La candidatura encabezada por Gustavo Petro (a la presidencia) y Francia Márquez (a la vicepresidencia), Colombia Humana-Unión Patriótica, se ha impuesto a la de Rodolfo Hernández. Se ha concretado en un 50'5% del primero frente al 47'3% del segundo. Hace tres semanas fue derrotado electoralmente el uribismo y con él lo fue también simbólicamente la violencia que representaba. El domingo lo ha sido el candidato corrupto, al estilo Trump y amante de Hitler que desde los poderes dominantes presentaron como alternativa. El reto era difícil. La victoria en la primera vuelta de Gustavo Petro y Francia Márquez no garantizaba que pudieran repetirla en la segunda vuelta. En un principio la suma de las candidaturas de derecha superaba claramente a la de Colombia Humana-Unión Patriótica. Los primeros sondeos apuntaban a que Rodolfo Hernández se impondría con claridad, pero con el paso de los días la situación se fue equilibrando, hasta el punto que en los días previos a las elecciones se hablaba de un empate técnico. La tarea para conseguirlo ha sido difícil, pero, por lo finalmente ocurrido, no imposible. Ha habido una remontada que ha puesto de manifiesto el deseo de cambio en la sociedad colombiana. El deseo de acabar (o, al menos, limitar) con el poder de la oligarquía y los aparatos del estado, con el apoyo de EEUU. Ahora toca alegrarse. Y desde ya, apoyar, en nuestra medida, el deseo manifestado el domingo. Ganaron Gustavo Petro y Francia Márquez, pues. Ganó la candidatura Colombia Humana-Unión Patriótica. Ganó -¿por qué no decirlo?- el pueblo colombiano. Por fin.