lunes, 29 de junio de 2009

Al final se cumplieron los temores


Ayer, domingo, estuve pendiente de la noticia anunciada: se produjo el golpe militar en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya. Él mismo lo había denunciado el jueves, aunque la movilización en su país por parte de la población y el posicionamiento internacional (incluido el presidente de Estados Unidos), contrario a la intervención militar, parecieron que iba a poder realizarse la consulta no vinculante prevista (encuesta, como la llamó Zelaya). Así se cerraron las ediciones de los periódicos del sábado y así se confió el propio Zelaya, que abandonó el palacio presidencial y acudió a su casa a descansar. Pero nada de eso acabó pasando: un grupo de militares lo secuestró en pijama y lo condujo a Costa Rica.

Los demás acontecimientos, no importan ya por ahora. Hay que ver qué puede ocurrir en Honduras en las próximas horas o días en el pulso entre los golpistas (Tribunal Supremo Electoral, Parlamento y sectores del ejército, con el apoyo de la oligarquía y el silencio de la Iglesia Católica) y quienes defienden al presidente derrocado, y ver la respuesta de los golpistas ante lo que parece por ahora una unánime reacción internacional, incluida la de Estados Unidos. Vergonzosa ha sido la reacción de buena parte de la prensa, radio y televisión del poder en España. La de derecha, evitando la palabra golpe de estado y falsificando la realidad. El País, una vez más, resaltando la expulsión de Zelaya frente al golpe de estado y editorializando el domingo la situación con una sarta de irrealidades y mentiras, que podría resumirse en la frase "se lo ha buscado". El diario Público ha sido la excepción en este panorama, recomendando la lectura de un artículo archiinteresante de Luis Escobar, Las claves para entender qué pasa en Honduras (razón por la que he introducido el enlace). No me ha faltado la consulta de los periódicos alternativos kaosenlared y Rebelión, especialmente el primero, que mantiene un seguimiento permanente de los acontecimientos, o telesurtv, en su edición escrita.

Entre tanta información obtenida he podido conocer más del personaje Manuel Zelaya. Miembro de la oligarquía hondureña y de uno de los partidos del sistema, el Liberal, ha sorprendido a la sociedad de su país por su política. Ya resulta más que curioso que siendo elegido presidente, el todopoderoso Tribunal Supremo Electoral demorara más de lo normal su proclamación en 2005. Su campaña no fue excesivamente radical, aunque ya utilizó una serie de promesas que se salían de lo tradicional. Quizás eso y las intenciones que habría mostrado a su gente allegada pudieran explicar los temores de la oligarquía y esas demoras del Tribunal Supremo Electoral. Pero lo más significativo es la política que empezó a desarrollar tanto en el plano interno como en el externo. En el primero, ha empezado a aplicar medidas de redistribución de la renta y de protección de extensas áreas naturales, potenciales zonas de explotación y depredación empresarial. También ha anunciado la necesidad de una nueva constitución, adaptada a la nueva realidad y que supone, como es natural, enfrentarse al poder de la oligarquía, incrustado en las instituciones judiciales y en el parlamento. Así se inscriben sus intenciones de ampliar la participación popular, mediante la posibilidad de las iniciativas legislativas populares o las consultas no vinculantes.

El segundo plano de su política ha sido el internacional, orientado principalmente hacia Latinoamérica y que ha tenido como principal decisión la incorporación de su país al ALBA, la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe, donde se busca una integración económica autónoma, sin ingerencia de los Estados Unidos, que a su vez propugna el Tratado de Libre Comercio, fácil de caracterizar por su propio nombre y por quien lo impulsa. El ALBA tiene al presidente de Venezuela como su principal valedor e impulsor, y a Cuba como uno de sus miembros, pero lo cierto es que está permitiendo el acceso a bienes, como el petróleo, y servicios, como programas educativos y sanitarios, en condiciones muy ventajosas. La consecuencia es que se están aplicando en sus países miembros medidas sociales redistributivas que favorecen a quienes han sufrido secularmente el olvido y la miseria. El propio Zelaya declaró el sábado, según recogió El País en una entrevista, que "pensé hacer los cambios desde dentro del esquema neoliberal. Pero los ricos no ceden un penique. Los ricos no ceden nada de su plata. Todo lo quieren para ellos". Es decir, más de lo mismo. Si lo haces desde dentro de las reglas del sistema, te buscan las cosquillas para impedirlo. Y aquí las cosquillas han sido impedir una consulta no vinculante, basada en una ley del parlamento que el Tribunal Supremo Electoral ha declarado inconstitucional, ordenando, en contra de la Constitución, que intervenga el ejército, que, también en contra de la Constitución, ha desobedecido la autoridad del presidente. Si a eso le unimos que los golpistas dicen que no ha habido golpe, porque se mantiene el parlamento, ¿no resulta todo dramáticamente rocambolesco?