En mi repaso matinal de la prensa a través de la red, leo en Público estas palabras de Cayo Lara, coordinador general de IU: "A lo mejor es al revés y somos nosotros los que tenemos que llamar al PSOE para gobernar". Cuando paso a El País, me encuentro con un sondeo que marca una situación política sorprendente sobre la intención de voto: PP, 29,8%; PSOE 23,3%; IU, 15,6%; UPyD, 10,1%.
¿Un nuevo mapa político?
Utilizando como referencia la fotografía política del sondeo, ¿qué está ocurriendo? En primer lugar, un gran deterioro de la acción del gobierno, que suspende rotundamente en todo: gestión, confianza, coherencia.... Suspenden, así mismo, Rajoy (al 84% no le ofrece confianza) y cada uno de los miembros del gabinete (Wert, 75%; Báñez, 71%; Gallardón, 68%; Montoro, 66%; De Guindos, 65%; Mato, 64%...). Un desastre, vamos, teniendo en cuenta el apoyo que todavía mantenían -aun bajando-, fruto del rédito que obtuvo en 2011.
¿Y el PSOE? No remonta, aunque parece haber frenado la caída. Sin embargo, la confianza en su líder, Rubalcaba, está por los suelos (91%). Resulta evidente que sigue pagando el haber iniciado el proceso de recortes cuando gobernaba y que Rubalcaba sigue siendo visto como uno de sus responsables. La indefinición política que mantiene y la falta de liderazgo la está pagando por su izquierda. No obstante, se ve favorecido por la caída del PP, de manera que la distancia ahora se ha reducido a seis puntos, frente a los 16 de las últimas elecciones generales.
El castigo hacia el PSOE explicaría en buena medida que IU sea la fuerza más beneficiada. En su tendencia al alza ha duplicado su intención de voto y en relación a diciembre ha subido dos puntos. La distancia que le separa del PSOE es sólo de 8 puntos, algo impensable hace poco tiempo.
Por último, UPyD, que parece haberse estancado en los últimos meses, pese a que en un año se ha duplicado su intención de voto. Es el partido que se presenta como refugio del descontento hacia el PP. Pero no de todo, sino de parte: los 14 puntos que ha perdido el PP no se corresponden con los seis ganados por UPyD.
Tres claves a tener en cuenta
Considero que todo esto es más complejo. Planteo por ello tres claves para intentar explicarme.
El electorado del centro resulta la primera de las claves. Si la batalla por ganarlo fue ganada por el PP en noviembre de 2011, ahora la cosa no está tan clara. Es producto de la desorientación que existe en su seno. En marzo de 2012 el PP vio cómo en Andalucía perdía su apoyo, prefiriendo "lo malo conocido" del PSOE, que a su vez perdió votos por la izquierda. Algo parecido le ocurrió en Asturias, en esta ocasión con una derecha dividida (el propio PP y el Foro de Álvarez Cascos) y una UPyD que se mantuvo al margen. Logró salir indemne en Galicia gracias a la red caciquil-clientelar de la que dispone. Sigue siendo una fuerza de cuarto orden en el País Vasco y Cataluña. Y ahora, por lo que vemos, parece que ha perdido su confianza. En el seno del electorado centrista se debate por la opción a escoger: PP, PSOE y UPyD, entre las fuerzas españolistas; CiU, PNV y CC, en las comunidades con mayor presencia del nacionalismo específico. Creo que su voto volverá a repartirse.
Hay una segunda clave, que deriva de la configuración de un nuevo modelo de organización territorial. El reto presentado en Cataluña está resultando una prueba de fuego. Se ha de tener claro que existen dos horizontes: el modelo canadiense de consultas a la población o el modelo yugoslavo que llevó a una sucesión de guerras durante una década. Aquí los partidos que se presentan como referentes estatales deben dejar clara su postura, teniendo en cuenta las repercusiones que puede tener. También las fuerzas nacionalistas de izquierda tienen su responsabilidad: priorizar lo nacional o lo social. ERC ha optado por lo primero, pero habrá de responder por lo que ocurra en materia social y económica, donde CiU es un aliado natural del PP.
La tercera clave es para mí la decisiva: el electorado de izquierda. Parece que está en aumento, aunque moderadamente. Así se ha visto en todas las elecciones celebradas en 2012. Eso sí, con una expresión muy plural: IU, en general; IU, en Andalucía; BNG y EG (Anova e IU), en Galicia; ICV-EUiA, ERC y CUP, en Cataluña; Amaiur, EB y EA, en el País Vasco... En la que también hay que tener en cuenta a la Xunta Aragonesista (ya coaligada con IU), el Compromís valenciano, Equo... Una pluralidad que no es nueva, sino que tiene una larga trayectoria histórica. El contexto de desmantelamiento de las conquistas sociales debe ser el punto de conexión y -por qué no- de unión entre todas esas fuerzas. Debe ser también la base para que crezca la confianza en la gente para hacer viable la posibilidad de frenar el avance del neoliberalismo y la implementación de políticas basadas en el avance en la igualdad social y de género, en la defensa del medioambiente, en la ampliación de derechos, en la defensa de la paz, en la solidaridad con otros pueblos... También, por supuesto, aspirando a la república y no olvidando el reconocimiento del derecho de autodeterminación. No es fácil. Pero lo contrario es más de lo mismo, que cada día nos lo ponen peor.