sábado, 27 de junio de 2009

¿Por qué será?

Mentira lo que dice, mentira lo que da, mentira lo que hace... (Manu Chau).

Me cuesta hacer análisis político. Reconozco que “no estoy fino”. Llevo así un tiempo. Ante los acontecimientos que se suceden en cualquier lugar, sólo pienso (que no es poco) y si estoy con gente, lo normal es que me salgan pocas palabras, pida cambiar de tema o simplemente me quedo mudo. Cuando a finales de 2008 se inició el asedio y ataque de Israel contra Gaza decidí comprarme un pañuelo palestino y no quitármelo. Fue un gesto de protesta. Estos días, al corriente de lo que ocurre en Honduras, estoy, una vez más perplejo. No voy a hacer un análisis político a mi uso, sino sólo comentarios. La prensa, la radio y la televisión omiten la noticia y si lo hacen, la manipulan. Están mal llamados cuarto poder, porque la mayoría de esos medios de comunicación son parte del poder. Pertenecen a las mismas corporaciones que controlan el poder económico y la mayoría de los gobiernos. Atrapan tanto en sus redes, que desde el mito de la libertad de expresión, moldean las mentes de las personas a la medida de las preferencias de cada una. “Como El País dice...”; “pues en ABC...”; “en la COPE Losantos...”; “me encanta la ecuanimidad de Gabilondo”. Cada cual, con su equipo. Si estás con tu gente, refuerzas tus convicciones; y si estás con la otra parte, toca pelea (verbal, que no dialéctica, porque no llega a tanto)

Me he quedado con Honduras, porque históricamente ha sido utilizado por Estados Unidos como trampolín de la contrarrevolución frente a sus vecinos (Nicaragua, El Salvador). Ahora, superado el mito del fin de la historia (Fukuyama dixit), más preocupado por la geopolítica y la geoeconomía del Oriente Medio, dentro del nuevo mito del choque de las civilizaciones (Huntington quoque dixit), el imperio tiene descuidado su viejo patio trasero. A Estados Unidos le están saliendo muchos sapos. Junto a Cuba, el sempiterno enemigo, están Venezuela (con otro diablo), Bolivia (con un indio), Nicaragua (de nuevo), Ecuador, El Salvador (¿por fin?), Paraguay, Brasil, Honduras... Diablos y diablillos. Pero tienen un común denominador: quieren ser más libres y, aunque difieran en la forma de relacionarse con el imperio, sus acólitos o las multinacionales, se defienden ante los ataques y empiezan a crear cosas nuevas o pronunciarse contra ignominias. Dos ejemplos: de lo primero, la creación del ALBA, una forma de integración alternativa; de lo segundo, el fin del veto a Cuba en la OEA. Pese a ello el imperio y demás ralea, más ocupados en el Oriente Medio, no se quedan quietos. Organizan golpes de estado, provocan enfrentamientos fronterizos, refuerzan sus campañas manipuladoras de información, financian supuestas movilizaciones “populares”, alientan secesiones territoriales... E insultan sin complejos racistas: llaman gorila a Chávez y de Evo le recuerdan que es un indio.


Todas las iniciativas que toman en esos países latinoamericanos sus gobernantes, se les censura. Que quieren hacer reformas político-institucionales mediante consultas y votaciones, se les dice que son ilegales. Estas reformas sólo sirven para Europa. Que los presidentes hacen uso de los poderes legales que las constituciones burguesas les confirieron, se les acusa de dictadores, olvidando, por ejemplo, que en Estados Unidos y Francia existen repúblicas presidencialistas. Que combaten los intentos de secesión territorial, los alientan, aunque en algunos países de Europa, como el nuestro, sean un pecado mortal. Que no renuevan una licencia de emisión de televisión contra una cadena golpista, es un ataque contra la libertad de expresión. Aquí, mientras tanto, cerramos periódicos y damos las licencias a los grupos mediáticos del poder.


¿Qué está pasando en Honduras? Muy sencillo. A Manuel Zelaya, su presidente, que pretende una reforma político-institucional, con el fin de poner fin al límite de mandatos en la presidencia de la república, no le dejan hacer un referéndum. Es legal, porque está aprobada por ley la posibilidad de las consultas, que, además, no son vinculantes. Pues nada, el parlamento y la corte suprema (con mayorías conservadoras) y altos mando del ejército se han confabulado. Dicen que es ilegal la aplicación de una ley aprobada por el parlamento. El jefe del ejército no obedece a su jefe superior, el presidente, pero actúa como sus jefes ideológicos en nombre de... ¿la ley? Ayer y hoy, las primeras páginas de los periódicos abren con la gran noticia: el fantasma de Michael Jackson. Acabo de nuevo como acaba Manu Chau la canción con que arrancó este comentario: "¿Por qué será?"