lunes, 11 de julio de 2022

Las vueltas que da la vida de un alumno de mi primer instituto como profesor

Tengo un recuerdo imborrable de los meses que pasé en Rute, allá por el curso 1987-1988. Fue mi primer año de trabajo en la enseñanza y tuve la suerte de encontrarme con un alumnado excelente. En lo académico y en el trato personal. En cierta ocasión organicé un debate sobre la Reforma de la Iglesia, dentro de la asignatura Historia Universal del último curso de Bachillerato. A mis alumnos y alumnas les facilité una información diversa, que estaba basada en algunos libros, fotocopias de otros y un esquema orientativo. También conté con dos profesores del instituto, por considerar que su presencia podría resultar interesante, dado que uno, de Filosofía, era un ferviente católico y el otro, de Matemáticas, era luterano. Conservo de aquel acto el esquema que elaboré y unas anotaciones muy concisas de las intervenciones. Y repasándolas ayer me llamó la atención el único alumno del que dejé escrito su nombre y primer apellido. Eso motivó que indagara en la red por ver si podría averiguar algo sobre lo que ha sido de su vida. Y surtió efecto, porque encontré una entrevista realizada hace seis años en la radio local del pueblo, a donde regresa de vez en cuando. Haberlo visto en una foto, después de tantos años y calva incluida, no me permite identificarlo físicamente, aunque mantengo algunos recuerdos personales suyos. Uno de ellos, del primer día, era su deseo de ser militar, algo que su madre me confesó  tiempo después que no le gustaba. El caso es que, como se desprende de la entrevista, acabó licenciándose en Derecho, lo que le permitió trabajar durante unos años dentro de ese campo en varios ámbitos de la administración. Ahora, sin embargo, ha acabado recalando en una actividad bastante diferente: el mundo del fútbol. Y es que en los años noventa no dudó en sacarse las acreditaciones correspondientes como técnico superior deportivo y entrenador, como una forma de dar satisfacción a su afición. De esa manera, lo que inicialmente fue un complemento de su trabajo acabó siendo su profesión. No como entrenador de las categorías altas del fútbol, pero sí en las inferiores y en labores técnicas de seguimiento de jugadores jóvenes para el club de la capital cordobesa. ¡La de vueltas que da la vida!   

(En la fotografía, que me ha facilitado mi amiga Charo -alumna que fue del centro a finales de los años setenta, una década antes de mi llegada-, puede verse en el primer plano el edificio escalonado del instituto, en cuya parte superior se situaba una residencia; a su derecha aún no se había construido el espacio deportivo, con las pistas y el pabellón; y a su izquierda tampoco se había hecho lo propio con otro edificio anexo a las aulas).