Lo que hace que Arlés sea más reconocida internacionalmente quizás tenga que ver con la presencia de Vincent Van Gogh. En febrero de 1888, atraído por la luz que ofrece el Mediterráneo, se estableció en la ciudad provenzal, a lo que, al parecer, fue uniendo el carácter extrovertido de sus habitantes. Su estancia apenas duró poco más de un año. Y es que no le faltó tener que vivir algunos episodios personales dramáticos, entre los que estuvo el relacionado con quien fuera su amigo, el también pintor Paul Gauguin. Ese cúmulo de circunstancias le llevaron a ingresar en mayo de 1889 en el sanatorio de Saint Remy-de-Provence. Artísticamente, sin embargo, esa estancia fue muy fructífera, en la medida que algunos de los cuadros que pintó durante ese tiempo se encuentran entre los más reconocibles del pintor.
Arlés es un buen motivo para adentrarse en el artista y en la huella que dejó en la ciudad. El Museo que tiene dedicado ofrece una buena colección de sus obras. Y pasear por sus calles permite reconocer aquellos lugares donde dejó una constancia explícita a través de algunas de sus obras. Existe un recorrido que ayuda a hacerlo, pero -conviene destacarlo y, a la vez, criticarlo- no sin que existan grandes carencias. Eso supone que haya indicaciones incompletas, que falte en ocasiones la información que se necesita, que no se cuide adecuadamente el lugar concreto o que, en fin, dificulte que dicho recorrido pueda hacerse con fluidez. Pese a ello, pudimos adentrarnos un poco en ese mundo y dimos con algunos de los lugares que el pintor holandés plasmó en sus lienzos. Veámoslo, pues.
El anfiteatro fue escenario del cuadro "Las Arenas de Arlés" (noviembre de 1888). El artista apenas se fijó en la estructura arquitectónica, centrándose en las gentes y en el jolgorio correspondiente que estaban viviendo, mientras contemplaban un espectáculo tan propio de esa región francesa: una corrida de toros.
Uno de los cuadros más reconocibles de Van Gogh es "Café La Noche", también conocido como "Terraza de café por la noche" (septiembre de 1888), en el que representa el ambiente nocturno que se vivía en uno de los establecimientos céntricos de la ciudad, concretamente la plaza del Forum. Llama la atención la luminosidad que refleja a base de colores cálidos, sobre todo amarillos, y de un cielo que parece encendido por las estrellas. Reacondicionado en nuestros días, el café es motivo de numerosas visitas, bien para fotografiarlo o bien para degustar las bebidas y comidas que se ofrecen.
No fue la única obra que realizó sobre ese establecimiento, pues le dedicó otras a algunas escenas de su interior, entre las que se encuentra "El café de noche", que destaca por tener en su parte central una mesa de billar.
"Entrada en los jardines públicos de Arlés" (con una datación imprecisa entre agosto y octubre de 1888) es uno más de tantos otros cuadros dedicados a lo que el pintor consideraba como una naturaleza exótica. El lugar hoy se conoce como Jardín de Verano y está situado en el borde sur del centro histórico. En su interior puede contemplarse un pequeño monumento, obra del artista estadounidense William Earl Singer, que está formado por un monolito que tiene adosada en su parte superior la cabeza del pintor (ver la primera imagen de esta entrada).
Van Gogh estuvo residiendo durante los primeros meses en Arlés en un pequeño hostal, tras lo cual se trasladó a las afueras de la ciudad, en el entorno de la plaza Lamartine. Su intención era crear un taller de artistas, que, salvo la colaboración temporal que obtuvo de Gauguin, tuvo un escaso éxito. Esa nueva residencia quedó plasmada en "La Casa Amarilla". Destruida en un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, nada queda de ella en el nuevo edificio que ocupa lo que fue uno de los sueños del artista.
Existen en la ciudad una red de puentes que cruzan el río Ródano y los canales que la surcan por distintas partes. Varios de ellos fueron motivo de algunos cuadros, como el que tituló "El Puente de Trinquetaille" (octubre de 1888), construido en hierro y que permite el acceso al barrio homónimo, situado en la orilla derecha del gran río provenzal.
Y precisamente desde dicho barrio es como realizó "Noche estrellada sobre el Ródano" (septiembre de 1888), que ofrece una sugestiva panorámica de Arlés. El color azul que se extiende por todo el cuadro, repartido entre el cielo y el río, está salpicado de los fogonazos amarillos de las estrellas y las luces de la ciudad, lo que, a su vez, se ve reflejado sobre el agua. Un contraste lumínico que avanzó lo que meses después, en mayo del año siguiente, reflejó en su "Noche estrellada", que esta vez pintó en el sanatorio de Saint Remis-de-Provence, un municipio cercano a Arlés. A diferencia del anterior, el contraste lumínico adquirió una forma más tormentosa a base de introducir el color negro y ondular las formas, como expresión de un preocupante estado anímico que le llevó un año después a la muerte.
En la búsqueda de la presencia del artista holandés en la ciudad provenzal no nos faltó la de otros dos lugares. Por diversas circunstancias, sin embargo, fracasamos en el intento de encontrar su ubicación exacta, a lo que no resultó ajena la deficiente información que se aporta. Dichos lugares fueron lo que inspiraron "El molino viejo", situado en la parte de la ciudad, y "El puente de Langlois", en uno de los canales que la bordean por el sur.