viernes, 19 de junio de 2009

Un color controvertido


Ahora está de moda referirse a la selección española masculina de fútbol como "la roja". Quién lo iba a decir, después de tantos años en que el colorcito se asociaba a una buena parte de la población, la perdedora de la guerra del 36, sus descendientes y quienes, por distintas razones, se fueron sumando a la oposición al régimen franquista. Por esa razón hasta hubo algunos años, en los 40, en que el régimen llegó a cambiar el color de la camiseta por el azul, coincidente con el de la Falange. Ignoro el porqué del regreso al rojo, pero así fue.
El color rojo va asociado a lo negativo. Es el color del infierno, del peligro, la prohibición, lo maldito... Se usa en los semáforos, en las señales de tráfico, en las luces de las emisoras de radio, en el Congreso, en las tarjetas de los árbitros... para prohibir, advertir, poner fin, expulsar...
En una de las tipologías sobre los modelos de mujer en la historia, el color rojo se asocia al de las mujeres "liberales", por libertinas, atrevidas, transgresoras... Como es un color de la gama de los cálidos, se asocia a lo pasional, lo violento o lo compulsivo. En el mundo de la publicidad, y muy especialmente en el de la política, se busca esquivarlo por esa razón, atenuándolo con otros colores o tonalidades más suaves, o bien buscando simplemente otros.

Se asocia también a la tradición revolucionaria obrera desde el siglo XIX. Las banderas de los partidos obreros, especialmente marxistas, lo llevaban y hoy todavía lo mantienen (cambios ideológicos aparte). En el movimiento anarquista se mezcló con el negro, a modo de síntesis. La CNT española, uno de los sindicatos más influyentes hasta 1939, los utilizaba separados en diagonal. El fascismo español, encarnado en la Falange, hizo uso de esos dos colores (en tres franjas verticales, siendo rojas las laterales) porque suponía que era una forma de penetrar en el mundo libertario (no faltaron ofertas, fracasadas, a líderes moderados como Pestaña o Peiró) y consideraban que el sindicalismo libertario era "nacional", frente al sindicalismo "internacionalista" de la UGT, donde actuaban el sector revolucionario del PSOE (Largo Caballero) o el PCE.

Se llamó Ejército Rojo al que se formó en 1918 en la Rusia revolucionaria, con Trotski como organizador, para combatir la intervención extranjera y la contrarrevolución. Fue el mismo ejército que contuvo la invasión nazi-alemana desde 1941 y salió dramáticamente victorioso (entre 16 y 20 millones de la URSS murieron en la guerra) en 1945. Durante la revolución cultural china, que se inició en 1966 y duró hasta la muerte de Mao en 1976, llegó a alterarse el color de los semáforos, de manera que el verde significaba prohibición y el rojo, paso. Tenía una lógica aplastante: en un país donde el color oficial era el rojo, por la bandera y por el carácter socialista del régimen político, no podía ser utilizado como algo negativo.

Malevich, artista vanguardista ruso y creador del suprematismo, que vivió la revolución de 1917, sumándose a ella, utilizó con frecuencia el color rojo como motivo de sus obras. Célebre es el cuadro "Golpea a los blancos con la cuña roja" (presente en esta entrada), hecho en el contexto de la guerra que vivió su país entre 1918 y 1921, y metáfora de la lucha revolucionaria contra el ejército blanco formado por soldados extranjeros y contrarrevolucionarios rusos.

El periodista Eduardo Haro Tecglen, ya fallecido, le gustaba adjetivarse políticamente como rojo, en parte porque así incluía a todas las tradiciones asociadas y en parte porque era una manera de provocar a quienes habían mandado en España desde 1939.

Sinónimo de rojo es colorado y en el mundo de la política no faltan partidos con ese nombre en países como Uruguay y Paraguay. En sus orígenes representaban los intereses de los sectores urbanos y los más abiertos a las reformas, siendo sinónimo de liberal. No sé por qué razón, quizás por todo lo que estamos diciendo, pero se me ha venido a la mente la cancioncilla que entonábamos en la niñez cuando disputábamos un partido de lo que fuera: "hemos ganao al equipo colorao...".

Hasta en el campo de la visión el color maldito de nuevo se ve envuelto en otro lío: las personas daltónicas alteran los colores rojo y verde.
De niño, con mi hermano inmediato en edad, no tenía problemas a la hora de elegir las fichas del parchís: él prefería las rojas y yo, las azules. Curiosamente su carácter era, y así sigue, el contrario al mío, por ser él el tranquilo de la familia. A mí, ahora, me dan igual los colores, pero tengo un problema: me considero rojo. En fin, para qué seguir.