Paseábamos junto al Ródano,
buscando lugares que inspiraron al pintor.
Era una tarde apacible.
Y en el puente Trinquetaille nos topamos con dos rostros
de miradas penetrantes.
¿Poetas, artistas, músicos, filántropos...?
Pintados sobre uno de los muros,
no dudé en atraparlos con mi cámara.
Desconozco quiénes son.
Y eso que lo he intentado.
(...)
A ti, por quien la vida combinando
color y color busca ser concreta;
metamorfosis de la forma, meta
del paisaje tranquilo o caminando.
(...)
(Rafael Alberti, de “Al color”)
Tú puedes
escribirme en la historia
con tus
amargas, torcidas mentiras,
puedes
aventarme al fango
y aún así,
como el polvo… me levanto.
¿Mi descaro
te molesta?
(…)
(Maya
Angelou, de “Y aún así… yo me levanto”)
(...)
Ah, si
pudiera elegir mi paisaje,
elegiría,
robaría esta calle,
esta calle
recién atardecida
en la que
encarnizadamente revivo
y de la que
sé con estricta nostalgia
el número y
el nombre de sus setenta árboles.
(Mario Benedetti, de "Elegir mi paisaje")
(…)
Y la Madre
estaba en pasmo
de que tal
trueque veía:
el llanto
del hombre en Dios,
y en el
hombre la alegría,
lo cual del
uno y del otro
tan ajeno
ser solía.
(San Juan
de la Cruz, “Romances sobre el Evangelio”)
Y por el
poder de una palabra
reinicio mi
vida.
Nací para
conocerte,
para
nombrarte,
Libertad.
(…)
(Paul
Éluard, de “Libertad”)
Hay una puerta azul
y en esa puerta
tu mano trazó un ojo
para velarte solo.
Ningún encuentro
en las hojas que danzan.
Hay pequeñas flores en la memoria
pero no bastan
para repatriar tu jardín.
(...)
(Raquel Graciela Fernández, de “La puerta azul”)
Maestro.
¿Qué doncella se casa
con el viento?
Niño.
La doncella de todos
los deseos.
Maestro.
¿Qué le regala
el viento?
Niño.
Remolinos de oro
y mapas superpuestos.
Maestro.
.
Ella ¿le ofrece algo?
Niño.
Su corazón abierto.
Maestro.
Decid cómo se llama.
Niño.
Su nombre es un secreto.
(Federico García Lorca, “Escuela”)
(…)
Viajar es vestirse de loco,
Viajar es vestirse de loco,
es decir “no me importa”,
es querer regresar.
Regresar valorando lo poco,
saboreando una copa,
es desear empezar.
(,,,)
(Gabriel García Márquez, de "Viajar")
Fuerza / Poder de Mujer
es
Fuerza / Poder de Negro
es
Fuerza / Poder del Ser Humano
es
siempre sentir.
Late mi corazón
mientras se abren mis ojos,
mientras se mueven mis manos,
mientras cuenta mi boca.
(Audre Lorde, "Ahora)
Recoge la cosecha de los días,
su cereal, su polen,
sus bayas inservibles, sus cortezas amargas,
su reseca raíz, sus vainas huecas,
su escasísima pulpa azucarada.
En las cuadradas cajas pon la fruta
selecta que le agrada a la memoria.
(Aurora Luque, "Cosecha")
La calle en
sombra. Ocultan los altos caserones
el sol que muere; hay ecos de luz en los balcones.
el sol que muere; hay ecos de luz en los balcones.
¿No ves, en
el encanto del mirador florido,
el óvalo
rosado de un rostro conocido?
La imagen,
tras el vidrio de equívoco reflejo,
surge o se
apaga como daguerrotipo viejo.
Suena en la
calle sólo el ruido de tu paso;
se
extinguen lentamente los ecos del ocaso.
¡ Oh
angustia! Pesa y duele el corazón... ¿Es ella?
No puede
ser. Camina... En el azul, la estrella.
(Antonio
Machado, "La tarde en sombra")
(...)
Muere
lentamente
quien se
transforma en esclavo del hábito,
repitiendo
todos los días los mismos caminos…
Muere
lentamente
quien no
viaja,
quien no
lee,
quien no
escucha música,
quien no
encuentra gracia en sí mismo.
(...)
(Martha
Medeiros, de "Muere lentamente")
Un día los cables de todas las calles
se amotinaron
y engulleron nuestras últimas
hay, sí, una
¿ciudad? Hay edificios, quizá esquinas.
Hay ¿luz?
Una visión de vitral romano
superpuesto
a un espejo de agua
¿estaba
allí? ¿podemos vislumbrar, a los años, la ciudad?
(...)
(Braulio Paz, de "Wenders planea sobre Berlín")
Mis pasos
en esta calle
resuenan
en otra
calle
donde
oigo mis
pasos
pasar en
esta calle
donde
sólo es
real la niebla.
(Octavio Paz, "Aquí")
(...)
Fuimos enviadas al desierto
a amamantar a las hienas
a pescar anguilas con hachas
ahí nos vimos, en el filo
los ojos brillantes
nuestras lenguas rojas
uñas perforando el eco del estanque
ahí nos vimos, en el filo
los ojos brillantes
nuestras lenguas rojas
uñas perforando el eco del estanque
nos reconocimos,
ya habíamos besado tantas veces
con los labios curtidos
de otras, que éramos nosotras
observándonos a ciegas
en las fallas del muro.
(...)
(Gabriela Clara Pignataro, de "Trenzo mi pelo, cae un rayo")
El peatón, se dice, se
rumorea, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados,
que jaime sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta
decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.
(...)
(Jaime Sabines, de "El peatón")
(...)
El musgo ofrece su resbalón sobre las cosas duras,
el silencio incendia los márgenes
y la iluminación irrumpe
donde menos se espera.
(Áurea María Sotomayor, de "Brío del aire")
Esta vez mi voz
no la lleva el viento;
se recrea en ella
y te la entrega.