lunes, 15 de julio de 2019

El síndrome de Bruselas... de Pedro Sánchez

En el mundo de la psicología es conocido el síndrome de Estocolmo, por el que se designa al comportamiento que, en determinadas situaciones, las víctimas sienten, si no simpatía, al menos comprensión hacia quienes les provocaron algún tipo de mal. Menciono aquí a Bruselas, porque es la capital y referente simbólico de la Unión Europea, desde donde viene buena parte de las medidas, las principales, que se adoptan, en especial por la Comisión Europea. Pues bien, pongo dos casos. El primero, de 2015, con Alexis Tsipras, jefe del gobierno  griego, que, tras resistir a las amenazas lanzadas desde la troika y ganar el referéndum que le confería legitimidad para proseguir en esa senda, de inmediato sucumbió a las presiones, aceptando un nuevo ajuste económico para su país. El segundo lo tenemos con Pedro Sánchez, el del "no es no", el que mencionó al ibex35 como causante de su defenestración al frente de su partido, el victorioso de las primarias con unas propuestas "podemizadas", el que consiguió apoyos de un variado espectro político para derrocar mediante una moción censura a Mariano Rajoy... Sí, también el que lleva dos meses y medio mareando la perdiz, que quiere un gobierno monocolor, que sólo aceptaría un gobierno de cooperación -sin presencia de Unidas Podemos, claro-, que  ha dejado caer que PP y Ciudadanos se abstengan para poder ser investido... El mismo que esta mañana ha teatralizado -en el medio de comunicación exacto, el día exacto, a la hora exacta...- la ruptura de la negociaciones con UP con términos como "mascarada", "maximalismo"... El que, como Tsipras, ha sucumbido a las directrices que vienen de Bruselas, la troika, la CEOE, el anticatalanismo, las baronías y los dinosaurios de su partido (el susanismo, el felipismo, el oportunismo)... El  síndrome de Bruselas.