viernes, 4 de enero de 2013

El suicidio, como síntoma

Acabo de leer la noticia del fallecimiento en Málaga de una persona que ayer se quemó a lo bonzo en la puerta de un hospital de la ciudad. Desde hace unos años se viene informando acerca del número de personas que se suicidan en los países desarrollados. En España se dice que ya es la primera causa de muerte no natural y también de muerte violenta. No cabe la menor duda de que tiene una correlación con la crisis económica. El aumento del paro, de la pobreza, de los desahucios... son factores que lo subyacen. Desde la sociología ya se habló del egoísta, el altruista, el anómico... Desde el campo de la psiquiatría y la psicología es frecuente reducir el suicidio a la dimensión individual de las personas. Lejos de mí está en hacer, por supuesto, una valoración moral  y menos maniquea, propia del mundo de las religiones. Considero que hay algo más. Siendo un acto individual, aunque en ocasiones o más pretenda tener proyección hacia la colectividad en que se inscribe el acto, es expresión de impotencia. Del fracaso de la acción colectiva y solidaria. Estamos sufriendo un ataque fortísimo contras los grupos de acción colectiva creados en los dos últimos siglos. La fuerza que ha dado la unión en la lucha por mejorar las condiciones de vida y frente a las arbitrariedades del poder ha permitido conseguir conquistas sociales y políticas a las que se ha conferido la categoría de derechos. De derechos humanos, según la Declaración de 1948. La desesperación de tanta gente en los tiempos que estamos viviendo, perdiendo la perspectiva de la luchas solidaria, está llevando a que individualmente haya quienes decidan quitarse la vida. El hombre que se quemó a lo bonzo en Málaga en la puerta de un hospital quiso dejar un testimonio de su desesperación en público y frente a uno de los símbolos de la vida. Fue un grito desesperado. Dramático en lo que tiene de muerte. También, en el contexto en que se da: no debemos olvidar quiénes lo han creado. Y dramático, porque es síntoma de la pérdida de la dimensión solidaria de la vida.