martes, 12 de agosto de 2025

Un escrito de Francisco Estudillo Orellana publicado en Tierra y Libertad en mayo de 1933

 

Mientras consultaba números del periódico semanal Tierra y Libertad de los primeros meses de 1933, buscando información sobre el chipionero José Miranda de Sardi, me he topado con un pequeño escrito firmado por Francisco Estudillo Orellana. Data, concretamente, del 26 de mayo y lo envió desde Casas Viejas, su localidad natal y por entonces de residencia. Años después acabó instalándose en Barbate, donde arraigó con su familia, varios de cuyos descendientes siguen residiendo en ella.

Nacido en 1915, 
trabajaba en la "fábrica de la luz" que suministraba electricidad al pueblo cuando tuvieron lugar los conocidos como Sucesos de Casas Viejas en enero de 1933. Vinculado desde muy joven al movimiento libertario, no participó directamente, porque, según contó al antropólogo estadounidense Jerome Mintz hace más de medio siglo, su padre lo encerró en casa. Eso no impidió que acabara siendo encarcelado durante un tiempo. 

Iniciada la Guerra Española, en agosto de 1936 huyó hacia Málaga, enrolándose en las filas del ejército republicano. Tras el fin de las contienda estuvo internado en el campo de concentración de Albatera (Alicante) y en una prisión de Valencia. El Consejo de Guerra permanente de Algeciras le abrió en agosto de 1939 un procedimiento sumarísimo,  acusado del delito de rebelión. En 1940 regresó a Casas Viejas y en agosto del año siguiente quedó absuelto. Los  testimonios favorables de varios vecinos del pueblo, entre los que estaba el párroco de su pueblo, Manuel Muriel, ayudaron a qué así fuera. 

Se buscó la vida transportando con su propio camión productos, como el aceite. A principios de los 50 se trasladó a Barbate y con el tiempo fue montando otros negocios. Desde 1974 colaboró con el historiador Jerome Mintz, que estaba recogiendo información sobre lo ocurrido en Casas Viejas. No le faltó tampoco  participar activamente en la reconstrucción de la agrupación local del PSOE en Barbate y en la de su pueblo natal. 

En 1983 apareció en varios medios de comunicación, como Diario 16 Semanal y El País, y colaboró con el director de cine José Luis López del Río para la película Casas Viejas. Falleció en  Barbate en 1993.

El escrito es un testimonio de primera mano de la situación que se estaba viviendo en Casas Viejas al poco de los sucesos  de enero y en plena vorágine política en el marco del conjunto del estado. Ese clima lo reflejé en el comentario que publiqué sobre la presentación en Barbate de la novela Tres días del 33, de Ramón Pérez Monteroen octubre de 2024, de esta manera:

"Lo ocurrido se fue conociendo por la opinión pública poco a poco: primero, de una forma manipulada y a través de la prensa (Diario de Cádiz, ABC, El Sol…), la versión oficial, que estaba basada en presentar lo ocurrido como un enfrentamiento entre iguales; luego fueron saliendo a la luz hechos reales, publicados, sobre todo, en la prensa anarquista (en CNT, por Miguel Pérez Cordón; en La Libertad, por Ramón J. Sender; en La Tierra, por Eduardo de Guzmán; en Tierra y Libertad, por José Miranda de Sardi…); algunas de estas informaciones, con el tiempo, se convierten en libros, fueran reportajes (Guzmán, Sender…) o de literatura (Federica Montseny, Lucía Sánchez Saornil…); desde el 19 de febrero, con la primera visita parlamentaria, se fue sabiendo que la realidad no fue otra cosa que una masacre; la información se fue ampliando a través de las investigaciones y los testimonios que se hicieron -fueran reales, interesados, cambiantes…- durante las pesquisas policiales y judiciales, y en los propios juicios; eso conllevó la distorsión, manipulación y utilización de parte de lo ocurrido, sobre todo desde los grupos y medios de la derecha, con el claro objetivo de derribar al Gobierno; pasados los años fueron entrando en escena los historiadores y/o antropólogos; primero, en los 50, lo hizo Eric J. Hobsbawm, con su interpretación fallida; luego, en los 60 y 70, Jerome Mintz, que dio la voz a protagonistas y aclaró dudas, malentendidos y falsedades; después, en los 70 y 80, Gérard Brey, Jacques Maurice…; más recientemente, José Luis Gutiérrez Molina, Salustiano Gutiérrez Baena, Jesús Núñez Calvo, Tano Ramos…".

En esa misma novela Francisco aparece como personaje en el capítulo "Paquito el de la Luz" (pp. 181-185), manteniendo un diálogo con su tío José Suárez Orellana, que era concejal por el PSOE en el municipio matriz de Medina Sidonia. Hablaban de cómo había gente que guardaba pistolas, a lo que el tío le respondió con un "Mejor que no nos veamos en esas, Paquito".

Francisco, que había salido del penal de El Puerto de Santa María 
por la posesión de una pistola en su casa, quiso transmitir su testimonio a través del periódico Tierra y Libertad, que era el portavoz de la Federación Anarquista Ibérica, la FAI. Este grupo había surgido en 1927 y se había convertido en el defensor de la ortodoxia anarquista dentro de la CNT, alejada de cualquier veleidad reformista. 

En su escrito seguía defendiendo los principios libertarios, haciendo un llamamiento a la juventud para no dejarse doblegar:

"Esa ley (...) que no reconoce delincuente[s] a los que asesinaron a 29 recientemente en este pueblecito: Casas Viejas.
Todas las leyes escritas caerán [h]echas trozos al paso arrollador de la juventud rebelde y anarquista".

Su grito final da fe de lo que en el mes de mayo de 1933 
estaba defendiendo.


(Primera imagen: retrato de Francisco Estudillo Orellana, tomado de Todos (...) los Nombres).