viernes, 23 de noviembre de 2018

Los varones de verdad, según el señor obispo

¡Cómo se ha estrenado monseñor Luis Argüello en su nuevo cargo de secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal! Ha lanzado varios pildorazos que, aun siendo viejos y no sorprendentes en el trasfondo, resultan novedosos en los términos empleados. Ha defendido que el ministerio sacerdotal sea cosa de varones, lo que ya es sabido y repetido hasta la saciedad. Ha hecho lo propio con el celibato, lo que también es sabido y repetido. Pero lo llamativo ha sido la forma de referirse a la heterosexualidad, para contraponerla a la homosexualidad. Pero, claro, ahí se ha metido en un buen charco, porque ha dicho más concretamente: "pedimos también que se reconozcan y sean enteramente varones y por tanto heterosexuales". ¡Uy! Veamos. Siendo el celibato la renuncia al matrimonio o, si se quiere, el mantenimiento de la soltería, en el sacerdocio católico esta condición se completa con el voto de castidad, que supone la renuncia a cualquier práctica sexual... por pecaminosa. Si eso es así, ¿qué más da ser heterosexual u homosexual ? ¿O acaso el señor obispo esté pensando que los primeros son varones de verdad y los segundos...?  ¡Ay, monseñor, monseñor!, como diría el amado Alberti.