sábado, 13 de enero de 2018

Arqueros, guardametas, porteros, goleros..., en la literatura



















El fútbol siempre ha sido mi deporte favorito. Cosa muy normal en mi mundo y en mi generación. Desde edad muy temprana lo practiqué hasta bien entrados los treinta años. Luego hube de colgar las zapatillas ante la sucesión de pequeños percances que me ocasionaba. De niño vi cuantos partidos pude. Por televisión, al principio, en casas vecinas, pues en mi casa ese aparato llegó tarde. En directo, acudiendo al Calvario, como se llamaba el campo de fútbol de la Unión Deportiva Salamanca, próximo a mi casa. En vacaciones acudía a ver los entrenamientos del equipo y pude ver muchos partidos de la competición liguera, si bien en formas diversas. Al principio, en el balcón de casa, desde donde veíamos más la mitad del campo. Luego, interpuesto un maldito bloque de edificios, logré acceder a otro balcón, esta vez más próximo al campo. A veces intentaba entrar en el campo  con la ayuda de alguna persona mayor, a quien le preguntaba “¿me mete?” y me hacía pasar como su hijo. Más tarde, ya con 16 años y con la UDS inaugurando su estancia en la primera división, disfruté de un carnet gratuito por pertenecer a uno de sus equipos canteranos.   

Modestia aparte, no lo hacía mal, pudiendo jugar en cualquiera de las posiciones, incluida la de portero. Y como éste era un puesto especial, pues requería de habilidades muy concretas, acabé encerrándome en ese puesto cuando había que jugar competiciones oficiales. Una mezcla de resignación y de sentirme algo de héroe. Con posterioridad he pensado en más de una ocasión la razón por la que no fui más atrevido para reivindicarme como centrocampista o delantero, donde hubiera tenido más ocasiones de jugar que bajo los palos. Mi baja estatura y luego una miopía galopante acabaron dándome la puntilla, agotando mi ilusión, lógica para la edad, de haber querido emular al que era mi referente de entonces: Iríbar, el portero del Atlhletic de Bilbao y de la selección española.

En cierta ocasión, entre  1974 y 1975, cuando con 16 años jugaba (de reserva, claro) en el Real Monterrey, un compañero, del que no recuerdo su nombre, me regaló el poema de Miguel Hernández “Elegía al guardameta”. Era sabedor de mi preferencia por el poeta de Orihuela, pero ignoro cómo le llegaron unos versos que no dejaban de ser raros, más allá de los tan conocidos aquellos años de El rayo que no cesaViento del Pueblo o Cancionero y romancero de ausencias. Conservo el papel, que escribió a mano, aunque ya con la marca amarilla del paso del tiempo. 

Y precisamente hoy lo vuelto a tener en mis manos, guardado entre la famosa Antología del poeta editada por la bonaerense editorial Losada. Antes de hacerlo había estado leyendo una noticia del que fuera futbolista del Barça y el Inter de Milán en los años 50 y 60, Luis Suárez, en la que éste mencionaba a quien fue uno de sus entrenadores: Platko. De ahí me fui a Alberti, autor de su “Oda a Platko”, luego a Hernández y lo que vino finalmente fue indagar en la red buscando literatos que de una forma u otra han dedicado al fútbol algunos escritos y, más concretamente, a quienes en el campo tienen como misión impedir bajo los palos que  sus porterías sean batidas. Esto es, en sus diferentes denominaciones, los porteros, guardametas, arqueros, cancerberos… y hasta goleros, un término, este último, que desconocía, pero que debió de utilizarse mucho en América Latina.

Se trata de escritores bastante conocidos, con el común denominador de ser o haberlo sido (casi todos ya han fallecido) amantes de un deporte que levanta muchas pasiones –demasiadas, la verdad sea dicha-.  No he pretendido una búsqueda minuciosa de autores y textos. Apenas ha sido un ejercicio de entretenimiento, complementado por la curiosidad, al que le he dedicado unas pocas horas.


Patadas…

Al arco:–

El arquero esperaba de rodillas la pelota que corría hacia él como el niño que comienza a caminar y se precipita. Parecía que iba a darle un beso desalado sobre la mejilla sucia…

(Bernardo Canal Feijóo, 1924; en Penúltimo poema del fútbol, http://descontexto.blogspot.com.es/2016/04/penultimo-poema-del-futbol-de-bernardo.html).


El arco

Al arco!–

(Hay un secreto y húmedo entendimiento entre el arquero y la pelota).

La pelota, llena de la congoja del patadón cruel del jugador, se refugió en el vientre del arquero, que pareció envolverla en el consuelo de una dialéctica intestinal, toda desordenada y revuelta de ternuras y amenazas, con una mirada dura clavada sobre el jugador…

(Bernardo Canal Feijóo, 1924; en Penúltimo poema del fútbol, http://descontexto.blogspot.com.es/2016/04/penultimo-poema-del-futbol-de-bernardo.html).


Ansiedad
(El juego se agolpaba contra unos de los arcos, como en un peloteo a la pared. El arquero tenía ya empastelados los ojos, y aunque volvía las espaldas en las contorsiones bruscas, quedaba siempre mirando de frente como un búho idiota…).

(Bernardo Canal Feijóo, 1924; en Penúltimo poema del fútbol, http://descontexto.blogspot.com.es/2016/04/penultimo-poema-del-futbol-de-bernardo.html).


Oda a Platko

Ni el mar,
que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.

Ni el mar, ni el viento, Platko,
rubio Platko de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.

No, nadie, nadie, nadie.

Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
Camisetas reales,
contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.

Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiente en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Platko, tu llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!

No, nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.

Volvió su espalda al cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas sin viento.

El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por ti, sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias.

No, nadie, Platko, nadie,
nadie se olvida.

Fue la vuelta del mar.
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.

Azul heroico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.

Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.

¡Y todo por ti, Platko,
rubio Platko de Hungría!

Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario al viento abrió una brecha.

Nadie, nadie se olvida.

El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.

No, nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.

Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.

¡Oh, Platko, Platko, Platko
tú, tan lejos de Hungría!

¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?

Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.

(Rafael Alberti, 1928).


Elegía al guardameta
         
          A Lolo, sampedro joven en la portería del cielo de Orihuela

Tu grillo, por tus labios promotores,
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?

En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo anudado.

Goles para enredar en sí, derrotas,
¿no la mundial moscarda?
que zumba por la punta de las botas,
ante su red aguarda
la portería aún, araña parda.

Entre las trabas que prendió la meta
de una esquina a otra esquina,
por su sexo al balón, a su bragueta
asomado, se arruina,
su redondez airosamente orina.

Delación de las faltas, mensajeras
de colores, plurales,
amparador del aire en vivos cueros,
en tu campo, imparciales,
agitaron de córner las señales.

Ante tu puerta se formó un tumulto
de breves pantalones
donde bailan los príapos su bulto
sin otros eslabones
que los de sus esclavas relaciones.

Combinada la brisa en su envoltura
bien, y mejor chutada,
la esfera terrenal de su figura
¡cómo! fue interceptada
por lo pez y fugaz de tu estirada.

Te sorprendió el fotógrafo el momento
más bello de tu historia
deportiva, tumbándote en el viento
para evitar victoria,
y un ventalle de palmas te aireó gloria.

Y te quedaste en la fotografía,
a un metro del alpiste,
con tu vida mejor en vilo, en vía
ya de tu muerte triste,
sin coger el balón que ya cogiste.

Fue un plongeón mortal. Con ¡cuánto tino!
y efecto, tu cabeza
dio al poste. Como un sexo femenino,
abrió la ligereza
del golpe una granada de tristeza.

Aplaudieron tu fin por tu jugada.
Tu gorra, sin visera,
de tu manida testa fue lanzada,
como oreja tercera,
al área que a tus pasos fue frontera.

Te arrancaron cogido por la punta,
el cabello del guante,
si inofensiva garra, ya difunta,
zarpa que a lo elegante
corroboraba tu actitud rampante.

¡Ay fiera! en tu jauleón medio de lino
se eliminó tu vida.
Nunca más, eficaz como un camino,
harás una salida
interrumpiendo el baile apolonida.

Inflamado en amor por los balones
sin mano que lo imante,
no implicarás su viento a tus riñones,
como un seno ambulante
escapado a los senos de tu amante.

Ya no pones obstáculos de mano
al ímpetu, a la bota
en los que el gol avanza. Pide en vano,
tu equipo en la derrota,
tus bien brincados saques de pelota.

A los penaltys que tan bien parabas
acechando tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas,
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto.

El marcador, al número contrario,
le acumula en la frente
su sangre negra. Y ve el extraordinario,
el sampedro suplente,
vacío que dejó tu estilo ausente.

(Miguel Hernández, 1931).


Lo que le debo al fútbol

Sí, lo jugué varios años en la Universidad de Argel. Me parece que fue ayer. Pero cuando, en 1940, volví a calzarme los zapatos, me di cuenta de que no había sido ayer. Antes de terminar el primer tiempo, tenía la lengua como uno de esos perros con los que la gente se cruza a las dos de la tarde en Tizi-Ouzou. Fue, entonces, hace bastante tiempo, en 1928 para adelante, supongo. Hice mi debut con el club deportivo Montpensier. Sólo Dios sabe por qué, dado que yo vivía en Belcourt y el equipo de Belcourt-Mustapha era el Gallia.

Pero tenía un amigo, un tipo velludo, que nadaba en el puerto conmigo y jugaba waterpolo para Montpensier. Así es como a veces la vida de una persona queda determinada. Montpensier jugaba a menudo en los jardines de Manoeuvre, aparentemente por ninguna razón especial. El césped tenía en su haber más porrazos que la canilla de un centro forward visitante del estadio de Alenda, Orán. Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha.

Pero al cabo de un año de porrazos y Montpensier en el “Lycée” me hicieron sentir avergonzado de mí mismo: un “universitario” debe jugar con la Universidad de Argel, RUA. En ese periodo, el tipo velludo ya había salido de mi vida. No nos habíamos peleado, sólo que ahora él prefería irse a nadar a Padovani donde el agua no era tan “pura”. Ni tampoco, para ser sincero, eran “puros” sus motivos. Personalmente, encontré que su motivo era “adorable”, aunque ella bailaba muy mal, lo que me parecía insoportable en una mujer. ¿Es el hombre, o no es, quien debe pisarle los dedos de los pies? El tipo velludo y yo prometimos volver a vernos. Pero los años fueron pasando. Mucho después comencé a frecuentar el restaurante de Padovani (por motivos “puros”) pero el tipo velludo se había casado con su paralítica, quien seguramente le prohibía bañarse, como suele ocurrir.

¿Pero qué es lo que estaba diciendo? Ah, sí, el RUA. Estaba encantado, lo importante para mí era jugar. Me devoraba la impaciencia del domingo al jueves, día de práctica, y del jueves al domingo, día del partido. Así fue como me uní a los universitarios. Y allí estaba yo, golero del equipo juvenil. Sí, todo parecía muy fácil. Pero no sabía que se acababa de establecer un vínculo de años, que abarcaría cada estadio de la provincia, y que nunca tendría fin.

No sabía entonces que veinte años después, en las calles de París e incluso en Buenos Aires (sí, me ha sucedido) la palabra RUA mencionada por un amigo con el que tropecé, me haría saltar el corazón tan tontamente como fuera posible. Y ya que estoy confesando mis secretos, debo admitir que en París, por ejemplo, voy a ver los partidos del Racing Club, al que convertí en mi favorito sólo porque usan las mismas camisas que el RUA, azul con rayas blancas. También debo decir que Racing tiene algunas de las mismas excentricidades que el RUA. Juega “científicamente”, pierde partidos que debería ganar. Parece que esto ahora ha cambiado (eso es lo que me escriben de Argel), cambiado -pero no mucho-. Después de todo, era por eso que quería tanto a mi equipo, no solo por la alegría de la victoria cuando estaba combinada con la fatiga que sigue al esfuerzo, sino también por el estúpido deseo de llorar en las noches luego de cada derrota.

Como zaguero está el “Grandote” -quiero decir Raymond Couard. Le dábamos bastante trabajo, si mal no recuerdo. Jugábamos duro. Los estudiantes, los nenes de papá, no escatiman nada. Pobres de nosotros -en todo sentido- ¡muchos nos burlábamos de la dureza de nuestros propios pies! No teníamos más remedio que admitirlo. Y teníamos que jugar “deportivamente”, porque ésa era la dorada regla del RUA, y “firmes”, porque, cuando todo está dicho y hecho, un hombre es un hombre. ¡Difícil compromiso! Eso no puede haber cambiado, estoy seguro.

El equipo más difícil era el Olympic Hussein Dey. El estadio quedaba detrás del cementerio. Ellos nos hicieron notar, sin piedad, que podíamos tener acceso directo. En cuanto a mí, ¡pobre golero!, vinieron por mi cadáver. Sin Roger ¡lo que hubiera sufrido! Estaba Boufarik, ese centro forward grande y gordo (entre nosotros lo llamábamos “Sandia”) se excusaba con un: “Lo siento nenito“ y una sonrisa franciscana.

No voy a seguir. Ya me excedí de mis límites. Y entonces, me pongo reblandecido. Hasta en “Sandía” veo bondad. Además, seamos sinceros, bien que esto era lo que habían enseñado. Y a esta altura, no quiero seguir bromeando. Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol, lo que aprendí con el RUA no puede morir. Preservémoslo. Preservemos esta gran y digna imagen de nuestra juventud. También estará vigilándolos a ustedes.



Habla, memoria

De todos los deportes que practiqué en Cambridge, el fútbol ha seguido siendo un viento claro en mitad de un período notablemente confuso. Me apasionaba jugar de portero. En Rusia y los países latinos ese intrépido arte ha estado rodeado siempre de un aura de singular luminosidad. Distante, solitario, impasible, el portero famoso es perseguido por las calles por niños en éxtasis. Está a la misma altura que el torero y el as de la aviación en lo que se refiere a la emocionada adulación que suscita. Su jersey, su gorra de visera, sus rodilleras, los guantes que asoman por el bolsillo trasero de sus pantalones cortos, lo colocan en un lugar aparte del resto. Es el águila solitaria, el hombre misterioso, el último defensor.

Los fotógrafos, doblando reverentemente una rodilla, le sacan instantáneas cuando se lanza espectacularmente en plancha hacia un extremo de la meta para desviar con la punta de los dedos un disparo raso y veloz como un rayo, y el estadio entero ruge de aprobación mientras él permanece unos instantes tendido en el mismo lugar donde ha caído, intacta aún su portería.

Oh, desde luego tuve mis días brillantes y vigorosos: el magnífico olor del césped, aquel famoso delantero del campeonato universitario que se me aproximaba cada vez más sorteando defensas, empujando el leonado balón con la punta de su centelleante bota, y después el disparo envenenado, la afortunada parada, la prolongada comezón… Pero hubo otras jornadas, más memorables, más esotéricas, bajo tristes cielos, con las inmediaciones de la meta convertidas en una masa de barro negro, el balón tan resbaladizo como un budín de ciruela, y mi cabeza despistada por la neuralgia, tras una noche insomne de versificación. En esos días apenas si daba malos manotazos y acababa recogiendo el balón junto a la red. Compasivamente el juego pasaba a desarrollarse en el otro extremo del encharcado terreno. Comenzaba a caer una llovizna cansina, vacilaba, y volvía a empezar.

El partido no era más que una vaga agitación de cabezas junto a la remota portería del St. John o del Christ College, o cualquiera que fuese nuestro rival. Los lejanos y confusos sonidos, un grito, un toque de silbato, el golpe seco de un chut, nada de todo aquello tenía importancia o relación conmigo. Ya no era tanto el guardián de una portería de fútbol como el guardián de un secreto.

Cruzados los brazos, apoyaba mi espalda en el poste izquierdo, disfrutaba del lujo de cerrar los ojos y escuchaba los latidos de mi corazón, notaba la ciega llovizna en mi cara, oía, alejados, los ruidos sueltos del partido, y me veía a mí mismo como un fabuloso ser exótico disfrazado de futbolista inglés, que componía versos en un idioma que nadie entendía, acerca de un país que nadie conocía. No era de extrañar que no gozase de muy buena reputación entre mis compañeros de equipo.

(Vladimir Nabokov, 1967; fragmento de Habla, memoria, en Revista Diners, n. 435, junio de 2006, http://revistadiners.com.co/ocio/15754_nabokov-arquero/).


El miedo del portero al penalty

“El portero miraba cómo la pelota rodaba por encima de la línea...”.

(…) Josef Bloch, antiguo portero de un equipo de fútbol, es despedido de su trabajo como mecánico y debe empezar una nueva etapa en su vida por cauces tan dolorosos como desconocidos para él.

Vivirá escrupulosamente cada momento del día, pero también los atravesará como si un velo de algodón lo envolviera todo. Ni el cine, ni el crimen, ni el viaje lograrán crear sensaciones capaces de llegar a su conciencia de una forma clara. Sólo los recuerdos de su época de futbolista serán capaces de presentarse ante él de un modo más o menos aprehensible.

“(…) Bloch vio cómo poco a poco todos los jugadores iban saliendo del área de castigo. El que iba a lanzar el penalty colocó el balón en el sitio adecuado. Entonces él mismo retrocedió y salió del área de castigo.

-Cuando el jugador toma la carrerilla, el portero indica con el cuerpo inconscientemente la dirección en que se va a lanzar, antes de que haya dado la patada al balón, y el jugador puede entonces lanzar el balón tranquilamente en la otra dirección-, dijo Bloch. Es como si el portero intentara abrir una puerta con una brizna de paja.

De repente, el jugador echó a correr. El portero, que llevaba una camiseta de un amarillo chillón, se quedó parado sin hacer un solo movimiento, y el jugador le lanzó el balón a las manos (…)”.

(Peter Handke 1970; fragmentos de la novela El miedo del portero al penalty).


Un buen guardameta…

Un buen guardameta es aquél que con su peculiar actuación sobrepasa sus facultades y salva más veces a su equipo.

(Jean Paul Sartre; frase atribuida al pensador francés).


Estadio de noche

Lentamente ascendió el balón en el cielo.
Entonces se vio que estaba lleno el graderío.
En la portería estaba el poeta solitario,
pero el árbitro pitó fuera de juego.

(Gunter Grass; http://amediavoz.com/grass.htm).


El césped

Sólo cuando, después de los comentarios y risotadas de rigor, el sordo consideró oportuno regresar a su puente de mando, o sea la caja, Martín empezó a poner sus preocupaciones y dudas sobre la mesa. Comenzó con rodeos, aproximándose al tema pero sin abordarlo directamente. Por ejemplo, preguntándole a un Benja, más callado que de costumbre, si pensaba en España o en Brasil. Que no pensaba nada, dijo Benja, pero el otro fue contundente: pues yo sí. Benja comentó que hacía bien, que todo era cuestión de temperamento. O de alergias. Y Martín, qué temperamento ni qué alergias, vos podés pegar el brinco más fácilmente que cualquier otro; un buen delantero siempre es codiciable, ya que es un producto que no abunda; para los dirigentes los campeonatos se ganan con los goles que se meten, no con los que se evitan. Benja intenta refutar y recuerda que ha habido sonados pases de goleros. Sí, ya sé: Fillol, Pumpido, y ahora ese ruso Dassaev. Pero no vas a comparar, es tan raro que los intermediarios se rompan los cuernos por conseguir el pase de un arquero. Ustedes los delanteros son los que maradonean, los que prometen (y a veces consiguen) el paraíso; decime Benja, cuántos números ocho tiene este país que puedan verdaderamente hacerte sombra; tenés que irte y si podés no cruces el charco chico sino el charco grande. España, Italia. Además, sos el modelito más codiciado aquí, allá y acullá, o sea el número ocho que colabora con la defensa, domina el medio campo, pasa como un maestro, y por añadidura, hace goles de campeonato. Te juro que si yo fuera delantero ya me habría ido, pero no soy un metegoles sino un evitagoles y eso no cuenta. Si en un partido te meten tres, sabés cómo te putean: si te rompiste todo y no te hacen ninguno, si te pasaste los noventa minutos sacando pelotas imposibles y aguantaste todo el chaparrón de una delantera dribleadora, sorpresiva, potente, nadie se acuerda, pero si en un solo contraataque el número diez pescó a la defensa adelantada y corrió como un gamo e hizo el gol, el héroe es él, nunca el atajapelotas que quedó allá atrás, olvidado y a solas. En cambio, cuando el equipo contrario mete un gol, no se lo hace al cuadro entero sino al guardameta, es él quien falla en el instante decisivo, el que pese a la estirada no pudo alcanzar la pelota, el que tiene que ir mansa y humilladamente a recogerla en el fondo de la red, y también el que es enfocado por las cámaras para que el espectador pueda aquilatar su vergüenza, su bronca, su desconcierto, como contrapeso de la euforia, el estallido y la corrida triunfal del otro enfocado, o sea el autor del gol. Y encima te pasan el replay, para que tu humillación se duplique, se triplique, se multiplique hasta el infinito.

(Mario Benedetti, 1989; fragmento del relato breve El césped; http://www.poesi.as/mb96b066.htm).


El arquero

También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped.

Es un solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores.

Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace. Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.

Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición.

(Eduardo Galeano, 1995; de El fútbol a sol y sombra).


Moacir Barbosa

A la hora de elegir el arquero del campeonato, los periodistas del Mundial del 50 votaron, por unanimidad, al brasileño Moacir Barbosa. Barbosa era también, sin duda, el mejor arquero de su país, piernas con resortes, hombre sereno y seguro que transmitía confianza al equipo, y siguió siendo el mejor hasta que se retiró de las canchas, tiempo después, con más de cuarenta años de edad. En tantos años de fútbol, Barbosa evitó quién sabe cuántos goles, sin lesionar jamás a ningún delantero. Pero en aquella final del 50, el atacante uruguayo Ghiggia lo había sorprendido con un certero disparo desde la punta derecha. Barbosa, que estaba adelantado, pegó un salto hacia atrás, rozó la pelota y cayó. Cuando se levantó, seguro de que había  desviado el tiro, encontró la pelota al fondo de la red. Y ése fue el gol que apabulló al estadio de Maracaná y consagró campeón al Uruguay. Pasaron los años y Barbosa nunca fue perdonado. En 1993, durante las eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos, él quiso dar aliento a los jugadores de la selección brasileña. Fue a visitarlos a la concentración, pero las autoridades le prohibieron la entrada. Por entonces, vivía de favor en casa de una cuñada, sin más ingresos que una jubilación miserable. Barbosa comentó:

-“En Brasil, la pena mayor por un crimen es de treinta años de cárcel. Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí”.

(Eduardo Galeano, 1995; de El fútbol a sol y sombra).


Un recuerdo de la infancia

En 1962 vivía en Quilpué, a cincuenta metros de donde estaba alojada la selección brasileña de fútbol. Conocí a Pelé, a Garrincha, a Vavá (delantero brasileño). Recuerdo por ejemplo que Vavá me tiró un penal y se lo atajé. Y para mí es la mayor hazaña que he hecho: ¡le atajé un penal a Vavá!

(Roberto Bolaño, 1998; anécdota contada  en una entrevista realizada por Marcelo Soto para la revista Qué Pasa, http://www.vivaleercopec.cl/2014/06/19/cuando-roberto-bolano-le-atajo-un-penal-vava/). 


(Imagen: El partido del fútbol, de L. S. Lowry)

jueves, 11 de enero de 2018

El mapa de las guerras, el de un mundo infernal


Es lo que nos ofrece Tom Engelhardt en la página electrónica TomDispatch.com(publicado, ya traducido, por Rebelión) con elocuencia. Se trata del mapa de las guerras donde está involucrado EEUU. Son 76 los países donde ese país está interviniendo de alguna forma: directamente con sus tropas, mediante drones,  por la presencia de bases militares o en la lucha contra el terrorismo. Un mapa de un "mundo infernal", como se refiere Engelhardt en el título de su artículo.

Ahora tenemos a Donald Trump, que quiere imprimir un giro aún más intenso en la presencia del imperio en el mundo. Pero no debemos olvidar que quienes siguieron a George H. W. Bush no han dejado de alimentar y mejorar la maquinaria infernal que está destruyendo al mundo y a quienes habitan en él.  Los Jimmy Carter, George W. Bush y Barak Obama, cada uno a su manera y en distinto grado, son también responsables.


Engelhardt  nos recuerda lo ocurrido desde principios del siglo XXI: "Una vez, hace casi 17 años, era un país; ahora son 76, y la cuenta sigue creciendo. Mientras tanto, hay grandes ciudades convertidas en escombros, decenas de millones de seres humanos han tenido que abandonar su casa, millones de refugiados han cruzado fronteras, se han desestabilizado cada vez más territorios, algunos grupos terroristas se han convertido en marcas en importantes partes del planeta y nuestro mundo estadounidense continúa militarizado". Y sólo se refiere a las guerras. 

Que no vivimos en el mejor de los mundos, es algo evidente. Como lo es también que la Tierra sigue siendo un infierno para mucha gente, para la mayoría. Desde que EEUU se erigió en la única superpotencia, cuando acabó la Guerra Fría -hace más de un cuarto de siglo-, la cosa ha ido a peor. Las promesas que lanzaron sus voceros acerca del "fin de la historia", "la era de la libertad" y demás expresiones rimbombantes, nunca han sido realidad. Desde entonces el imperio, con la ayuda de sus segundones, sea la UE, Japón y otros aliados, no ha dejado de sembrar miseria y guerras. Violencia, en suma. En nombre de la libertad. Hasta en los países más ricos se ha roto el pacto que permitía a la mayoría disponer de derechos sociales.

Ahora el mundo está manos de un imperio, en lo político y militar, haciendo uso de la fuerza por sí solo o con la ayuda de la OTAN y de otros aliados (por ejemplo, Arabia Saudita), y de una minoría económica que, a través de instituciones supranacionales o gobiernos, no para de imponer los cánones del neoliberalismo.

miércoles, 10 de enero de 2018

¿Es puritanismo denunciar el acoso sexual?

Hace unas semanas una conocida presentadora de televisión, famosa por sus comentarios superficiales en un programa superficial, soltó la frase "tenemos que defender el machismo desde un buen punto de vista que es el que los hombres nos defiendan a nosotras". 

Ayer se hizo público en el periódico Le Monde un manifiesto, suscrito por 100 mujeres (actrices, escritoras, periodistas, intelectuales...), que está levantando ampollas. Ha salido al paso de la campaña #MeToo ("Yo, También") lanzada hace unos meses para denunciar el acoso que sufren las mujeres en los distintos ámbitos laborales y que se focalizó inicialmente sobre el conocido productor Harvey Wenstein. 

El contenido del escrito no tiene desperdicio. Se defienden cosas que pueden resultar sorprendentes, a la vez que se distorsionan otras. Por eso conviene leerlo con detenimiento. Como punto de partida se expresa: "la violación es un crimen, pero el coqueteo insistente o torpe no es un delito ni la galantería es una agresión machista". Pero si lo primero no da lugar a dudas, lo que le sigue es más que susceptible de que sí lo sea.

Se dice en el manifiesto que con la situación a la que se ha llegado "nos ordenan hablar bien, a callar las cosas que incomodan y las que se niegan a aceptarlo son miradas como traidoras, como cómplices". Se considera, así mismo, que lo que está ocurriendo es propio del puritanismo, desde el que se utilizan, "en nombre del supuesto bien general, los argumentos de la protección de las mujeres y de su emancipación para encasillarlas mejor en un estatus de eternas víctimas". El resultado es una "justicia expeditiva que ya tiene sus víctimas, los hombres castigados en el ejercicio de su profesión, obligados a renunciar, etc., a los que se culpa de tocar una rodilla, tratar de robar una beso, hablar de cosas 'íntimas' durante una cena profesional o haber enviado mensajes de naturaleza sexual a una mujer". 

Una de las firmantes, Abnouse Shalmani, había escrito días antes el artículo "Por qué ya no soy feminista", publicado en la revista Marianne, en el que dice que "el feminismo ha derivado a estalinismo con todo su arsenal: acusación, ostracismo, condena". Otra de las firmantes, Elisabeth Lévy, directora de Caseur, considera que existe un acoso sobre los hombres desde lo que denomina neofeminismo. En el caso de Peggy Sastre, su libro La dominación masculina no existe lo dice todo.  

Me pregunto si la denuncia del acoso sexual es puritanismo. También, si el hacerlo es una forma de condenar sumariamente a quienes acosan.

Y así estamos.

martes, 9 de enero de 2018

Mis publicaciones, las universidades españolas y las de otros países (en especial las de EEUU)



Hace un par de años descubrí que en el WorldCat-OCLC, una red que recopila los fondos de obras existentes en las diferentes bibliotecas del mundo, aparecían varias publicaciones mías. Concretamente, cuatro: mi tesina o memoria de licenciatura, presentada en 1982, con el título Nuevas aportaciones sobre la reforma agraria durante la II República (1931-1936)un trabajo realizado con Ángel Abela de los Riscos y Mª José Soriano Martín, Las mujeres en el currículum de las Ciencias Sociales, que fue fruto de varias experiencias didácticas en el instituto Trafalgar de Barbate y que registramos en 1997; el libro Anarcofeminismo en España. La revista Mujeres Libres antes de la Guerra Civil, editado por la Fundación Anselmo Lorenzo en 2003; y el libro La educación en Barbate durante la época franquista. Política municipal y acción del estado (1938-1975), escrito junto a Juan Antonio Criado Atalaya y autoeditado en 2005.

Un bagaje humilde, pero del que me siento orgulloso. No obstante, no se encuentra una gran cantidad de trabajos que, publicados o no, he ido realizando a lo largo de mi vida. Pero el motivo de esta entrada no es tanto hablar sobre lo que he podido hacer, como el tratamiento que en las universidades españolas se da a los trabajos que se hacen fuera de su ámbito. Voy a intentar ilustrar lo que digo mediante dos de mis trabajos y, más concretamente, los dos que son propiamente libros. 


En el caso de La educación en Barbate durante la época franquista, sólo se encuentra en una universidad: la Pontificia de Salamanca. En su momento se le hizo llegar un ejemplar a un profesor de la Universidad de Cádiz e incluso se envió un correo electrónico masivo a diversas universidades poniéndolo en conocimiento. No hubo respuesta. 

Algo diferente ocurre con Anarcofeminismo en España, que se encuentra en las bibliotecas de cinco universidades españolas: Barcelona, Salamanca, Deusto, Complutense de Madrid y Granada. Pero, como veremos, su presencia es mayor en el extranjero. Se trata de un libro sigue teniendo cierta  difusión, como puede verse en la red. Yo mismo he ido recopilando, en la medida de mis posibilidades, aquellos trabajos donde es citado: en forma de recensión, páginas electrónicas diversas (blogs, webs, revistas...) o en publicaciones. 

Volviendo al WorldCat-OCLC, la información que ofrece permite ver en qué países ha llegado y las diferentes instituciones que se han hecho con un ejemplar del libro. En mi libro Anarcofeminismo en España la mayoría, 37, lo han hecho bibliotecas universitarias. Los otros casos son de tres bibliotecas públicas, una fundación  y un instituto de investigación. El número de países es de 10, correspondientes a cuatro continentes: Europa (6), América del Norte (2), África (1) y Oceanía (1).


Lo más sorprendente para mí es lo referente a los países. Me llama la atención que donde la presencia de mi libro es mayor sea en EEUU: 23 universidades y 2 bibliotecas públicas. Mientras España sólo se encuentra en las  cinco universidades antes referidas, en Alemania, sin embargo, son cuatro: Osnabrück, en Baja Sajonia; Hamburgo; Sachsen-Anhalt, en Halle; y Leipzig. En Canadá está en dos: la de Toronto y la British Columbia, en Vancouver. En el resto de universidades: la Jean Jaurés de Toulouse, en Francia; el Trinity College de Dublín, en Irlanda; y la Auckland, en Nueva Zelanda. Y en cuanto a otro tipo de instituciones culturales se encuentran: la British Library Saint Pancras de Londres; la Fondation Roi Abdul-Ariz de Casablanca; y el International Institut of Social History de Amsterdam.


¿Y en qué bibliotecas estadounidenses se encuentra? Veamos las universidades: Berkeley (Berkeley, California), Stanford (Palo Alto, California), California (Santa Bárbara, California), California (San Diego, California), California (Los Ángeles, California), New Mexico (Alburquerque, Nuevo México), Texas (Austin, Texas), Kansas (Lawrence, Kansas), Tulsa (Tulsa, Oklahoma), Harvard (Cambridge, Massachusetts), Yale (New Haven, Connecticut), Wisconsin (Madison, Wisconsin), Emory (Atlanta, Georgia), North Carolina (Chapel Hill, Carolina del Norte), Florida (Gainesville, Florida), Pennsylvania (Filadelfia, Pennsylvania), Tulane (New Orleans, Luisiana), Princeton (New Jersey, Nueva Yersey), Northwestern (Evanston, Illinois), New York (New York, Nueva York), Columbia (New York, Nueva York), Suny at Oneonta (Oneonta, Nueva York) y Brigham Young (Provo, Utah). Y en cuanto a las bibliotecas públicas: la Library Congress (Washington) y la New York Public Library Sistem (Nueva York). 

Lo de EEUU, repito, me resulta sorprendente. Demuestra que sus instituciones culturales no se quedan atrás a la hora de recopilar la creación intelectual en el mundo. Que sus regentes, bien por iniciativa propia o bien a petición de su profesorado, son sensibles a la hora de tener en cuenta lo que se elabora en los distintos países del mundo. Quizás refleje esa especie de esquizofrenia que vive dicho país, entre una mayoría alienada y embrutecida, llevada a prestar el apoyo a candidatos tipo Donald Trump, y una minoría preocupada por saber más sobre lo que ha ocurrido a lo largo de la historia. La presencia mayor de mi libro refleja, eso sí, una mayor preocupación que la existente en España.   

Tengo la impresión de que las universidades españolas, al menos en lo referente a las disciplinas donde me desenvuelvo, viven en buena medida de espaldas a la sociedad. Que disponen de una maquinaria engrasada para autoabastecerse en lo que se necesita para conseguir méritos y engordar los currículos individuales que permitan subir en el escalafón. No hace mucho escuché en boca de Josep Fontana de cómo en lo relativo a la represión habida durante el franquismo han sido las investigaciones de profesorado de secundaria las que han hecho posible que sepamos mucho más, mientras en las universidades se ha tendido a dar la espalda a ese campo de investigación. 

Me estoy refiriendo a unas universidades que no han sido capaces de reconocer lo que se hace fuera de ellas, que no ha buscado vías de encuentro para intercambiar experiencias con ámbitos diferentes y diversos, que no han atraído a quienes pueden aportar cosas interesantes... Parecen encerradas en sí mismas, despreocupadas por lo que ocurre en el mundo, más allá de cómo pueden creer que el mundo es desde su propio prisma. Podía poner ejemplos de situaciones personales vividas. No creo conveniente referirme a ellas, al menos por ahora.

Me entristece, eso sí, que mi libro Anarcofeminismo en España haya tenido más eco en las universidades de EEUU que en las de mi propio país.   

sábado, 6 de enero de 2018

Junqueras, condenado a seguir en prisión

La Sala de Apelación del Tribunal Supremo ha decidido mantener en prisión a Oriol Junqueras. Considera que existe "riesgo de reiteración delictiva". Así de contundente se ha mostrado, en la línea de lo que ya dictaminó en su día la Sala que le está juzgando junto a otros miembros del Gobern. Junqueras recurrió para su excarcelación en base a dos supuestos: para poder ejercer las acciones que le corresponden como representante electo en el Parlament de Catalunya; y presentándose como un hombre de paz. 

Eso no ha valido para que los tres magistrados de la Sala de Apelación hayan dicho que no. Siguen considerando dos cosas: que no ha abandonado su proyecto político y que lo realizado antes de su detención conllevó el empleo de "medios violentos y tumultuarios". 

Anteayer eldiario.es publicó una entrevista a José María Mena que no tiene desperdicio. Ya jubilado, llegó a ser fiscal jefe en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. De la misma se desprenden dos cosas: su condición profesional y su posicionamiento político. Sobre la primera, defiende la independencia de quienes conforman el mundo judicial, aun cuando no coincida con lo que a veces hacen, incluyendo las decisiones tomadas contra miembros del Gobern, la Mesa del Parlament y dirigentes de asociaciones civiles. Eso le lleva a decir que "Si la Fiscalía General sostiene que determinados comportamientos en Catalunya son un delito de rebelión, el tribunal es libre para decir 'sí' o 'no', y ha dicho que 'sí', que está de acuerdo, criterio que no comparto en absoluto". Sobre la segunda, también en relación al caso que nos ocupa, critica tanto al independentismo como al gobierno, sobre lo que dice categórico que "Entre unos y otros, parece que se ha buscado lo peor de cada casa". 

No voy a entrar en muchos detalles, pues para eso lo mejor es leer la entrevista, cosa que recomiendo. Sólo voy a resaltar la respuesta a una de las preguntas, en la que considero que incide directamente sobre el meollo de la cuestión. Hela aquí, aunque sea larga:

"El concepto de alzamiento está previsto para otras situaciones y, sobre todo, porque la argumentación de la Fiscalía General sobre el concepto de violencia se refiere a un ejercicio físico de violencia dirigida intencionadamente y calculadamente por los acusables para generar ese resultado.

En caso de que hubiera habido violencia en algún momento, no me parece razonable que los acusados hubieran articulado y calculado de antemano el ejercicio de eso que llaman violencia. La argumentación de la Fiscalía se refiere a actos previos, incluso de dos años antes, que generaban una presión moral que equivale a violencia moral.

Pero ¿qué significa violencia moral? El comportamiento democrático de más de un millón, y quizá hasta dos millones de personas, ejercido pacíficamente uno o dos años antes se convierte en violencia moral retroactiva a los efectos de determinar la existencia de un delito de rebelión, que es gravísimo. Me parece un uso exagerado de las previsiones del Derecho Penal, que no se compadecen con la situación que estamos viviendo en Catalunya. Si habéis paseado por Barcelona habréis observado que no hay la más mínima sensación de rebelión. Los autobuses funcionan con normalidad, la gente funciona con normalidad. No hay ninguna sensación externa de crispación y de rebelión que debían ser equivalentes a los del golpe de Estado de Tejero. Y eso no está ocurriendo".

La idea de violencia está por medio. Cientos y cientos de millones de personas de todo el mundo hemos podido ver que las movilizaciones habidas en Catalunya dentro del procés han tenido como denominador común la acción pacífica. Sin embargo, la práctica llevada a cabo por el estado el 1 de octubre del año pasado sí que llevó el sello de la violencia física. Y hasta tal punto, que el gobierno tuvo que ser avergonzado por sus protectores de la UE. 

Mientras tanto, Junqueras, como otros miembros del Gobern, sigue condenado a estar en prisión. Por violento, hala.

jueves, 4 de enero de 2018

Es necesario esclarecer la muerte de Mohamed Bouderbala, internado en el CIE de Archidona























El pasado 29 de diciembre falleció en el Centro Penitenciario Málaga II, situado en el municipio malagueño de Archidona, Mohamed Bouderbala, ciudadano de origen argelino. Según la información oficial que se ha dado, se debió a un suicidio. 


Dicho centro ha sido convertido de hecho desde hace poco tiempo en un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros), destinado a las personas que están siendo rescatadas cuando cruzan el Mediterráneo procedentes del norte de África. Desde el primer momento ha sido motivo de denuncias por parte de diversos colectivos de solidaridad, dadas las condiciones que tienen que soportar quienes han sido allí alojadas. 

Esa situación fue el motivo por el que el 28 de diciembre se personaran diversos representantes de IU, como el coordinador federal y diputado Alberto Garzón, la diputada por Málaga Eva García o el coordinador y parlamentario andaluz Antonio Maíllo. De inmediato denunciaron lo que consideran que es una vulneración grave de los derechos humanos. Como declaró el propio Garzón, se trata de "una cárcel, no habilitada, en la que se ha detenido a personas, menores y mayores, sin ningún tipo de procedimiento judicial mediante y sin ningún tipo de garantía satisfecha".

La muerte de Mohamed Bouderbala ha agravado la situación. Para IU, haciéndose eco de un clamor existente entre los colectivos de solidaridad y familiares del fallecido, no están esclarecidas las causas, razón por la que ha presentado ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Único de Archidona una solicitud formal para personarse como acusación popular en las Diligencias Previas 639/2017. En la motivación se dice, entre otras cosas, que "existen elementos que hacen pensar la existencia de una concatenación de conductas irregulares, en el ámbito de la administración pública y las Fuerzas de Seguridad del Estado". Así mismo, IU "apoyará las peticiones de prueba realizadas por la acusación particular de los familiares del fallecido y por Andalucía Acoge".

    

martes, 2 de enero de 2018

En el Memorial del cementerio de Salamanca y la escultura “Tiro de gracia”






















Ayer estuve en el cementerio de Salamanca. Salí a pasear, pero, ante lo desapacible del día, decidí visitarlo. Vi el nicho próximo a la entrada donde se encuentran los restos de Miguel de Unamuno. Visité la tumba de mi familia, donde se encuentran una hermana, mi padre y madre. Y fui, como suelo hacer en algunas ocasiones, al Memorial dedicado a las víctimas de la represión habida en la provincia de Salamanca tras el golpe militar de 1936. 

Apartado de lo que fue el corazón del cementerio, en esa zona enterraron anónimamente a las personas fusiladas tras el golpe militar de 1936, cuyo número se estima en 166. La primera vez que acudí lo hice con mi amigo Arturo. No recuerdo el año, pero fue a finales de los 70. Entonces no había nada. Sólo el muro desnudo y un pequeño solar de tierra sin lápidas. Allí nos imaginamos el horror que sufrieron. 


Pasados los años el espacio fue convirtiéndose en un lugar de la Memoria. Se fue dando cabida a lápidas con la inscripción de nombres de las víctimas, los restos de personas represaliadas en otros lugares (Pelabravo, Pinilla), dos monolitos, flores... Junto con el Memorial de la Orbada, a escasos 30 kilómetros de la capital, representa el recuerdo de unas víctimas mortales que se cuentan por más de mil, al menos 1.200 desaparecidas.


Ayer pude ver una novedad: la escultura "Tiro de gracia", de José Luis Pinto. Instalada en mayo de 2015, representa el esqueleto sobre el suelo de una víctima de la represión. Está hecha en hierro. El óxido se corresponde metafóricamente con lo que ocurre con el paso del tiempo: pese a la corrosión, pero siempre queda algo. Estremece verla. Pero representa la realidad. 

lunes, 1 de enero de 2018

Libertad para Ahed Tamimi



La joven palestina Ahed Tamimi sigue detenida. El juez Lidor Drachman, del tribunal militar juvenil, ha decidido retenerla otros seis días, pues, según se ha referido en su informe, liberarla podría perjudicar la investigación de sus acciones... criminales. 

Como nos cuenta Richard Silverstein ("¿Cuál es la razón de que Ahed al-Tamimi siga en prisión?", publicado hoy en Rebelión), para dicho juez la joven Ahed no representaba ningún peligro, incluso a pesar de que hubiera tenido una “conducta provocadora e indignante”. Llegó incluso a contemplar -¡qué gesto de benevolencia la del hombre!- su disposición "a liberarla en un centro alternativo de detención". Su cambio de opinión, sin embargo, se debió a la presencia de pruebas de que es una delincuente en serie. Y es que para el señor Drachaman “El informe confidencial remitido al tribunal indica que… representa una amenaza importante y que puede comprometer la investigación”.


Todo resulta muy rocambolesco, pero la cosa es más seria como para tomárselo con humor. Ante todo no deja de ser un síntoma de la naturaleza del estado israelí, empapado de un sionismo que cada vez se extrema más. 


Urge, pues, hacer un llamamiento para la liberación de Ahed.


(Imagen de Paolo Lombardi)

El secreto de Francisco Rodríguez, "El Hombrecino"

Leí ayer en Kaos en la red el artículo "El vecino que guardó 40 años en su cartera la lista de sus amigos asesinados en la Guerra Civil", escrito por Míriam Fernández Rúa. Días antes El País había publicado un reportaje de Manuel Viejo titulado "El abuelo que conservó en su bolsillo la lista de sus amigos fusilados"

Nos hablan del secreto que guardó durante varias décadas Francisco Rodríguez, conocido como "El Hombrecino": los nombres de más de cien personas de El Almendral y varios pueblos vecinos en Badajoz que fueron fusiladas durante la Guerra Civil. Un listado mecanografiado que guardaba doblado en su cartera. Doblado y envejecido por el paso del tiempo. Guardado como oro en paño, pero un oro tenebroso, porque estaba rodeado de miedo. El mismo que le llevó, como a tanta gente, a tener prohibido hablar de la Guerra. Sólo cedió ante su nieta, Susana Cabañero. Primero, contándole cosas vividas. Luego, dejándose grabar en vídeo. Y finalmente, accediendo al listado de nombres y los secretos que contenía.  

Aquí presento transcritos los nombres, ordenados por columnas, como se puede ver en la fotografía. En algunos casos los nombres son ilegibles. Como ocurre también con algunos de los apodos y con uno de los pueblos mencionados.

Columna de la izquierda

Manuel Quiterio Gil (Boina)
María Milán Terrón
Adolfo Ambrioso Torres (Mahúgo)
Camilo Caro Tornero (Pilatos)
Anselmo Cumplido Hernández
Rafaco Amador Sánchez
Francisco Barquero Parra
José López Gómez (Veneno)
Juan González Cáceres
José Hernández López (Mechiro)
Antonio Barquero García
Joaquín Martínez Tachero
Manuel Blanco Galván (Lucio)
Antonio Molina González (Romanones)
José López Sánchez (Vascorrio)
Enrique González Cáceres (Morcilla)
José Cebrián Sánchez (Tendero)
Antonio Vázquez Gordillo (Gigante)
José Gil Grau (Ventorrillo)
Ildefonso López Verdasco (Guarrón)
Basilio Sánchez Rubio (Vallero)
Ramón Pérez Fernández (Arrancho)
Francisco Tegeda Ramos
Victoriano Núñez Marín (Costilla)
Manuel Sánchez Chamorro (Hijo Bisi)
Alonso Andrino Cumplido
Alberto Rosales Monio (Paleto)
Antonio Olmedo García (Pirilao)
Ramón Reyes Domínguez
Antonio Barragán ¿? (El Careto)
José Parra Gordillo (Manocazo)
Domingo ¿? ¿? (¿?)
¿? Moreno Ramos (¿?)
Antonio Tegeda Sebastián (¿?)
José Tegeda Sebastián (¿?)
Teófilo Giménez Sánchez
Jacobo Fragoso Tinoco (Bruno)
Jesús Fragoso Milán
Maximino Fragoso Milán
Eustaquio Espacio Cordero (Panza)
Petra Gutiérrez Mateo (Mujer Panza) 

En Badajoz:

Jacinto Blanco Pérez
Candelario Pérez Sánchez

En La Morena:
Francisco Menacho Sánchez (El C[¿?])

En Nogales:
Francisco Fonseca León (Gordito)

En Albuera:
Manuel Bocho Tegeda (Lionda)
Nicasio Mogio Fonseca
Luis Ramos Merino
Celedonio Guerrero Rodríguez
José Verdasco Monio (Niño Bonito)
Ramón Verdasco Monio (Idem)

Columna de la derecha

Venceslao Martínez ¿?
José García Ontiveros
Juan Verdasco Carrasco (Curruco)
Felipe Giménez García (Colillas)
Eulalio Silvero Corral
Antonio Fernández y Fernández (Bir[¿?])
José Marín González (Pichuli)
Jerónimo Parra Zambrano
Jacinto Parra Zambrano
Teodomiro Corral Mangas
Antonio Amador Pérez (Perdigón)
Alfredo Cierva Nieves
Manuel González Gallego (Tarn[¿?])
Félix Tegeda Fructuoso
Antonio Rosales ¿?
Manuel Gil Ortiz (Ventorrillo)
Francisco Fructuoso López (Bol[¿?])
Tomás Sánchez Rubio (Vallero)
Manuel Sánchez Rubio (Hijo Pal[¿?])

En Fuente de Cantos:
José Hellín Alvez (Viruta)
Isabel Mogio Marín (Taruga)
Dolores Marín Amador (Taruga Madre)
Nicolás Gordillo Sánchez
Teodomiro Verdasco Reyes (Chato [¿?]lasco)
Aurelio Mogio Marín (Tarugo)
Fermín Caballero Moreno
José Caro Verdasco (Pilatos Hijo)
José Fragoso Vázquez (Hijo Medi[¿?])
Bárbara Mogio Marín ((Hija ¿?)

En ¿?:
José Vázquez Gordillo (Sena)
Antonio Sánchez Chamorro (Hijo Ba[¿?])

En Almendral:
Manuel Pérez Torrescusa (Bota)
Francisco Zambrano Alfonso (La [¿?])
Urbano Estrecha Sánchez
Luis Bocho Blanco (Bochino)
Celedonio Sánchez Yévenes (Madroño)
Manuel Marín y Marín (Pavía)
Fabián Marín Salido ([¿?])
Julián Gordillo Ramírez ([¿?])
Isidro Hellín Alvez (Viruta)
Francisco Fernández Fernández
Francisco Domínguez Nieves (M[¿?])
Crescencio Torres Negro
Teresa Núñez Galván (Cachorra)
María Cáceres Carbajal (La Cá[¿?])
Emiliano Andrino Zambrano
Rufino Torrado Ortiz
Pedro Verdasco Sánchez
Agustina Molina González
Fabián Andrino Vega
Francisco Pinilla Tegeda