Estos días se ha desatado un grave conflicto entre el gobierno de Panamá y un consorcio de empresas hispano-italianas, liderado por Sacyr Vallermoso, tras el anuncio de éstas que el coste de ampliación del canal transoceánico se ha superado sobre lo presupuestado inicialmente. A los 3.200 millones de dólares con que se adjudicaron las obras en un concurso internacional, Sacyr acaba de pedir otros 1.600 millones por sobrecostes, aduciendo imprevistos geológicos. La negativa a pagar esa cantidad por parte del gobierno del país centroamericano ha desatado una fuerte polémica, que ha tomado tintes diplomáticos y ha obligado a entrevistarse a la ministra española de Fomento, Ana Pastor, con el presidente Ricardo Martinelli.
No hace muchos días saltó la noticia de los graves desperfectos en el Palau de les Arts Valencia, que han obligado a su cierre temporal y a que el gobierno de la Generalitat valenciana haya demandado al arquitecto Santiago Calatrava, autor de la obra. El coste final de la construcción acabó siendo de 500 millones de euros, cinco veces más su presupuesto inicial.
Ayer el diario El Confidencial sacó un reportaje titulado "Los sobrecostes en las obras que 'sablearon' a los ciudadanos", donde se sacan a la luz 17 obras públicas cuyos costes iniciales acabaron disparándose. En total fueron cerca de 20.000 millones de euros los presupuestados, pero la cantidad final aproximada se elevó, que se sepa, a 50.000 millones. En la Línea 9 del Metro de Barcelona y en la construcción de la T4 del Aeropuerto de Barajas se han sextuplicado. En el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, quintuplicado. Lo mismo ha ocurrido en el Centro Acuático de Madrid, aunque sólo se ha construido el 70% de lo proyectado. En la Ciudad de la Cultura de Santiago se han cuadruplicado, habiéndose cancelado la construcción de dos de los seis edificios proyectados. Se han multiplicado por tres los gastos en la reforma del Palacio de Correos de Madrid, el tranvía de Parla, el Palacio de Congresos de Buenavista, y el Auditorio y Palacio de Congresos de Cartagena. El Velódromo Palma Arena, en Mallorca, ha duplicado sus gastos iniciales, estando relacionado además con el procesamiento del presidente balear Jaume Matas. En la plataforma del almacén de gas del Proyecto Castor, situada frente a la costa de Vinarós, también se han duplicado y a ello hay que añadir los 1700 millones que se han evaluado para su cierre, tras los problemas derivados de los microseísmos que está ocasionando en la zona. Otras obras señaladas en el reportaje son las de la Expo de Zaragoza, el AVE Madrid-Barcelona y la variante de Pajares del AVE Madrid-Oviedo, la M-30 madrileña, el nuevo Hospital Universitario de Asturias en Oviedo o las conocidas como "Setas" de Sevilla.
Hay muchísimos casos más. La lista se puede hacer interminable. En la mente de mucha gente están los aeropuertos de Castellón, Lleida o Ciudad Real, obras costosísimas, verdaderos monumentos al despilfarro. Siempre se trata de dinero sacado de los presupuestos públicos que han ido a parar a manos privadas en formas diversas: beneficios de las empresas, sueldos millonarios de sus ejecutivos, comisiones, financiación de partidos, rapiña... Corrupción, vamos. Para José María Olmo, autor del reportaje en El Confidencial, "los modificados de los contratos son un invento puramente español". No sé si es así, pero desde luego que es un negocio muy rentable para quienes lo ponen en práctica.