jueves, 6 de julio de 2023

Nimes y lo que nos ofrece de su pasado romano


Nimes es una de las ciudades francesas donde mejor se conservan la huellas de su pasado romano, que data de finales del siglo -II. Con anterioridad había sido un asentamiento del grupo galo de los volcae arecomici, que tuvo la denominación de Namaus o Namausatis. Su latinización derivó en Nemausus, para acabar finalmente en Nimes, tanto en occitano como en francés.

Antes de visitarla mis únicas referencias de la ciudad eran dos monumentos: el anfiteatro, muy conocido y reconocible por ser escenario de corridas de toros, y la Maison Carrée. A ellas podía añadir el puente sobre el río Gard, el Pont du Gard, aunque en este caso algo alejado de la ciudad, a unos 20 kilómetros, y al que dedicaré una entrada. El paseo, que ocupó una larga mañana y que completamos con una comida junto al templo romano, no sólo nos permitió contemplar los restos de ese pasado lejano, sino que nos acercó a otras edificaciones de siglos posteriores e, incluso, a algunas de esas curiosidades de nuestro tiempo que pueden verse en los lugares más insospechados.       


El anfiteatro, conocido como Arenes, se construyó durante el mandato de Augusto, a finales del siglo -I. Por sus dimensiones, acorde con la importancia de la ciudad, su capacidad permitía albergar más de 20.000 personas, que disfrutaban de las luchas entre gladiadores y entre éstos y las fieras. Su buen estado de conservación se explica por el uso que se le fue dando tras el fin del Imperio Romano. Así, durante la dominación visigoda pasó a ser un palacio-fortaleza, y con el paso del tiempo fue aprovechado para acondicionar en su interior viviendas e instalar algunas capillas.


A lo largo del siglo XIX fue escenario de espectáculos taurinos, que evolucionaron después hacia las corridas de toros tal como se desarrollan en España. Una afición que se da en otros municipios provenzales. Recientemente, en el entorno del anfiteatro/plaza de toros, se ha colocado una estatua dedicada a Christian Montcouquiol, más conocido con el sobrenombre de "Nimeño II". Fue un torero que actuó en los años setenta y ochenta, y que, aunque nacido en Alemania, se ha convertido en el torero francés más famoso de las últimas décadas. 


La Maison Carrée es uno de los templos romanos más reconocibles y, a la vez, mejor conservados, destacando, dentro de su sencillez formal, la armonía que adquiere como conjunto. Fue construida tras el mandato de Augusto, aunque existen dudas si lo fue a finales del siglo -I ó a principios del siguiente. Formaba parte del conjunto de edificaciones del foro o plaza pública. Su nombre  obedece a su planta cuadrangular, pero no cuadrada, pues mide 26 metros de largo por 15 de ancho. Como ocurre con los templos romanos, se levanta sobre un podio y su acceso al interior del santuario, llamado cella, se realiza mediante una escalinata situada en uno de los dos frontales. 


Se trata de un templo pseudoperíptero, porque, aunque sus columnas rodean al edificio, en su mayoría están adosadas a las paredes de la cella. También es hexástilo, por disponer de seis columnas frontales, las cuales, a su vez, están estriadas y culminan en capiteles de orden corintio.


Con posterioridad su uso fue cambiando: fue sede de distintas instituciones de gobierno local durante la Edad Media; recuperó como iglesia católica su carácter religioso entre los siglos XVII y XVIII; ocupó la sede de la prefectura en los años de la Revolución Francesa; se habilitó como archivo durante buena parte del siglo XIX... 


El tercer monumento romano de relieve en Nimes es la Torre Magna, situada en la parte más alta de la ciudad, en la colina Cavalier. Aunque inicialmente formó parte del sistema defensivo del anterior asentamiento galo, del que se conservan sus cimientos, durante el mandato de Augusto se reforzó su estructura, fue elevada en altura, superando los 30 metros, y adquirió la planta hexagonal que todavía puede verse


En el periodo prerromano la colina tuvo un carácter sagrado, relacionado con la fuente allí existente y de ahí la denominación francesa de la Source. Se cree que la divinidad objeto de culto era la de Nemauso, lo que explicaría el nombre que fue tomando la ciudad, que, como antes dijimos, pasó de la Namaus gala a la Nemausus romana. Ese espacio estuvo ocupado también por el teatro y un templo dedicado a Diana, del que se conservan restos. 


El acceso a la torre puede hacerse a través de los Jardines de Lafontaine, para cuyo riego se aprovecha el agua existente en la colina. Construidos desde mediados del siglo XVIII, su diseño se realizó con arreglo al modelo tan al uso en Francia desde un siglo antes. 


Todo eso supone una ordenación geométrica del espacio y hasta una domesticación de la vegetación, donde los restos del pasado, las fuentes y los estanques, y las estatuas se integran dentro de una estética neoclásica.


Entre las edificaciones posteriores a la época romana puede destacarse la catedral, encomendada, a la vez, a Nuestra Señora y a San Castor, lo que podría explicarse -me atrevo a decirlo- por el proceso de construcción que conoció. Iniciado a finales del siglo XI, se prolongó a lo largo del XII, lo que hizo que pasase del románico -con su advocación al santo local de San Castor- al gótico -en cuyo tiempo empezó la encomendación tan propia de Nôtre Dame/Nuestra Señora. En cuanto a los aspectos formales, en su mayor parte estamos ante un templo románico, como se observa en los arcos de medio punto de sus naves laterales y en los formeros de la central, así como en los triforios situados a ambos lados. Las bóvedas de crucería de la nave central y el ábside, sin embargo, se corresponden con el estilo gótico.