sábado, 29 de julio de 2023

Elecciones 23-J: y 3) los grupos de izquierda y el futuro de Sumar


Los grupos situados a la izquierda del PSOE tienen una larga historia de fraccionamiento desde 1977. De entrada, está la marcada por el ámbito territorial en el que actúan, bien sea el del conjunto del estado o bien lo sean lo que hoy constituyen las comunidades autónomas. En el primer caso, hasta 2011 el principal grupo había sido IU, casi siempre en coalición con la catalana IC. Los grupos nacionalistas de izquierda, por su parte, han tenido, y siguen teniendo, una importante presencia en Cataluña (ERC, CUP), País Vasco (HB, EH-Bildu) y Galicia (BNG). Diferente es el caso del País Valenciano, donde Compromis ha estado coaligado con grupos de ámbito estatal (Podemos, Más País o Sumar). 

Las elecciones de 2015 pusieron de manifiesto una grave crisis del bipartidismo reinante desde 1977. Dicha crisis tuvo dentro de los bloques de izquierda tal alcance, que el PSOE fue superado en votos (que no en escaños) por su flanco izquierdo (Podemos y UPC/IU, por separado) en 600.000 votos, que se elevó hasta los 1'5 millones si añadimos los votos de los grupos nacionalistas de izquierda (ERC, EH-Bildu y Nos/BNG). 

Cuadro 1
Número de votos (en millones) de PSOE, izquierda federalista e izquierda nacionalista

 

2015

2016

2019(a)

2019(n)

2023

PSOE

5,5

5,4

7,5

6,8

7,75

Izq. fed.

6,1

5,1

3,9

3,6

3

Izq. nac.

0,9

0,9

1,4

1,5

1,1



Cuadro 2
Número de votos (en millones) de los grupos de izquierda federalistas

 

2015

2016

2019(a)

2019(n)

2023

IU/UPC

0,9

-

-

-

-

Podemos

5,2

-

-

-

-

UP

-

5,1

3,7

3,1

-

Com/MP

-

-

0,2

0,5

-

Sumar

-

-

-

-

3

Total iz. fed.

6,1

5,1

3,9

3,6

3


Lo ocurrido en 2015 fue una situación entre desconocida y compleja, que se ha interpretado como la expresión del movimiento 15-M, surgido en mayo de 2011 y que ya tuvo un antecedente en la irrupción de Podemos, con un 8% de los votos, en las elecciones europeas. No está de más recordar que IU en esas elecciones obtuvo un 10%, lo que, sumado, ascendería a un 18%. 

En 2015 Podemos estuvo a punto de sobrepasar al PSOE (se quedó a 300.000 votos), aprovechando el gran malestar existente en buena parte de la sociedad española, con una crisis económica galopante y la aplicación de duros ajustes, a la vez, que empañada por la corrupción de los grandes partidos y en especial el PP. Por su parte, IU, a través de Unidad Popular en Común, obtuvo casi un millón de votos, si bien tuvo que competir en solitario por la negativa desde Podemos de crear una candidatura unitaria. 

¿Por qué eso último? En esos momentos Podemos, con la experiencia de las europeas del año anterior, favorecido por los resultados obtenidos en las municipales y autonómicas de mayo de ese año (en las que estuvo presente mediante una gran diversidad de confluencias municipales) y basándose en los sondeos que se estaban haciendo, se sintió con fuerza para erigirse en opción de gobierno. De ahí que despreciara a IU ("comunistas"), a la que incluyó entre los grupos del sistema y creyendo, a la vez, que iba a absorber su electorado. Es cierto que Podemos atrapó electorado del PSOE, IU, grupos nacionalistas, abstencionistas y votantes jóvenes, lo que explica la bajada tanto del PSOE como de IU, pero los 5'1 millones de votos conseguidos fueron insuficientes para hacer cumplir sus expectativas.   

Para las elecciones de 2016 sí se logró la confluencia entre Podemos e IU, que adquirió el nombre de Unidos Podemos, si bien en esta ocasión se produjo un retroceso en el número de votos, con la pérdida de un millón. También al PSOE perdió votos (100.000), mientras los grupos nacionalistas se estancaban en los 900.000. Esos resultados no fueron ajenos al aumento en 4'4 puntos de la abstención, que afectó en mayor medida, como viene siendo habitual, en la izquierda. El bloque de la derecha españolista, por su parte, subió en 200.000 votos. 

Mucho se habló sobre los resultados, siendo llamativas las declaraciones que hizo Íñigo Errejón, en esos momentos número dos de Podemos y opuesto a la coalición, con eso de que a veces "sumar resta", que no dejaba de ser una clara alusión a IU ("comunistas"). A partir de ese momento se fueron sucediendo las crisis en Podemos, en las que se combinaron diferencias de estrategia, personalismos, estilos de dirección, una organización interna débil, etc. Sin menospreciar tampoco los ataques de todo tipo recibidos desde amplios sectores de los medios de comunicación y determinados grupos de interés, con denuncias judiciales incluidas, basados en mentiras e infundios.

Entre las consecuencias de los problemas internos estuvieron importantes salidas de personas relevantes de la dirección y el alejamiento de buena parte de la militancia. Hubo dos momentos clave: uno fue la salida de Errejón, a finales de 2018, y la consiguiente formación de Más País, que se coaligó con el Compromis valenciano; y el otro, la salida del sector Anticapitalistas, con mayor presencia en Andalucía, que se consumó en 2020 por su oposición a que UP participara en el gobierno de coalición con el PSOE.

Pero siguiendo con la evolución de las elecciones, en las de abril de 2019, que conocieron un nuevo aumento de la participación, hubo dos cosas dignas de reseñar: que el conjunto de los grupos de izquierda superó a los de la derecha españolista (PP, Ciudadanos y Vox) en 1'4 millones de votos, esto es, 4'25 puntos porcentuales; y que se diera un cambio en la correlación de fuerzas dentro de la izquierda. En primer lugar, el PSOE recuperó la primacía: sus 7'5 millones de votos superaron claramente, hasta duplicarlos, los 3'7 de Unidas Podemos (ya había feminizado su nombre), a los que había que añadir los 200.000 votos de Compromis, que contó con el apoyo de MP de Errejón, todavía ausente en las elecciones. ERC, EH-Bildu y BNG, por el contrario, subieron en 500.000 votos, llegando a los 1,4 millones.

Después que fracasara la estrategia del PSOE de gobernar con Ciudadanos, rechazando, a su vez, un acuerdo con UP, derivó finalmente en unas nuevas  elecciones, que se desarrollaron en noviembre. La subida de la abstención en 8'5 puntos no impidió que en la correlación de fuerzas entre los bloques izquierda/derecha el primero aumentara la diferencia hasta los 1'7 millones de votos (casi 7 puntos). Además, se dio el fracaso de Ciudadanos, que perdió casi las 2/3 partes de sus votos en abril (2'5 millones y 9 puntos). En ese contexto el acuerdo entre PSOE y UP para formar un gobierno de coalición fue inmediato, lo que fue respaldado en el Congreso por Más País, Compromis, PNV, BNG, Nuevo Canarias y Teruel Existe, mientras ERC y EH-Bildu se abstenían y la CUP se oponía. 


Los resultados obtenidos por los grupos de izquierda el 23-J

Es así como llegamos a las recientes elecciones del 23-J, después de una legislatura convulsa en la que hay que partir de la actitud mostrada por los tres grupos de la derecha españolista, que han calificado permanentemente al Gobierno de ilegítimo y han votado en contra de casi todas las iniciativas. Y también hay que mencionar la presencia de dos factores externos, claramente negativos, como han sido la pandemia internacional y la guerra de Ucrania, esta última conllevando la aparición de un proceso inflacionario.

Pese a que los grupos que han conformado el gobierno de coalición han estado   por debajo del bloque de la derecha españolista en 400.000 votos (1'7 puntos porcentuales), si unimos los 1'1 millones (4'3 puntos) obtenidos por los grupos nacionalistas de izquierda, la situación cambia. La derecha españolista no tiene posibilidad de gobernar, cosa que no ocurre de cara a poder revalidar una mayoría parlamentaria para formar de nuevo un gobierno de coalición progresista. Toca, por tanto, negociar.

¿Pero qué ha pasado en el seno de los grupos de izquierda? La correlación no sólo sigue siendo favorable al PSOE, recuperada en abril de 2019, sino que ha ampliado la diferencia en 4'75 millones de votos con respecto a la izquierda federalista, en este caso Sumar. Resulta evidente que tanto PSOE como PP han aumentado su votos, beneficiándose de un voto útil que ha les ha permitido optimizar la obtención de escaños y en detrimento de sus competidores: Sumar, por la izquierda, y Vox, por la derecha. ¿Se está dando una vuelta hacia el bipartidismo?  

Desde las alturas de Podemos (Ione Belarra, Pablo Iglesias) se ha destacado de inmediato la importante pérdida de votos de Sumar en relación a Unidas Podemos, con el añadido de que en noviembre de 2019 ya se había presentado Más País. Es un hecho claro, pero no tiene en cuenta que la pérdida de votos del espacio político de la izquierda federalista (principalmente UP) ya se inició en 2016 y afectó en mayor medida en las dos elecciones de 2019 (véase el cuadro 2). El impacto que supuso la irrupción de Podemos, con máximos en las municipales y autonómicas de 2015, y las generales de 2015 y 2016, ha desaparecido, perdiendo fuelle electoral a la par que se han sucedido y agravado sus desavenencias internas. 

Pero hay otros factores que pueden ayudar a entender esa bajada. ¿Acaso no lo ha sido la actitud de tensión hacia el proyecto liderado por Yolanda Díaz,  mostrada desde el primer momento? Que eso ha ayudado poco o nada, si no restado votos, resulta evidente. Y más teniendo en cuenta que el adelanto electoral anunciado por Pedro Sánchez pudo tener entre sus motivos evitar que Sumar pudiera asentarse tanto política como organizativamente. 

Tampoco puede perderse de vista otro hecho, que se ha  puesto de manifiesto en las recientes elecciones municipales y autonómicas, así como en las autonómicas habidas con anterioridad (Madrid, Galicia, País Vasco, Andalucía): el prestigio de Podemos ha decaído de una forma vertiginosa. Ya no es la marca electoral que atraía votos. Y eso no es ajeno a la deriva organizativa de los últimos años: una dirección hipercentralizada, una fuerte presencia en la sombra de Pablo Iglesias y una disminución drástica de sus bases, sin apenas vida organizativa.

Distinto ha sido lo ocurrido durante las últimas elecciones municipales en varias ciudades y pueblo. Por ejemplo, en Barcelona, donde la candidatura de En Comú, liderada por Ada Colau, ha obtenido unos resultados dignos (19'8%), empatando con el PSC. ¿O es que acaso Colau y su equipo no han sido objeto de ataques infundados de todo tipo? Otro ejemplo: en Zamora IU sigue conservando la alcaldía y después de tres elecciones. Más: numerosos municipios de Andalucía (sobre todo, en Cádiz, Córdoba, Granada, Málaga y Sevilla ) siguen manteniendo una fuerte presencia de IU, bien por sí misma o bien coaligada con otros grupos, donde no falta la consecución de alcaldías. En Cádiz IU ha obtenido 9 alcaldías, entre las que están las de Puerto Real y Sanlúcar de Barrameda. Y un dato importante: en varios municipios ha habido candidaturas de Podemos compitiendo con IU o con coaliciones donde IU ha estado integrada.


De cara al futuro

La existencia de Sumar ha estado condicionada desde el primer momento por tres factores: apenas acaba de arrancar, ha nacido con tensiones no deseadas (hay que decirlo: por parte de Podemos) y está formada por una amalgama numerosa de grupos. Y ahora va a tener como primer reto, que es el más urgente, el proceso de negociaciones de cara a la conformación de un gobierno de coalición progresista.

Otra cosa es la voluntad que tengan los distintos grupos que la forman para mantener una buena armonía, en la que prime el interés general y se marginen los particulares. La generosidad y el espíritu constructivo, pues, deben ser dos de los pilares. Como proyecto político existen importantes elementos comunes que son suficientes para calificarlo como útil, sin menoscabo de que se puedan mantener posiciones diferentes en aspectos concretos.

Nos estamos jugando mucho: continuar avanzando en la línea del gobierno de coalición entre PSOE y UP, y ser una parte importante de la barrera que frene a esa derecha españolista que pretende dar marcha atrás. Que no es poco.