viernes, 26 de julio de 2019

Entre el mito de "Dánae" y un autorretrato de Rembrandt


























Sino que eres como la Danae de Rembrandt que nos deslumbró una tarde inacabable 
en L'Ermitage, y sigue deslumbrándonos
(Roberto Fernández Retamar)


Es Rembrandt para mí uno de mis pintores favoritos. Pese a que nunca antes lo había visto en directo, durante mi visita al Museo del Hermitage he podido contemplar varias obras suyas. Entre otras, "Saskia como Flora", "El retorno del hijo pródigo", "Retrato de un viejo judío", uno de sus numerosos autorretratos o "Dánae".  

Este último cuadro está entre los que generan mayor atención como consecuencia del ataque sufrido, allá por 1985, por alguien -quién sabe si perturbado- que le lanzó ácido sulfúrico y lo acuchilló. Que afectara al vientre, los pechos, los genitales y el muslo de la figura del mito me lleva a considerar que pudiera tener una connotación entre lo obsesivo-sexual y lo puritano-religioso. Se necesitaron varios años para su restauración, que resultó exitosa, pero que, una vez concluida, en palabras de uno de los directores del museo, no impidió que la obra ya no fuera lo que había sido.  

He dicho que Rembrandt está entre mis favoritos, porque en él se funden muchos aspectos que dan como resultado una obra excepcional. Como artista abarcó todos los géneros (religioso, mitológico, bodegón, retrato, autorretrato...); trabajó encomiablemente con el óleo y domina el grabado; aplicó con destreza la pincelada, que le llevó a hacer uso de la espátula para ensancharla; empleó con maestría el color, dando lugar a matices cromáticos llamativos; hizo de la luz puros contrastes, que en ocasiones la difundió  caprichosamente o para el realce de los colores.

El éxito artístico que pronto alcanzó y que le llevó a integrarse, mediante el matrimonio con Saskia -la misma que aparece como Dánae-, en los círculos sociales dominantes del país, fue sólo una etapa más de su vida. Tras el fallecimiento temprano de su mujer, lo que le siguió fue una sucesión de situaciones en las que, sin perder su genialidad artística -todo lo contrario-,acabó sumido en una especie de fracaso personal y social. 

Toda su obra está fuertemente impregnada por el entorno en que vivió, lo que le confirió un fuerte realismo a todo lo que representó y en especial a sus personajes. La mirada penetrante, a veces directa, que reflejan, la preocupación por la vejez o la pobreza y las emociones que transmite son elementos de ese realismo fusionado con esa visión de la pintura en la que prima la flexibilidad del trazo y la preocupación por la luz.