martes, 1 de diciembre de 2020

Friedrich Engels, en el segundo centenario de su nacimiento

El pasado 28 de noviembre se cumplió el segundo centenario del nacimiento de Friedrich Engels. Amigo y compañero de Karl Marx, su obra personal es menos conocida y ha quedado relegada en un segundo plano. Pero eso no quita para restarle mérito, sino todo lo contrario. 

Fue el principal colaborador de Marx, al que conoció en 1844 y con el que participó en la elaboración de algunos escritos, como La Sagrada Familia (1844) o Manifiesto del Partido Comunista (1948). Lo acompañó en su tarea política, primero en la todavía no nacida Alemania y finalmente en Gran Bretaña, donde Marx acabó instalándose de por vida como refugiado político y Engels llevaba a cabo su actividad como empleado de una empresa familiar. Y tras la muerte de Marx, fue su principal albacea, actuando como difusor y, a veces, reordenador de su obra póstuma, en especial la voluminosa El capital. Crítica de la economía política. Por otro lado, en el ámbito más privado, la ayuda económica que prestó a la familia de Marx, que en muchas ocasiones estuvo llena de grandes estrecheces, a veces rayando en la miseria, no sólo le permitió la sobrevivencia material, sino que el propio Marx pudiera seguir desarrollando su labor intelectual.

No voy a extenderme sobre los orígenes burgueses de la familia de Engels y su trayectoria profesional, ligada a una empresa familiar que actuaba en varios países y que le permitió un sustento holgado, además  de ofrecer las ayudas antes aludidas a la familia Marx o a los grupos que iban surgiendo en el seno del movimiento obrero. Su vida, empero, no se desligó de una gran preocupación por la masa obrera marginada y luchadora que iba creciendo con el transcurso del tiempo. De hecho, sus relaciones sentimentales en Gran Bretaña fueron las de dos mujeres trabajadoras de origen irlandés: primero, Mary Burns, con la que convivió hasta su muerte temprana; y luego su hermana Lizzy, que  acabaría falleciendo antes que el propio Engels.

Además de las dos obras antes aludidas o algunos artículos periodísticos, que hicieron en colaboración, he podido leer propiamente de Engels algunas otras, que creo que son suficientemente representativas: Anti-Dühring (1878), Del socialismo utópico al socialismo científico (1880) y El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (1884). Junto a ellas, varios de los numerosos prólogos que fue escribiendo para las diversas obras de Marx. Dos breves escritos dedicados a España, como el artículo "La guerra mora" (1860) y "Los bakuninistas en acción. Informe la sublevación española del verano de 1873". Y también, una recopilación titulada Cartas sobre el materialismo histórico. 1890-1894; y el opúsculo El problema campesino en Francia y Alemania (1894). Por otro  lado, no he leído otras de sus obras conocidas, como son los casos de La condición de la clase obrera en Inglaterra (1845) o Dialéctica de la naturaleza (1883).

Acerca del contenido de la obra de Engels se ha escrito bastante. Fue el ambiente del grupo de los jóvenes hegelianos de izquierda donde inició una orientación filosófica y política que fue enriqueciéndose con el tiempo. Y también donde conoció a quien acabó siendo su amigo y compañero inseparable. Lo que inicialmente fue una crítica a Hegel, por idealista, desde planteamientos materialistas, acabó siendo un camino que fue derivando hacia el republicanismo político y finalmente enfocado a la búsqueda de la justicia social. La Sagrada Familia (1844) fue el resultado conjunto de esa experiencia e incluso la firma de la ruptura con el grupo. 

Fue en ese contexto en el que desarrollaron, paralelamente, una labor práctica, dentro de la lucha social y política en favor de una sociedad igualitaria. Comunista, como les gustó denominar, entendida como una fase superior de la humanidad en la que no habría clases. Por eso los dos amigos acabaron ingresando en la Liga de los Justos, transformada en 1847 en la Liga de los Comunistas, para cuyo grupo escribieron entre 1847 y principios de 1848 el Manifiesto del Partido Comunista, a las puertas de un proceso revolucionario que se preveía como el inicio de una nueva era ("Un fantasma recorre Europa..."), pero que al final quedó marchitado por la dura realidad. Si el lema del grupo original era "Todos los hombres son hermanos", el Manifiesto acababa con una otra frase que se hizo famosa: "Proletarios de todos los países, uníos". De esa manera, a la vocación de fraternidad universal para crear una humanidad sin clases le dieron un contenido de lucha internacionalista. La misma que los llevó a relativizar, que no negar, las luchas nacionales, por estar ante todo vinculadas a los intereses de la burguesía, y priorizar la lucha internacionalista, que debería ser protagonizada por quienes no tenían patria, el naciente y creciente proletariado y el resto de los grupos populares.

Algún año antes Engels había escrito una de sus obras más conocidas, La condición de la clase obrera en Inglaterra (1845), donde hizo una descripción profunda y detallada de la vida de las gentes que componían esa clase social. Un verdadero trabajo de sociología política, basado en sus vivencias durante su estancia en la región industrial de Manchester, donde descubrió, observó y conoció a los líderes del movimiento cartista y del owenismo. Fue lo que le ayudó a configurar y enriquecer su pensamiento social y que transmitió, influyéndolo, a su fiel amigo.  

Años después, en 1864, los dos estuvieron en la cabeza de la Asociación Internacional de Trabajadores. Nacida en Londres, pero extendida por diversos países europeos y EEUU, intentó ser la plasmación del internacionalismo deseado. Las divergencias internas que surgieron, principalmente con los grupos anarquistas, en torno a la forma de organizarse y la relación con lo propiamente político fueron los motivos de una penosa división que tuvo lugar ocho años después. Marx y Engels defendieron una organización más centralizada de la AIT, por considerarlo más eficaz, y no rechazaron el papel que podía jugar el parlamentarismo, como una más de las variantes tácticas.

Y fue precisamente lo ocurrido en España durante esos años uno de los motivos y escenarios de la ruptura. Entre las acusaciones que en 1872 Engels hizo en el Congreso de La Haya acerca del fraccionalismo llevado a cabo por el grupo bakuninista, una de ellas tuvo a cuatro de los delegados de la sección española como protagonistas. Aun con ello, al año siguiente, en "Los bakuninistas en acción. Informe la sublevación española del verano de 1873", una narración periodística del movimiento cantonalista, Engels puso de relieve que en España el bakuninismo estaba más fuertemente arraigado que el marxismo. Y no lo olvidemos: el marxismo, que había llegado a través de Paul Lafargue, tuvo grandes problemas para arraigar en nuestro país. Durante bastantes años estuvo relegado al foco madrileño surgido en torno al grupo de tipógrafos, que tenía como referente principal a Pablo Iglesias.  

Se ha escrito que el Engels más maduro prestó una mayor atención a los aspectos filosóficos, precisamente cuando Marx se había centrado en la economía. En gran medida así fue, como hizo con Anti-Dühring (1878) o Dialéctica de la naturaleza (1883), desde las que fue profundizando en la perspectiva del materialismo dialéctico. Eso lo llevó a dedicarse al estudio de otras ciencias que no fueran sólo la historia y la economía, como fue el caso de su preocupación por las ciencias naturales o la antropología. El resultado, en todo caso, fue la elaboración de varias obras en las que hizo uso de una diversidad de temas, que se basaron, a su vez, en el conocimiento de diversas fuentes de conocimiento. Junto a la filosofía, pues, se le unieron las ciencias antes aludidas, como se reflejó en Del socialismo utópico al socialismo científico (1880) o El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (1884).

En este último libro es donde Engels pone el acento en lo referente al papel de las mujeres y las relaciones entre ellas y los varones. Desde un posicionamiento avanzado en su momento, se sitúa en la estela del feminismo naciente, aun cuando no hizo uso del término en sus obras. La influencia de Fourier fue clara, sobre todo en su postura sobre la relación existente entre el desarrollo de las sociedades y la situación de las mujeres. 

Fue defensor de la libertad de las personas en lo relativo al establecimiento de las relaciones sexuales y sentimentales, y, a la vez, crítico acérrimo del modelo institucionalizado de relaciones, tanto dentro como fuera del matrimonio, que se había establecido en la sociedad burguesa. El mismo que hacía de las mujeres un objeto de posesión como propiedad dentro del matrimonio y de deseo mercantilizado, fuera de él, a través de la prostitución. Es lo que le llevó a escribir que tras la supresión de la producción capitalista iría surgiendo "una generación de hombres que no sepan lo que es comprar a una mujer con dinero ni con ayuda de ninguna otra fuerza social; una generación de mujeres que no sepan lo que es entregarse a un hombre por miedo a las consecuencias económicas que pudiera acarrear una negativa en virtud de otra consideración que no sea un amor real".

En ocasiones se ha tratado a Engels con un claro contenido crítico y en un doble sentido. De un lado, presentándolo como simplificador de la obra de Marx, sobre todo en lo concerniente a la perspectiva del materialismo en sus vertientes filosófica de la dialéctica e histórica. De esto último se le ha llegado a acusar de ser el inductor del materialismo histórico, cargado de una visión teleológica del devenir del tiempo humano. En cierta medida, la lectura de Del socialismo utópico al socialismo científico (1880) puede llevar a esa consideración ("el socialismo científico, expresión teórica del movimiento proletario").

A Engels también se le ha atribuido ser el origen de una deriva política que lo llevó a desviarse de los planteamientos revolucionarios que mantuvo mientras vivió Marx. En este sentido, habría sido el inspirador de una práctica con claros tintes reformistas que a finales del siglo se conformó en torno a la socialdemocracia europea.

Y un apunte más para acabar. Leí hace unos días una entrevista a Michael Roberts en la que, además de destacar que Engels se había adelantado a Marx en algunos aspectos de su obra teórica, se refería a su temprana preocupación por el medio ambiente. Eso me trajo como recuerdo una intervención de Eladio García Castro, durante el Congreso de unificación del PTE y la ORT en la primavera de 1979 y que dio lugar al Partido de los Trabajadores, en la que mencionó al respecto una cita del pensador alemán. Y es que no debemos olvidar que el capitalismo (con su afán desmedido por producir y por el enriquecimiento de una minoría) y la degradación de la naturaleza conforman un todo perverso, cuyas consecuencias so cada vez más que evidentes.     

Más allá de la imagen canonizada que se ha hecho en la tradición comunista del siglo XX, considerado como uno de los grandes del movimiento, después de los dos siglos que han pasado desde su nacimiento, la figura de Engels, con todo su bagaje de pensamiento,  no sólo sigue teniendo actualidad, sino que debe ser tenida en cuenta.


Obras de referencia 

Anderson, Bonnie S. y Zinsser, Judith P. (1991). Historia de las mujeres: una historia propia, v. 2. Barcelona, Crítica. 
Eley, Geoff (2002). Un mundo que ganar. Historia de la izquierda en Europa, 1850-2000. Barcelona, Crítica.
Engels, Friedrich (1968). Anti-Dühring. La revolución de la ciencia del Sr. Eugen Dühring. Madrid, Ciencia Nueva. 
Engels, Friedrich (1973). "Prólogos" de la obra de Karl Marx El capital. Crítica de la economía política. México, Fondo de Cultura Económica.
Engels, Friedrich (1973). "La guerra mora", en Karl Marx y Friedrich Engels, Revolución en España. Barcelona, Ariel.
Engels, Friedrich (1973). "Los bakuninistas en acción. Informe la sublevación española del verano de 1873", en Karl Marx y Friedrich Engels, Revolución en España. Barcelona, Ariel.
Engels, Friedrich (1974). El problema campesino en Francia y Alemania. Moscú, Progreso.
Engels, Friedrich (1979). Del socialismo utópico al socialismo científico. Moscú, Progreso.
Engels, Friedrich (1980). Cartas sobre el materialismo histórico. 1890-1894Moscú, Progreso.
Engels, Friedrich (1988). El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Madrid, Endymión.
Engels, Friedrich (2000). "El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre"; Marxists Internet Archive, noviembre; https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/1876trab.htm
Enzensberger, H. M. (1999). Conversaciones con Marx y Engels. Barcelona, Anagrama.
Lenin, V. I. (1974). "Federico Engels", en V. I. Lenin, K. Marx / F. Engels. Barcelona, Laia.
Roberts, Michael (2020). “Engels se adelantó a Marx”, entrevista de David Broder de Jacobin, en Sin Permiso, 5 de diciembre; https://www.sinpermiso.info/textos/engels-se-adelanto-a-marx-entrevista.
Sacristán, Manuel (1983).  "Prólogo" de Karl Marx y Friedrich Engels, Revolución en España. Barcelona, Ariel. 
Sacristán, Manuel (1987). "Karl Marx", en autoría colectiva, El pensamiento filosófico. Barcelona, Salvat.
Stedman Jones, Gareth (2005). "Introducción" de la obra de Karl Marx y Friedrich Engels El manifiesto comunista. Madrid, Turner.


(Esta entrada ha sido remodelada en su parte final el 10-12-2020).