lunes, 1 de enero de 2024

El viento, la paz, los colores...

 


Los tres deseos

El viento me trae un recuerdo.
Es la misma brisa
de cuando mi alma brillaba como las rocas.
Tenía dieciséis años y tres deseos:
cabeza de lechuza,
corazón de cierva,
sexo de pantera.

El viento, veinte años más tarde,
mece al Árbol de la Vida.
Contemplo los frutos maduros a sus pies,
cómo rezuman la ironía del tiempo
cómo se pudren, impotentes y asombrados
por el hoy de aquella joven que se rebautizó a sí misma
Yo Soy Yo y Sólo Yo.

(Miren Agur)


las mujeres y el viento

él siempre va a volver
me previno la griega
traduciendo la borra del café
y me hablaba de un hombre
yo pensaba en el viento

el viento siempre vuelve
pero esta ciudad no se acostumbra
anda
cada vez
desaforado por las calles
a brochazos de tierra
borrándonos los pasos

se nos vuelan los pájaros
los olores
la ropa
se desafina la casa
la memoria se astilla
y hay que poner la pava
preparar unos mates
y esperar
a que se vaya
en unos días
unas semanas
vaya a saber
con el cambio de luna

como un tremendo viento
dicen que fue el malón
un torbellino en contra de los días
y eso que los antiguos eran duros
como rocas
firmes
ahí quedó su sangre
desparramada
me decías abuela
y tu recuerdo es el lago
al que me asomo
para sorber un trago

y aquí hasta la noche se ha opacado
el viento ruge
arrancando hasta las ganas de quedarse
seguro que las lomas quedaron peladitas
por ahí andará el ruego de ignacia quintulaf
porque su hijo no volvía
el humo de la yerba y el azúcar quemadas
subiendo apenas
un poco más que el taill
y es una pausa su voz

el viento siempre vuelve
quiere rendirnos a nosotras
probarnos las raíces
llevarse algunas
arrastradas
o girando
yo prefiero esas matas livianas
a estos huesos espesos
que reventarán contra el cemento

él siempre va a volver
pero no tenga miedo
agregaba
la griega
porque también se irá

el viento amaina
y el planeta se pone transparente

éste es un olmo
y señala mi hermano
un tallo y unas hojas
alzándose del suelo
desafiantes
pienso que el viento nos trajo su semilla
desde el boulevard
y ¿ves? aquí hay otro

quiero decir
ricardo
tus hijos son tan claros
como estos olmos
pero tengo todavía
arena
en las coyunturas
y no hay palabras
quién sabe adónde
las estará sembrando
el viento

(Liliana Ancalao)


Infancia

El viento golpea la puerta
del cuarto siempre cerrado.

El viento llama a la puerta.

El viento quiere abrir
la puerta en que detiene su camino
ese caballo blanco con ojos de cristal.

El viento araña
la puerta con su garra de dragón errabundo.

Los sioux y comanches
van tensando sus arcos.

La paloma mecánica
mueve sus alas frías.

Pero el viento
derriba al fin la puerta.

Y deja ver
la habitación de sombra y amargura.

(Felipe Benítez Reyes)


Poema al viento

Viento,
el parque de los pájaros
te lleva a algún sitio.
Sopla limpio y tranquilo.
Suspiro divino,
golpe cálido y furioso.
Viento que sopla como el fuerte o suave viento.
Viento, no soples fuerte, que despienas a la tierra, viento.
Viento en la cima, en la soledad, viento.
Viento, te siento, me llevas dentro, viento.
Viento eres la visita dl futuro, viento.

(Pep Bruno)


Tribunal del viento

El rudo viento de levante arrastra
la arena hasta los soportales
y entra en los dormitorios y toma posesión
de los enseres indistintos,
se asocia a las cortinas y las sábanas,
cuartea la  vetusta madera de la noche.

Y sucede de pronto que también
hostigan a la vida esos furiosos aguijones,
ese acérrimo enjambre
de historias polvorientas, mientras
se van superponiendo alrededor
los lentos algodones del cansancio.

A mi querella el tribunal del viento.

(José Manuel Caballero Bonald)


En la ciudad del viento…

En la ciudad del viento,
veo lo que nadie ve,
siento lo que nadie siente,
lo digo, lo repito con el viento
y no me arrepiento.

El desierto me hace sentir
como una princesa
en la ciudad del viento.

En la ciudad del viento,
hay palacios de piedras
y castillos de arena,
como en los cuentos de hadas.

El desierto me hace sentir
como una princesa
en la ciudad del viento.

Ando descalza sobre una alfombra de arena,
suave como la seda
y dorada como el ORO.

Vivo bajo un cielo
grande e inmenso,
cubierto por un velo azul,
azul como el mar.

En la ciudad del viento
la libertad nació sin dueño.
En este horizonte lejano y sin límite,
como un sueño,
cuando posa la mirada,
la vista navega libremente.

El desierto me hace sentir
como una princesa
en mi palacio de lona,
rodeado de espejismos,
como cascadas y fuentes de agua,
que se deslizan de las montañas…
espejismo brillante, con destellos,
como el diamante que
brota de repente
desde el fondo
de la tierra…

Tierra, yerma y querida,
madre del fuego,
del aire, del frío, del silencio,
del nómada y del viento.

El desierto me hace sentir
como una princesa
en la ciudad del viento.

El sol, mi hada madrina,
cada día me quiere,
me guía y me protege.

La luna, mi espejo mágico,
que me escucha,
me mira y me mima.

Las estrellas, luces de vecinos
y pueblos de princesas,
cercanas y lejanas,
cada noche me iluminan,
me vigilan y me amparan.

El desierto me hace sentir
como una princesa
en la ciudad del viento.

En la ciudad del viento
veo lo que nadie ve,
siento lo que nadie siente.
Lo digo, lo repito
con el viento y
no me arrepiento.

El desierto me hace sentir
como una princesa
en la ciudad del viento.

(Fatma Galia)


Los colores del viento

El viento es una gama
de colores celestes,
que vuelan al espacio
con música sonora
se escucha en todas partes
las canciones lejanas
de una luz que se oculta
cuando brilla la aurora.

Camino... no descanso
para encontrar la luna,
sintiendo en la alborada
una luz que agoniza,
me encuentro en la penumbra
de una noche inquietante
y recojo tus besos
que escondí en las cenizas.

No quiero despertarme
sin haberte soñado,
no quiero que la noche
se lleve mis recuerdos,
quiero encontrar la luna
volviendo a mi pasado
y sentir la agonía
por retener tus besos.

Seguiré caminando
para olvidarlo todo,
in pensar que una noche
te encontré en mi camino,
regaré tus caricias
entre todas las flores
y esperaré que el viento
me devuelva el destino.

(Anahilda García)


Trabajé el aire…

Trabajé el aire
se lo entregué al viento:
voló, se deshizo,
se volvió silencio.

Por el ancho mar,
por los altos cielos,
trabajé la nada,
realicé el esfuerzo,
perforé la luz
ahondé el misterio.

Para nada, ahora,
para nada, luego;
humo son mis obras,
cenizas mis hechos.

…Y mi corazón
que se queda en ellos.
 
(Ángel González)


Con las piedras, con el viento…

Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino.
Mi reino vivirá mientras
estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. No
escuchan las piedras, pero
hay que hablar, comunicar,
con las piedras, con el viento.

Hay que no sentirse solo.
Compañía presta el eco.
El atormentado grita
su amargura en el desierto.
Hay que desendemoniarse,
liberarse de su peso.
Quien no responde, parece
que nos entiende,
como las piedras o el viento.

Se exprime así el alma. Así
se libra de su veneno.
Descansa, comunicando
con las piedras, con el viento.

(José Hierro)



Todo es de color.

Todo el mundo cuenta sus penas
pidiendo la comprensión.
Quien cuenta sus alegrías
no comprende al que sufrió.

Señor de los espacios infinitos,
tu que tienes la paz entre las manos,
derrámala, Señor, te lo suplico,
y enséñales a amar a mis hermanos.

Enséñales lo bello de la vida
y a ser consuelo en todas las heridas,
y amar con blanco amor toda la tierra,
y buscar siempre la paz, Señor, y odiar la guerra.

Todo es de color.

De lo que pasa en el mundo,
por Dios, que no entiendo na.
El cardo siempre gritando
y la flor siempre callá.

Que grite la flor
y que se calle el cardo,
y todo aquel que sea mi enemigo,
que sea mi hermano.

Sigamos por esa senda
a ver qué luz encontramos.
Ésa luz que está en la Tierra
y que nosotros apagamos.

Señor de los espacios infinitos,
tu que tienes la paz entre las manos,
derrámala, Señor, te lo suplico,
y enséñales a amar a mis hermanos.

Todo es de color.

(Manuel Molina Jiménez)


Biografía

Tuve amigos que morían, amigos que partían,
otros que quebraron su rostro contra el tiempo.
Odié lo que era fácil,
me he buscado en la luz, en el mar y en el viento.

(Sophia de Mello)


Elogio de la danza

El viento sopla
como un niño
y los aires jadean
en la selva, en el mar.
Entras y sales
con el viento,
soplas la llama fría:
velos de luna soplas tú
y las flores y el musgo
van latiendo en el viento.
Y el cuerpo
al filo del agua
al filo del viento
en el eterno signo de la danza.

(Nancy Morejón)


Autorretrato con viento

Bajo el pelo intratable, unos ojos estoicos
que esperan protegerse y a la vez acercarse.

He ido acumulando pruebas contra mí:
débil, impuro, con miedo a ser lo que ya soy.

¿Pero tiene sentido
pensar cómo sería si fuera de otro modo?
Tal vez equivocarse no es perder el tiempo
sino escapar del tiempo
y de todos los lastres que lo perfecto arrastra.
Si llego a tocar fondo,
puede que ahí esté toda mi fuerza.

El viento, ahora,
emborrona el paisaje:
es suficiente un roce
para que yo también desaparezca en él
y, al menos un segundo, sea viento.

(Juan Manuel Moreno)


Colores del viento

Viento blanquecino cautivado por la nieve,
abrazado a tu espalda, frío al que le temes,
nos acerca aún más en nuestra habitación.
Viento azul de mis días y mis noches,
cómo danzas entre su amor y mi amor,
cómo rozas su piel, con tanto derroche,
cómo te mueves al ritmo de mi corazón,
cómo levantas su falda, cómo grita el reproche,
en ella inquieta, en mí despierta pasión.
El viento de la sierra, de la cima de la montaña,
del desierto con olor a tierra, a madera de la cabaña,
lento y rojizo cuando lo acaricia el sol,
siempre cálido y fresco para nuestro amor,
es el viento del deseo, ese es el viento de los dos!

(Guiomar Velandia)


Nombre en el viento

Busca ese nombre y se le esconde
en el orden del diccionario.
Olió la hoja y su recuerdo,
saltó la palabra a sus labios
y las letras danzaron,
unidas por un instante,
antes de volver a ser libres.
El misterio escapó vuelto aire
en la fragilidad del tiempo, incorregible,
hacia aquel patio,
el sitio verde de la infancia,
un instante en la historia
de una casa
y ésta en la de un país.
Un coágulo agreste
cuyos cimientos pocos ya
conocen, aman.

(Ida Vitale)


(Imagen: "El viento de la paz", de Luis Valverde Luna; tratamiento fotográfico)