de proteínas, en un contexto de grandes dificultades. El crecimiento demográfico de Barbate siguió la trayectoria que venía de décadas atrás y especialmente desde los años 20, basado en una intensa inmigración interior y un elevado crecimiento natural, que hizo que entre 1940 y 1960 casi duplicara su población[7]. La mano de obra en su mayoría era de baja especialización, trabajando como marineros, en el caso de los varones, y en las fábricas de salazón y conservas, en parte de las mujeres, sobre todo jóvenes[8].

Esta situación resultó, sin embargo, contradictoria. Si el crecimiento demográfico supuso que las necesidades educativas fueran en aumento, la realidad de la escolarización estuvo condicionada para la mayor parte de la población por la prioridad de buscar medios de subsistencia. Esto explica buena parte de los problemas educativos y la respuesta de dieron las autoridades municipales y de otras instancias. 

Las intenciones iniciales

Agustín Varo, alcalde pedáneo de Barbate, manifestó en 1938 al periódico local La Independencia de Barbate que “si se suprimen las escuelas, cuyos locales no reúnen  condiciones, y se crean ocho, y unidas a las que tiene el Consorcio Almadrabero, habrá suficientes centros de enseñanza para acoger al gran número de niños que hoy están abandonados o asistiendo a  escuelas de pago no autorizadas, naturalmente de forma oficial”[9]. Esta declaración de intenciones, sin embargo, estuvo lejos de ser cumplirse. Fueron años con unas graves carencias, que se reflejaron en un déficit en las  infraestructuras, un elevado absentismo, un elevado analfabetismo, un gran desorden en los tipos de escuelas, una capacitación desigual de docentes…

A lo largo de la década de los 40 se tomaron diversas iniciativas por el Ayuntamiento que se concretaron en la creación de distintas escuelas. La documentación existente nos ilustra de algunos casos[10]. Así, en 1942 se subvencionó la instalación en Zahora de una escuela a cargo de las damas catequistas de Acción Católica. En 1943 concedió la mitad de los gastos “del primer establecimiento” de la nueva escuela de Orientación Marítima y Pesquera destinada a niños. En 1945 iniciaron los proyectos de construcción de dos escuelas nacionales unitarias, que por distintas razones se retrasaron tres años. Por su parte, en 1947 la Delegación Administrativa de Primera Enseñanza aprobó una escuela unitaria de párvulos Orientación Marítima y Pesquera con la calificación de escuela nacional. Ese mismo año el Ayuntamiento solicitó al inspector la construcción de una nueva escuela para niñas en Zahara de los Atunes y en 1948 aprobó la construcción de  cuatro nuevas escuelas, dos para cada sexo.

El resultado de todo esto se puede constatar en el balance hecho por Federico Morales, Secretario General del Ayuntamiento, dentro del Informe que presentó en 1949[11]. Ese año había un total de 22 escuelas, 13 escuelas de las cuales  provenían, como ya se ha apuntado, de antes de la independencia de Barbate: 6 eran nacionales (3 de niños, 2 de niñas y 1 de párvulos); 5, de la Cofradía Pescadores, que estaba a su vez vinculada a Orientación Marítimo-Pesquera (2 de niños, 2 de niñas y 1 de párvulos); y 2, del Consorcio Nacional Almadrabero (1 de párvulos en Barbate y 1 mixta en Zahara). Las nuevas construcciones fueron, por consiguiente, 9, repartidas de esta manera: 3 eran nacionales (1 unitaria de niñas y 2 de párvulos); 1, de Orientación Marítima-Pesquera; 1, municipal; y 4, rurales (1 de Zahora)[12].

Distritos, escuelas y condiciones en 1947

Entre los distintos informes que se presentaron al Ayuntamiento hay dos, que datan de 1947, que tienen un gran interés[13]. En uno se establece una división de la localidad de Barbate en cuatro distritos. El primero estaba delimitado por la Pescadería Vieja, la calle Padre Castrillón y la calle Agustín Varo hacia el este, donde se encontraban, entre otras, la Escuela Nacional de Párvulos y la Escuela Municipal. El distrito segundo se extendía por el cuadrante noroeste del casco urbano, incluyendo las llamadas “casas baratas”, y donde se encontraban, entre otras, las dos escuelas particulares. El distrito tercero se extendía por el cuadrante suroeste, entre las avenidas del Faro (luego Generalísimo) y Ruiz de Alda, ocupando principalmente la barriada del Zapal. El cuarto distrito lo hacía en el entorno del entonces Paseo Marítimo, teniendo como referente las escuelas ubicadas en la Cofradía de Pescadores.  

En el segundo de los informes de 1947, en este caso elaborado por José Luis Graña y Áurea López para la Junta Municipal de Enseñanza Primaria, se hace una descripción detallada de las escuelas existentes. Las nacionales eran 6: Unitaria nº 1 de niñas, de la maestra Mercedes Pérez, en la calle Padre Castrillón; Unitaria nº 2 de niñas, de María C. Ibáñez, en la calle Juan Morillo; Unitaria nº 1 de niños, de M. Téllez, en la plaza Médico Torrecilla; Unitaria nº 2 de niños, de Manuel Gómez, en la calle Juan Morillo; Párvulos mixta, de Áurea López, en la calle José Antonio; y Mixta de Zahara de los Atunes. Las escuelas nacionales dependientes de Orientación Marítima (luego, Instituto Social de la Marina) estaban situadas en el edificio de la Cofradía de Pescadores y eran las siguientes: Unitaria nº 1 de niños, de José Luis Graña, Unitaria nº 2 de niños, de Antonio Campos, y Párvulos mixta, de Juana Navas. La Escuela Municipal, de Miguel Linares, era sólo para niños y estaba situada en la calle José Antonio, en el mismo edificio que la Escuela Nacional de Párvulos. Había dos escuelas particulares, que eran además de pago: una, en la calle Colón, de niños, con Alicio García como maestro, que además preparaba “patrones de pesca de altura”; y la otra, el llamado Colegio Cervantes, en la calle Francisco Basallote, con Francisco Medina. Existía, por último, una escuela rural mixta de Zahora, que llevaba en funcionamiento  desde 1942.

También se detallan las necesidades existentes, proponiéndose la construcción de 31 nuevas escuelas[14]. Ocho irían destinadas a los partidos rurales de Ribera de la Oliva, Manzanete Alto, Manzanete Bajo, Retín, Casma, Paterna, San Ambrosio y Zahora. Otras dos 2, a Zahara de los Atunes, lo que debería suponer el desdoble de la unitaria mixta en sendas para niñas y niños, y la creación de 1 mixta de párvulos. Y dentro de la localidad de Barbate, el reparto por distritos sería el siguiente: en el nº 1, dos escuelas (1 unitaria de niñas y 1 unitaria de niños); en el nº 2, cinco (3 unitarias de niños, 1 de párvulos y 1 maternal); en el nº 3, cinco (3 unitarias de niñas, 1 de párvulos y 1 maternal); y en el nº 4, cuatro (2 unitarias de niños y otras dos de niñas).
                           
Las condiciones de las escuelas

El informe de Graña y López contenía datos muy interesantes acerca de las  condiciones en que se encontraban las diferentes escuelas. De entrada, llama la atención que en casi todos los casos carecían de servicios. La Escuela Nacional Unitaria de niños nº 1, ubicada en la plaza Médico Torrecilla, disponía de un local reducido e inadecuado, con mobiliario escaso y anticuado  y con “falta de seguridad con vigas en reparación”, pidiéndose que debía “ser reemplazada”. Algo parecido le ocurría a la Escuela Nacional Unitaria de niñas nº 1, en la calle Padre Castrillón, que carecía de luz y ventilación, tenía mobiliario antipedagógico y en mal estado, y se pedía que debía “ser clausurada y reemplazada”.

Las escuelas nacionales unitarias de niños y niñas nº 2, en la calle Juan Morillo, salían mejor paradas, aunque tenían un mobiliario escaso. Algo parecido le ocurría a las dos escuelas nacionales unitarias de Orientación Marítima, ubicadas en el edificio de la Cofradía de Pescadores. Las que se encontraban en mejores condiciones eran las que dependían del Consorcio Nacional Almadrabero, como era el caso de la Escuela Nacional de Párvulos, en la avenida José Antonio, y la  Escuela Nacional Mixta de Zahara de los Atunes, que disponían de dimensiones normales, seguridad y solidez, excelente luz y ventilación, servicios e higiene, y mobiliario suficiente y bueno. La Escuela Unitaria Municipal, al encontrarse en las instalaciones del Consorcio, gozaba también de esas ventajas.

Peor suerte corrían las escuelas particulares. La ubicada en la calle Colón tenía “accesorios de reducidísimas dimensiones”, carecía de luz y ventilación, tenía falta salubridad e higiene y un mobiliario antipedagógico e insuficiente, debiendo “ser clausurada inmediatamente”. En el caso del llamado colegio Cervantes, entre las calles Padre Castrillón  y Francisco Basallote, se hacía referencia a un almacén con mala luz y ventilación, y mobiliario heterogéneo, debiendo también “ser reemplazado por otro local adecuado o adaptarlo a las exigencias”.

La asistencia a clase

La asistencia a clase se convirtió en un problema crónico, advertido frecuentemente desde las autoridades municipales y el servicio de inspección. Junto a los datos ya conocidos[15], que se refieren en mayor medida a los años 50, se dispone ahora de otros, dentro de los registros de asistencia correspondientes a dos momentos del año 1944[16], que los completan. En este caso aportan una cuantificación del nivel de absentismo escolar existente, que se puede situar en torno a la cuarta parte del alumnado que estaba escolarizado.


4. Los años 60

Los cambios que se operaron en la estructura socioeconómica barbateña desde finales de los años 50 se concretaron en una mejora técnica de las embarcaciones y una especialización de las capturas[17], lo que condicionó las necesidades de formación de la mano de obra. Supuso un aumento de la demanda de capacitación académica general, que dio lugar a una mayor escolarización en los estudios primarios y en las dos formas de estudios medios existentes: el bachillerato, más relacionado con los estratos intermedios y superiores del municipio; y la formación profesional, cuyos  demandantes provenían de los estratos sociales inferiores.

Los centros graduados

Los 60 fueron los años de la generalización de los colegios graduados y mejor dotados en cuanto a la formación del personal docente, alejándose de las escuelas unitarias anteriores y del desorden existente en cuanto a su diversidad. A finales de los 50 ya se formaron dos centros graduados: “las Micros”, en la zona de Montedunas, que pasarían a denominarse colegio Álvaro Domecq, y el Colegio Generalísimo, en la avenida con el mismo nombre. A mediados de los 60 se construyó el tercer centro graduado, con el nombre de XXV Años de Paz y en 1967 se creó el Juan XXIII, conocido como “el colegio de la Playa”, que acogió al alumnado de las escuelas del ISM ubicadas en el edificio de la Cofradía de Pescadores. Ese mismo año se amplió el colegio Álvaro Domecq.

Mención aparte supone la creación en 1961 del colegio dependiente del  Instituto Social de la Marina, destinado sólo para niñas y adjudicado para su regencia a las Hermanas de la Caridad, las mismas que en los años 20 habían recibido la escuela unitaria del Consorcio Almadrabero. Después de dos cursos en situación administrativa irregular, en 1963 obtuvo la autorización provisional, a la vez que pasó a denominarse Colegio Stella Maris.

Persistieron los problemas

Había déficit en las infraestructuras, el analfabetismo o el absentismo escolar, y la documentación municipal resulta clara al respecto. Los datos de escolarización entre 6 y 13 años en 1965 eran preocupantes: sólo el 50% del núcleo urbano lo estaba; en Zahara, el 75%;  en la Ribera de la Oliva, el 40%; y en Manzanete, el 54%[18]. En 1967 se calificaba la situación de “inquietante” y es que había 2.464 menores sin  escolarizar, a la vez que se necesitaban 62 nuevas unidades escolares, y se hacía necesario sustituir las “Microescuelas” y eliminar las escuelas que se encontraban diseminadas por la barriada Marqués de Valterra[19].  
 
En cuanto al analfabetismo, en 1963 se desarrolló una  nueva campaña y en 1969 todavía los niveles seguían siendo alarmantes en el grupo de edad entre 15 y 20 años, estando entre los más elevados de la provincia, cuya media era del 10%[20]. Todavía en 1970 se advertía en un bando municipal “la obligación de tener que llevar a sus hijos a las escuelas”.

Hacia un centro de  enseñanza media[21]

En 1952 el Ayuntamiento solicitó la creación de “una escuela religiosa de instituto laboral”. Más tarde, en 1956, la Cofradía Sindical de Pescadores y la Junta de Educación Primaria solicitaron “un centro de formación profesional”. En 1962 el  Ayuntamiento cedió una de sus instalaciones para la creación por un particular de “una academia de segunda enseñanza”. Conocida como la academia de don Santiago, sirvió durante años para preparar a adolescentes, sobre todo varones, que se cursaban el bachillerato elemental en la modalidad de libre. Ese mismo año “un grupo de particulares” solicitó de nuevo “un centro de segunda enseñanza”. En 1963 visitó Barbate el Inspector Jefe de Enseñanza Media del Distrito Universitario de Sevilla, que se entrevistó con los miembros de una comisión municipal. Se contempló que la ubicación del instituto pudiera ser el edificio del Consorcio Nacional Almadrabero, que entonces estaba destinado a la enseñanza primaria y parvulario. Por último, se proyectó que fuera un centro libre adoptado, una modalidad de centros surgida en esos años en los que los ayuntamientos tenían que gestionar su financiación y disponían de cierta autonomía a la hora de contratar a parte del profesorado.

Resultaba evidente que existía la necesidad de atender las demandas de los sectores sociales intermedios y superiores de la población. Quienes decidían seguir estudiando debían recurrir a la modalidad libre o debían salir a estudiar fuera a ciudades como Cádiz, Chiclana, Jerez, Antequera, Utrera, Jaén…

En 1965 la Comisión de Enseñanza y Construcciones Escolares consideró acogerse a los beneficios del decreto 1614/64 de 27 de mayo y solicitar la construcción de un centro de enseñanza media con categoría de colegio libre adoptado. Paralelamente se fue trabajando en el proyecto arquitectónico, que estuvo bajo la dirección de Joaquín Barquín Barón, y que se presupuestó en 5.775.140 ptas. Para la financiación se solicitó al Ministerio de Educación una subvención, de la cual el 90% sería a fondo perdido y el restante 10%, en calidad de anticipo reintegrable. La misma Comisión adoptó también la propuesta para que el Ayuntamiento cediera una parcela de terreno de 10.000 m2.

Durante cuatro años se fueron haciendo las tramitaciones legales acerca de la financiación, construcción y carácter del centro[22], dentro de las cuales se encontraba la firma de una hipoteca con el Banco de Crédito Local a la Construcción[23]; la adjudicación de las obras a José Revuelta Malia, que pujó con la cantidad de 5.596.110,83 pesetas[24]; el cambio de catalogación, que desde 1968 sería la de sección delegada; o la entrega de las sucesivas certificaciones de obras y su importe. En el verano de 1969 se dio la última certificación de obras y en septiembre se inició el funcionamiento del instituto como Sección Delegada del Instituto Isla de León de San Fernando.

La Escuela de Formación Profesional Náutica-Pesquera (1966-1976)

En 1966 se creó un centro filial de Formación Marítimo-Pesquera, dependiente del ISM[25], teniendo como director a Antono Márquez. Funcionó hasta 1976[26] y estuvo ubicada frente al puerto pesquero como unas instalaciones prefabricadas. Se impartieron clases de las especialidades de mecánico naval, patrón de pesca litoral, radiotelegrafista y cocinero de a bordo. Los cursos eran de seis meses y los exámenes se hacían en Cádiz y Algeciras. También se impartían clases de alfabetización y durante un año se expidió el certificado de “marinero competente”, obligatorio para poder zarpar en los barcos[27].


5. Durante el tardofranquismo y la transición

Además de la creación y puesta en funcionamiento del centro de bachillerato, la nueva década se abrió con la remodelación del colegio Álvaro Domecq, que vio cómo se derribaban las aulas “micros” construidas a finales de los 50, se erigía un edificio nuevo con forma poligonal y el construido en 1967 se destinaba a las aulas de preescolar. A finales de la década pasó a denominarse Bahía de Barbate.

En general se produjo la integración del alumnado de la etapa primaria, denominada desde principios de la década como Enseñanza General Básica, en los distintos centros graduados del municipio, que además se fueron ampliando en número y aulas con el fin de solucionar la ampliación de la edad escolar obligatoria hasta los 14 años. Así, en 1977 se aprobó la creación del Colegio Cervantes en Zahara de los Atunes, tras la petición del ministerio de Educación para que el Ayuntamiento cediera terrenos para un nuevo centro escolar[28]. A finales de ese mismo año, como consecuencia de la firma en octubre de los Pactos de la Moncloa, se decidió la creación de un nuevo centro, que fue inaugurado en 1979 con el nombre de Vicente Aleixandre[29]. También en 1979 se aprobó la ampliación de los colegios Juan XXIII, Generalísimo y XXV Años de Paz[30], a vez que se contempló la mejora de la ordenación de los centros en los pagos rurales de Zahora, San Ambrosio o  Manzanete[31]. En 1987, finalmente, se puso en funcionamiento el Colegio Giner de los Ríos.

En cuanto al instituto de bachillerato[32], el curso 1971-72 pasó a ser ya un centro independiente, adquiriendo la denominación de Trafalgar en el curso 1977-78. Hasta finales de los 80 acogió también a alumnado proveniente de Vejer. Teniendo en cuenta la Ley General de Educación, que reestructuró la ordenación de las etapas educativas, durante varios años se dieron ciertos vaivenes en el número de  matriculaciones. Fue a partir del curso 1975-76, con el inicio de 1º de BUP, cuando el centro adquiriría no sólo estabilidad, sino también un progresivo incremento del alumnado. En el curso 1976-77, además, se iniciaron los estudios de la modalidad del nocturno.   


Una reflexión final

El tránsito al siglo XXI dio paso a la acomodación de los centros a la estructura establecida por la LOGSE y mantenida por la LOCE y la LOE. Mientras los centros de educación infantil y primaria han visto reducido su alumnado, al acoger al situado entre 3 y 12 años, ha habido necesidad de disponer de nuevos institutos para acoger al alumnado de la etapa de educación secundaria obligatoria que llega a los 16 años. Por esta razón el antiguo colegio Vicente Aleixandre pasó a ser un instituto de secundaria en 2000 y al año siguiente se puso en funcionamiento el instituto Torre del Tajo. El instituto Trafalgar, a su vez, imparte ESO, Bachillerato y ciclos formativos.

La situación resulta en gran medida muy distinta, con mayores niveles de escolarización y de esperanza de vida escolar. Sin embargo, sigue habiendo indicadores que resultan preocupantes en forma de absentismo, desinterés por los estudios, disrupción en las aulas e incluso fracaso escolar. Y como muestra, ofrecemos los datos de una encuesta reciente[33], que son altamente reveladores.

Consideramos que no dejan de ser una herencia del pasado. Se sabe que el nivel de estudios de los padres y las madres es un factor que incide de una manera importante en el rendimiento escolar. Por eso es imprescindible no desistir y mantener el reto de seguir mejorando. Con más recursos humanos y materiales, pese al tiempo de recortes. Y también, desde los valores democráticos, de tolerancia, de igualdad...


Notas 

[1] A. Escolano, “La educación en…”, 2002, pp. 159-218; y M. de Puelles, “Educación e ideología…”, 1991, pp. 359-459.
[2] C. Lerena, “Escuela, ideología y clases...”, 1980, p. 257 y ss.  
[3] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, pp. 25-28.
[4] A. M. Carreras, J. F. Romero, y  J. Galán,  Barbate, 1988, pp. 146 y 147.
[5] F. Morales,  “Informe sobre la labor municipal…”, 1949.
[6] F. Albi,  “Expediente de segregación…”, 1938, p. 9.
[7] J. M. Fornell, “Origen y evolución…”,  1988, p. 106.
[8] D. Florido,  “Un siglo de política…”, 2002; y “Políticas globales…”, 2002.
[9] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, pp. 22.
[10] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, pp. 81-103.
[11] F. Morales,  “Informe sobre la labor municipal…”, 1949.
[12] Una podría ser de El Águila, pero no se ha podido averiguar dónde podían estar las otras dos.
[13] Archivo Municipal de Barbate (en adelante, AMB), Caja 141.
[14] Las que se mencionan en el documento suman, sin embargo, 26.
[15] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, pp. 75-81.
[16] AMB, C 141.
[17] D. Florido,  “Un siglo de política…”, 2002; y “Políticas globales…”, 2002, pp. 109-110.
[18] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, p. 80.
[19] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, pp.92-93
[20] G. Espigado, “La educación en Cádiz…”, 1999, pp. 161-162.
[21] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, pp. 94-95.
[22] J. A. Criado y J. M. Montero, “La educación en Barbate…”,  2005, p. 99.
[23] Escritura de préstamo hipotecario otorgada por el Banco de Crédito a la Construcción al Ayuntamiento de Barbate, 4 de abril de 1967,  en AMB, C 8.
[24] Contrata otorgada por Alfonso Bosch Moreno, Alcalde de Barbate, en favor de José Revuelta Malia, 11 de junio de 1968, en AMB, C 8.
[25] Entrevista de Jesús Montero con Antonio Varo, antiguo Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores (10-05-2010). Sebastián Bernal, que fue profesor de cultura general, ha facilitado parte de la información, incluida la fotocopia de la noticia publicada en el Diario de Cádiz, aunque con día y mes desconocidos. En su  libro Mi cuaderno de bitácora [2005], p. 116 se refiere a este hecho.
[26] En las memorias anuales del Ayuntamiento de 1972 a 1977 (AMB, C 2488) se hace referencia a ese centro, si bien en la de 1977 se  escribe a mano “suprimir”. Documentalmente resulta claro.
[27] S. Bernal (“Mi cuaderno…”, 2005, p. 116) señala tanto del certificado de marinero competente como una afluencia numerosa de marineros al centro. Para Antonio Varo, sin embargo, ese certificado sólo se dio un año, durante unas clases que ocuparon tres meses. El que durante ese tiempo de preparación se pagara a los aspirantes a marineros pudo ser la razón de que sólo durara un año, pues posteriormente se convalidaba la competencia cuando se hacía el servicio militar en la Marina.
[28] Acta del pleno del Ayuntamiento de 23-02-77 (en adelante, AYTO),  ubicada en la Secretaria General.
[29] AMB, C 2488, 1979. Gloria Crespo, por su parte, que fue directora del centro, ha apuntado la relación con dichos pactos.
[30] AYTO 30-9-79; y Memoria de la Secretaria General del Ayuntamiento de 1979, en  AMB, C 2488.
[31] Memoria de la Secretaria General del Ayuntamiento de 1979, en AMB, C 2488.
[32] La información recogida proviene de la consulta de las actas de evaluación y las actas de los claustros del profesorado, que se encuentran en el centro.
[33] J. Montero (coord.), “Nivel de estudios completados…”, 2012. Los datos del conjunto del estado provienen del trabajo de Gerardo Meil “Padres e hijos…”, 2006, p. 180.


Documentación

Archivos y fuentes documentales

La documentación municipal se encuentra ahora ordenada en el Archivo Municipal de Barbate, dentro de las cajas correspondientes. La referencia a los documentos utilizados se ha hecho mediante las cajas donde están depositados. No obstante, existen dos documentos que fueron consultados antes de dicha  ordenación, que son las Actas de la Junta Municipal de Educación Primaria (1949-1971) y las Actas de la Comisión de Enseñanza y Construcciones Escolares (1963-1971)- Así mismo, se han consultado las actas de los plenos del Ayuntamiento (1940-1977), que están depositadas en la Secretaría General. Por último, también se han consultado las actas de evaluación y las actas de los claustros del profesorado del Instituto Trafalgar.

Bibliografía

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Bernal, S.: Mi cuaderno de bitácora. Primera singladura. Tarifa: Ayuntamiento de Barbate, [2005].
Carreras, A. M., Romero, J. F. y Galán, J.: Barbate. Jerez: Diputación Provincial de Cádiz, 1988 (Los pueblos de la provincia de Cádiz).
Criado, J. A. y Montero, J. M.: La educación en Barbate durante la época franquista. Política municipal y acción del estado (1938-1975). Tarifa: 2005.
Escolano, A.: La educación en la España contemporánea. Políticas educativas, escolarización y culturas pedagógicas. Madrid: Biblioteca Nueva, 2002.
Espigado, G.: “La educación en Cádiz durante el siglo XX”, en Ramos, A.: Cádiz. La provincia e el siglo XX. Cádiz: Fundación Provincial de Cultura, 1999, pp. 155-175.
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Meil, G.: Padres e hijos en la España actual. Colección Estudios Sociales, n. 19. Barcelona: Fundación La Caixa, 2006. Edición electrónica www.fundacion.lacaixa.es, http://obrasocial.lacaixa.es/ StaticFiles/StaticFiles/ 47a18b3c514cf010VgnVCM1000000e8cf10aRCRD/es/es19_esp.pdf (consultado el 22-09-2007).
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