sábado, 12 de octubre de 2013

Homenaje a Francisco Javier Tato Anglada

Ayer tuvo lugar en Barbate un acto de homenaje a Francisco Javier Tato Anglada, que fue entre febrero y julio de 1936 alcalde pedáneo del pueblo -por entonces todavía dependiente de Vejer. Fue una de las víctimas de la represión fascista. Su cuerpo apareció sin vida en las cercanías de Barbate en agosto de ese año, después de haber sido vilmente asesinado. Para honrar su memoria el Ayuntamiento de Barbate ha decido poner su nombre a una plaza del casco antiguo, cuya placa fue inaugurada ayer. 

Mucho se ha hablado de este personaje, pero poco se ha escrito. En torno a su figura se ha creado una aureola -justa, por supuesto- de buena persona y comprometida por su pueblo y, en especial, con la gente humilde. También se ha hecho hincapié el que haya sido una víctima más de la guerra, resaltándose sólo su carácter de muerte injusta y punto. Como no se ha podido silenciar el hecho, se ha procurado quitar hierro sobre las circunstancias en que se produjo, dejando de lado el componente represivo de las fuerzas que apoyaron la sublevación de julio de 1936, minimizando lo ocurrido y, a veces, tratando lo ocurrido con una falsa equidistancia. 


Desde hace años ha habido acercamientos a su figura, como la que el amigo Paco Malia hizo preguntando a la gente y, sobre todo, a la familia, de la que consiguió cierta información y algunas fotografías. Gracias a Paco escribí hace unos años una pequeña semblanza, a modo de reconocimiento, en Debate Ciudadano (n. 19, verano de 1997) y que al final de este escrito he incorporado. Pero no mucho más. 


Recientemente han sido los historiadores Francisco Javier Hernández Navarro y Santiago Moreno Tello quienes nos han ofrecido una biografía del personaje que resulta bastante completa, está muy bien documentada y, ante todo, nos acerca bastante a la realidad. El trabajo lleva el título "Francisco Tato Anglada, el farmacéutico y alcalde-pedáneo de Barbate en 1936" y es uno de los capítulos del primer volumen del libro editado el año anterior con el título La destrucción de la Democracia: Vida y muerte de los alcaldes del Frente Popular en la provincia de Cádiz (en diciembre ya escribí una reseña del libro y a él se puede acceder por internet). Abarca todas las etapas de su vida y se detiene en tres momentos importantes. Uno, el de los años previos a su muerte, con su labor como farmacéutico y responsable local de sanidad, donde fue encontrando enemigos, dadas sus persistentes denuncias por las irregularidades y hasta la corrupción existente en el pueblo. A ello habría de unirse su faceta política, claramente democrática, como miembro de Izquierda Republicana, que le aupó a ser nombrado concejal en el ayuntamiento de Vejer y alcalde pedáneo de Barbate en febrero de 1936, desde donde pudo llevar a cabo una labor más efectiva. 


El segundo momento es el de su detención y muerte. Se sabe que estuvo recluido en Cádiz durante un mes, de las peripecias sufridas en torno a su futuro y de su posible -¿o dudosa?- liberación el 21 de agosto. Ese día fue acompañado por falangistas camino de Barbate, pero su cuerpo sin vida apareció por la tarde en el lugar conocido como la Fuente del Viejo, cerca del propio Barbate. Sigue habiendo muchos interrogantes: ¿quiénes apretaron el gatillo?, ¿quiénes lo ordenaron?, ¿hubo algo más, como tortura? Desde entonces se ha aplicado, como en tantas ocasiones, la ley no escrita del silencio.


El tercer momento se inscribe en su enterramiento, lo que fue de su familia y la memoria que ha ido quedando de su figura. Castigado a permanecer en una tumba sobre el suelo del cementerio, al final ha acabado siendo un testimonio de la barbarie, pues es la única tumba que conserva esa característica, gracias a la actitud de su viuda, que se negó a que los restos de su marido se trasladaran a un nicho.  


En el año 2001, siendo concejal de IU, defendí una moción para que se modificara el callejero de las calles de Barbate, dada la abundancia que quedaba de personajes y acontecimientos del franquismo, junto con los de la España más rancia. Se pedía además que esos nombres fueran sustituidos, entre otros criterios, por "aquellos personajes o acontecimientos que contribuyeron a  que Barbate fuese un municipio independiente, que hayan tenido relevancia cultural, etc.". Y en nuestra mente estaba, entre otras, la figura de Tato Anglada. La propuesta aprobada fue aprobada por unanimidad, no sin previas reticencias por parte de algunos componentes del grupo municipal del PP, que en esos años ocupaba la alcaldía. Hay que recordar también que al poco apareció publicada en el Diario de Cádiz una sorprendente carta de una de sus hijas, en la que se oponía a que su padre pudiera recibir el nombre de una calle o plaza de Barbate. Nada se hizo desde el gobierno municipal del PP, hasta 2003, y en coalición con el PA, entre 2003 y 2007, pese a los reiterados requerimientos por nuestra parte para que se aplicara la moción. 


No fue hasta 2008, ya con el PSOE de nuevo en la alcaldía, cuando se decidió cambiar los nombres del callejero, dentro del obligado cumplimiento de la ley para la memoria histórica aprobada en el Congreso el año anterior. Yo mismo pertenecí durante un breve periodo a la comisión formada para tal efecto y presenté un informe donde constaba cada uno de los numerosos nombres pertenecientes a personajes y acontecimientos relacionados con el franquismo. El resultado fue, sin embargo, una remodelación limitada, de manera que aún podemos seguir viendo por las calles nombres vinculados a esa España negra. A modo de ejemplo, está el de los hermanos Romero Abreu, señoritos y falangistas que se significaron durante la Guerra Civil por sus hazañas represivas en varios pueblos de la provincia y especialmente en Conil, de donde eran originarios. Otro caso es el de Onésimo Redondo, uno de los fundadores de la Falange, que precisamente ha sido quien ostentaba el nombre de la plaza hasta que ayer fue sustituido por el de Francisco Javier Tato Anglada. 


Desde ayer, por fin, "El Tato" -como lo llamaban coloquialmente- tiene su nombre inscrito en una de las paredes del pueblo. Allí estuvimos alrededor de 300 personas, familiares y autoridades municipales. Hubo discursos, una intervención de Santiago Moreno Tello y el agradecimiento de los familiares, pero no faltó el himno de la República, que interpretó la Banda Municipal. Quizás sorprendente, dadas las circunstancias, pero muy apropiado.



Ya para acabar, reproduzco el pequeño homenaje que dediqué en 1997 al personaje que nos ocupa:

La figura de este barbateño de adopción (nació en Salamanca, posiblemente en el año 1901) es de obligado recuerdo. Fue el último alcalde pedáneo durante la IIª República, hasta que la Guerra Civil abrió el paso a las circunstancias que le segaron la vida, cuando el 21 de agosto de 1936 fue ejecutado a cuatro kilómetros de Barbate por quienes tres años después resultaron vencedores. Aquí llegó como farmacéutico años antes, perteneciente por aquel entonces al cuerpo militar de sanidad. Desde el principio "El Tato", apelativo con el que se le conocía, desarrolló una intensa labor profesional, periodística y política. Como periodista fue editor de El Destello y  corresponsal del Diario de Cádiz, donde criticó y denunció la situación en la que se encontraba Barbate, manifestando también  los deseos por conseguir la independencia. Como inspector farmacéutico municipal llegó a elaborar en junio de 1935 un informe sobre la situación sanitaria del pueblo, donde describió minuciosamente las enormes deficiencias existentes y que completó con propuestas para su solución. En este informe se pueden leer cosas de rabiosa actualidad como éstas: "si por el contrario está al frente (del pueblo) una persona ignorante que es  la primera en no cumplir, mal puede obligarse a los vecinos que cumplan las leyes". Esto le llevó a duro enfrentamiento con el alcalde pedáneo, al que consideraba responsable de la situación del pueblo, y fue motivo de su baja en el partido Radical. Estuvo ligado después a la política institucional, como lo demuestra el hecho de haber sido nombrado en febrero de 1936 4º teniente alcalde de la gestora municipal del Ayuntamiento de Vejer (miembro también de la comisión de Festejos) o su puesto de alcalde pedáneo. El paso del tiempo y las décadas de dictadura vividas han hecho que resulte difícil averiguar los pormenores de la vida y la actividad de esta persona. Nuestra obligación, por ahora, es rescatar a "El Tato" del olvido, que supone también un acto de justicia.