lunes, 7 de diciembre de 2020

Los nuevos presupuestos y la excusa de la unidad de España contra el gobierno "socialcomunista"

 

La intensa actividad protogolpista desde algunos sectores militares, en su mayoría retirados, ha coincidido con la discusión y aprobación de los presupuestos generales del estado. La pregunta que hay que hacerse es si eso ha sido el motivo para lanzar esa ofensiva de escritos y mensajes, o si han aprovechado que la aprobación presupuestaria haya contado con el apoyo de partidos "filoetarras e independentistas", en alusión directa a EH-Bildu y ERC. Como en el discurso dominante de la derechona se califica al gobierno, en primer lugar, como "socialcomunista", habría que considerar seriamente en la primera posibilidad como el motivo principal de la ofensiva. Esas dos fuerzas nacionalistas lo son de izquierdas y los presupuestos, con sus contradicciones, no sólo rompen con los prorrogados por dos veces de la gestión de Cristóbal Montoro, sino que aportan una vía de recaudación fiscal y gasto público en la línea contraria. 

Desde su nacimiento el actual gobierno fue tachado de ilegítimo por los grupos de la derecha españolista. En las filas del PP se retrotrajo su origen a los meses de mayo y junio de 2018, cuando Mariano Rajoy y su gobierno fueron desalojados de la Moncloa mediante una moción de censura. Llegado el mes de enero de 2020, ese partido no aceptó que se formara un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, apoyado directa o indirectamente por varias fuerzas del arco parlamentario situadas a la izquierda, en el campo nacionalista (catalán, vasco, valenciano, gallego y canario), en el regionalista (cántabro) y hasta en el provincial (turolense). Tampoco dieron su apoyo las otras dos fuerzas de la derecha, tanto del ámbito estatal (Ciudadanos y Vox) como regional (Unión del Pueblo Navarro, Foro Asturias y Coalición Canaria, esta última no sin disensiones internas en el partido). En todos los casos, salvo CC, utilizaron el mismo término: un gobierno ilegítimo, basándose en los apoyos prestados por el nacionalismo catalán y vasco, con énfasis en el golpismo independentista catalán y el terrorismo de EH-Bildu.  Aunaban de esa manera, como siguen haciéndolo, la defensa del orden económico y del orden territorial. Esto es, capitalismo neoliberal y unidad de España. 

La tríada de (des)calificaciones que forman los términos "socialcomunista", "terrorista" e "independentista", u otras variantes, es la misma que han usado los militares retirados en sus escritos y mensajes. Es cierto que el tono del lenguaje empleado por éstos se parece más al que Vox lleva haciendo gala. De un lado, en los referente al énfasis que ponen en la defensa de la unidad de España. Y de otro, en la nostalgia que tienen del régimen franquista. En el caso concreto de Vox se minimiza, cuando no se niega, la naturaleza antidemocrática del franquismo y se denigra al actual gobierno, al que lo califican como el peor de los últimos ochenta años. En el caso de los militares retirados, defienden sin empacho el golpismo de otros tiempos y hasta lanzan amenazas de fusilamientos masivos.

En la derecha se menciona con reiteración a la Constitución, pero para centrarse en la defensa de la monarquía y de la unidad de España, poniendo cortapisas a los artículos que se refieren a los derechos y libertades civiles, o a su desarrollo en consonancia con los nuevos tiempos (matrimonio igualitario, aborto, eutanasia...). Rechazan lo que se refiere al interés general para que el estado intervenga en aspectos económicos, y en el caso de Vox hasta rechazan el estado de las autonomías. En su tiempo fue Alianza Popular, antecedente del PP, la que rechazó el Título VIII por considerar que suponía la ruptura de España. Luego cambiaron de opinión, porque, tras la desaparición de la Unión de Centro Democrático, y ya como principal referente de la derecha españolista, el PP fue aumentando sus cuotas de poder, tejiendo intereses con determinadas empresas ligadas a las concesiones públicas, optimizando la financiación del partido y dando rienda suelta a una pléyade de pillos y pillas que se iban quedando con parte del pastel. Ahora sólo Vox se ha quedado con el discurso de Fraga, sus magníficos y una parte de franquistas irredentos.     

Esa es la derecha que seguimos teniendo en este país. Una derecha españolista, heredera de la España negra que tiene sus raíces desde hace siglos, que se apropió del país a cualquier precio durante los siglos y XIX y XX, y que sigue creyendo que es su gran coto privado. No quieren que se ponga en duda su poder en todos sus órdenes. El económico, impidiendo que pueda haber un camino a la redistribución de la riqueza. Y el territorial, queriendo imponer una visión cerrada y uniforme del país frente a la realidad plurinacional y pluricultural.

Si miramos 84 años atrás, nos encontramos con un panorama sombrío, porque esa derecha no tuvo ningún complejo en llevar a cabo "maniobras militares" o aupar al "irrepetible", como soltó el otro día el general tenor Beca. La excusa, lo de la unidad de España. En el fondo, lo de redistribuir, repartir, solidarizar...

En 1936 estaban en juego la reforma agraria, el aumento de los salarios, la extensión de los derechos sociales... Fueron años en los que quienes menos tenían empezaron a mirar de tú a tú a quienes lo tenían prácticamente todo. Y por eso cortaron de raíz el intento, a costa de una guerra, de cadáveres todavía en las cunetas, de cuatro décadas de dictadura.

En la actualidad para la derecha y sus nuevos compañeros de viaje (los González, Guerra, Rodríguez Ibarra, Corcuera...) resulta inconcebible que el gobierno "socialcomunista" intente revertir en algunos aspectos el modelo del capitalismo neoliberal. Quieren evitar que contribuyan más quienes tienen más, incrementar el salario mínimo, garantizar un ingreso mínimo vital, aumentar los gastos en educación y sanidad, empezar a poner freno a los desahucios… Buscan, en fin,  poner freno a una apuesta, por muy modesta que pueda parecer, en favor de  una mayor justicia social.