viernes, 17 de noviembre de 2023

El maestro que prometió el mar, una película que nos llega al corazón de la Memoria


Ver la película El maestro que prometió el mar es hacer un doble ejercicio: el de ser testigos de la necesidad de recuperar y/o mantener la Memoria de las personas represaliadas por el fascismo; y el de sentir el desasosiego, cuando no la pena, ante la historia real que se muestra. Dirigida por Patricia Font, está basada en el libro  homónimo de Francesc Escribano, donde se cuenta la vida del maestro Antoni Benaiges. En la película aparece la decisión de Ariadna por cumplir el deseo de su abuelo de recuperar el cuerpo desaparecido de su padre, del que se cree que puede estar enterrado en la fosa de La Pedraja, en la provincia de Burgos. Es así como se entrecruzan las historias de Antoni Benaiges, el abuelo de Ariadna, que fue alumno suyo, y el bisabuelo desaparecido. 

Lo ocurrido con Antoni Benaiges nos lleva a esa generación de maestros y maestras que durante la Segunda República pusieron todo su corazón y toda su cabeza para elevar el nivel cultural del país, en muchos casos haciendo que llegase su labor a los lugares más recónditos del país. De esto último me viene a la cabeza -¿por qué no recordarlo?- mi propio padre, que llegó en 1934 a un pueblecito de la sierra del sur de Salamanca, lindante con la comarca cacereña de las Hurdes, y su esfuerzo no sólo por enseñar a leer y escribir, sino también para que sus "discípulos", como le gustaba decir, conocieran lo que era el teatro clásico mediante pequeñas representaciones de algunas de las obras. 

Con la película estamos ante una historia muy dura. Porque el destino final de su protagonista central fue la muerte y la desaparición, no sin antes haber sufrido horribles torturas y vejaciones públicas por parte de una de las tantas patrullas de falangistas que sembraron el terror durante los meses que siguieron al golpe militar de julio de 1936, incluso allí donde no hubo guerra. Nacido en el pueblo tarraconense de Mont Roig del Camp, llegó destinado como maestro en 1935 (en realidad, fue en 1934) al pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba, cercano a Briviesca. Allí se puso manos a la obra para hacer realidad sus sueños, poniendo en práctica las propuestas de Célestin Freinet de una pedagogía activa y experimental. Y con ella, la presencia de esa pequeña imprenta con la que fue fomentando la creatividad literaria y artística de sus alumnos y alumnas. No le faltó la resistencia de la ignorancia y, claro está, del alcalde y el cura. Superó, incluso, la denuncia que esas "fuerzas vivas" del pueblo le pusieron, pretendiendo poner en duda sus métodos y logros. 

Las redacciones y los dibujos de sus niños y niñas quedaron plasmados, en buena parte, en unos cuadernos impresos que se distribuyeron por distintos lugares. En uno de ellos, titulado El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca, se reflejó, entre la imaginación y la fascinación, que "el mar será muy grande, muy ancho, muy hondo". Y en el empeño del maestro no faltó proyectar un viaje para que pudieran verlo en las aguas del propio Mediterráneocomo  una forma de culminar un curso escolar labrado con esfuerzo e ilusión

En la película la historia real de otro tiempo se ve entrelazada con otra, también real, de nuestros días. Estamos, así, ante la búsqueda de los cuerpos sepultados en fosas comunes y abandonados durante décadas. La del esfuerzo de familiares de esas víctimas y de miembros de las asociaciones para recuperación de la Memoria, con sus activistas y sus especialistas en arqueología y antropología forense. En el caso que nos ocupa, la fosa de La Pedraja, en el municipio de Villafranca Montes de Oca, unos kilómetros al sur de Bañuelos, donde entre 2010 y 2011 fueron exhumados los restos mortales de más de 100 personas. De algunas se ha logrado que sean reconocidas gracias a los ADN aportados por familiares. 

No ha sido el caso de Antoni Benaiges. Como tampoco fue  posible ver cumplida su promesa de llegar al mar acompañado de sus niños y niñas. Se ha quedado como la metáfora de un sueño que pudo haberse hecho realidad, pero que fue truncado, como tantos otros, por la barbarie del fascismo.