miércoles, 20 de abril de 2022

Arte y poesía a Julián Grimau

                    ("A Julián Grimau García", de 
Xaime Quesada; años 60).

La ventana indiscreta I

Otra vez esas radios extranjeras
vomitan contra España su veneno!
Salimos ahora al paso de ese trueno
explicando las cosas verdaderas.

No ha habido tal señor defenestrado
ni se empleó en su trato la tortura.
Tratósele con tacto y con dulzura.
Se le invitó a pasar a lo vedado.

Saludósele allí con cortesía.
Preguntósele por sus actividades
de manera correcta y muy humana.

Díjonos su opinión de la amnistía.
Dijímosle después nuestras verdades
y arrojóse sin más por la ventana.

(“Antón Salamanca”, Alfonso Sastre, 1962)


La ventana indiscreta II

Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
Pero el mundo se agita y se remueve.
En el mil novecientos treinta y nueve
se fusilaba más sin tanto inmundo.

Protestas de masones, liberales,
comunistas, social democristianos,
escritores borrachos, italianos,
gente de mal vivir y radicales.

Pero además, ¿qué pasa? ¿Qué presentas,
mundo, como protesta, inoportuno?
¿Te parece tan grave, pues, la cosa?

¿Tanta importancia tiene a fin de cuentas
que sean un millón o un millón y uno
los muertos de una guerra tan gloriosa?

(“Antón Salamanca”, Alfonso Sastre, 1963)


Canción a Julián Grimau

He conocido el crimen una mañana,
color tiene mi pena de sangre humana.
Sólo nubes y plomo lo presenciaron.
Julián Grimau, hermano,
te asesinaron, te asesinaron.

Ya no nace en la tierra ni un pensamiento
que no lleve esta pena dentro del cuerpo.
Del dolor de mi pueblo, nace mi canto.
Cuerdas de mi guitarra
sois compañeras de nuestro llanto.

Malditos los que viven de la venganza,
mientras mueren los pueblos por la esperanza.
Silencio de mi tierra, ¡qué amargo suenas!,
Las piedras del camino
hoy sangre llevan, hoy sangre llevan.

Nacerá el trigo joven entre besanas.
Las razones, de nuevo pisoteadas.
Pero, a pesar de todo, yo sé que un día
tú estarás con nosotros 
como querías, como querías.

(Chicho Sánchez Ferlosio, 1963).


A Julián Grimau García fusilado hoy en España acusado de “rebelión militar” en 1936

¡Rebelión militar! Señor, ¿quién fue el primero
que ensangrentó la patria pobre que amanecía,
quién la sacó de madre y quién fue el carcelero
que le encadenó el alma con lenta agonía?

¡Rebelión militar! Di, ¿quién fue el asesino
de ayer y que en tu nombre hoy sigue asesinando?
Fulmínalo, Señor, con tu rayo divino,
porque si no, ¿hasta cuándo, hasta cuándo, hasta cuándo?

(Rafael Alberti, 1963).

                    ("A Grimau", de Gracia 
Barrios; 1963).


Elegía rota para un himno.
En la muerte de Julián Grimau

Volvió el cubil a crepitar: serpientes
del rencor, lobos
del odio,
un trueno de uñas lívidas, un río
de alimañas hirvientes,
plomos, ácidos,
espadas purulentas
brotando,
desatándose,
cayendo
sobre dos brazos rotos y una frente
partida.

Llegaba roja el alba,
abril tenía
los tallos de esmeralda
ensangrentados.
                        Lenguas,
lágrimas,
campanas desoladas a lo lejos
sonaron, un idioma
de congoja
y clamor iba subiendo,
como si le arrancaran a un planeta,
de cuajo,
las entrañas.

Entonces fue.
                    Gritó la voz enana,
enloquecida voz, la voz
hedionda,
aulló, gritó, ordenó
sádicamente la ración de crimen
dispuesta para el día
y luego se sentó sobre la Cruz,
sobre la cruz de Roma.
                                 Entonces
fue. El miedo le subía
por los oscuros fondos del instinto.

Pero aquella mirada
frente a las negras bocas
ya humeantes,
aquel torrente quieto
de dulzuras
que el fuego quiso devorar,
aquella
sangre erguida delante del abismo
se alzó sobre la muerte
y ahora vuela,
s e esparce, por la noche
del mundo como un astro. Como un astro
cercano
que podemos tocar desde la tierra.

Mírame, hermano, sol, espejo
de las vidas, oh sí, mírame,
lléname
de tu luz, álzame
en ella,
tu luz que ya convoca
los distantes insomnios, pone olvido
en las viejas heridas,
nos conduce
hasta el fin.
                 Mírame, entrégame
tu tranquila energía, tu centella
de paz.
no te han vencido,
amigo, compañero de la rama
vencida, lazarillo
del más hermoso sueño, no
te han vencido, perduras, ahora estás
entre las cumbres y no obstante,
caminas con nosotros,
te rodean
los brazos que te aman,
siembras,
fundas
los nidos del futuro.

Huya el dolor
a su frontera. Empieza
a amanecer. Yo canto, yo te canto,
de pie sobre mis lágrimas,
con la misma esperanza que tu rostro
tenía
cuando, abrazado a tu estatura
inmensa,
a tu impávida rosa,
ibas naciendo,
como una brisa inmemorial al día
que no acaba, que nunca
acabará.

Dijiste al hacha fratricida
“Este
será tu último golpe”, y luego
a los que te escuchaban
con dolorido estupor: “Seguid, unid
las manos, destronad
a la bestia”.
                  Cuando suena
a orilla de las sombras una música
tan pura y verdadera,
es que del muro
martirizado una diadema está
brotando, una diadema
inagotable
como la sed del tiempo, como el ala
del mar.

Puedes brillar tranquilo,tú lo sabes.
Estamos hechos para la tormenta,
para el beso creador
estamos hechos.
A tu fulgor marchamos. Ya ha crecido,
al borde de tu sombra arbustos
jóvenes.
Ellos te llevan en los labios.
                                        Vamos
contigo a defender la primavera,
contigo
a levantar la nueva casa.

(Juan Rejano, 1963).

                    ("Retrato de Julián Grimau”, de autoría desconocida)


¿Qué dirá el Santo Padre?

Miren cómo nos hablan
de libertad,
cuando de ella nos privan
en realidad.
Miren cómo pregonan
tranquilidad,
cuando nos atormenta
a autoridad.

¿Qué dirá el Santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?

Miren cómo nos hablan
del paraíso,
cuando nos llueven penas
como granizo.
Miren el entusiasmo
con la sentencia,
sabiendo que mataban
a la inocencia.

¿Qué dirá el Santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?

El que oficia la muerte
como un verdugo
tranquilo está tomando
su desayuno.
Con eso se pusieron
la soga al cuello.
El quinto mandamiento
no tiene sello.

¿Qué dirá el Santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?

Entre más injusticia,
señor fiscal,
más fuerza tiene mi alma
para cantar.
Lindo es segar el trigo
en el sembrao
regado con tu sangre,
Julian Grimau.

¿Qué dirá el Santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?

(Violeta Parra, 1965).


A Julián Grimau, assassinado em Espanha, em 1963, pelo regime franquista

A morte
foi um esgar
tão evidente
nos seus lábios de dor

nesse dia
as flores traídas
foram um poema
de violência

e a revolta
um grito
quedo na palidez
das espadas homicidas

amanhã
o silêncio
será longo
e irrecusável

[La muerte
fue una mueca
tan evidente
en tus labios de dolor

en ese día
las flores traicionadas
eran un poema
de violencia

y la revuelta
un grito
caído en la palidez
de espadas homicidas

mañana
el silencio
será largo
e innegable].

(Manoel Tavares Rodrigues-Leal, 1966).


Al glorioso general Francisco Franco después que firmó el fusilamiento de Grimau

Mi General...
¡Qué bonita letra tiene usted!
¡Oh, qué preciosa caligrafía de cuartel!
Así escriben los tiranos, ¿verdad?
¡Y los gloriosos dictadores...!
¡Qué rasgos!
¡Qué pulso!
¿Quién le enseñó a escribir así, mi general?
Se dice general y se dice verdugo.
Los dos tienen el mismo rango,
los mismos galones.
El general se diferencia del verdugo solamente
en que el general tiene la letra más bonita.
Para firmar una sentencia de muerte
hay que tener la letra muy bonita...
¡Qué bonita letra tiene usted, mi general!

(León Felipe, 1967).


Yo no sabía que te llamabas Julián Grimau

Tú ya no puedes acordarte,
te han matado,
hijos de puta, Dios mío, te han matado!
No puedes acordarte de mí, pero sabías
que fuimos juntos en el autobús después de la reunión
y era la crisis del Caribe
y llevabas una cartera grande
y eras modestamente heroico,
hombre sin gestos eras
y el color de la calle era tu gris
y un fuego rojo oculto ardía en la mitad de tu corazón
y ahora te digo lo que sé, Julián Grimau,
y es que ese rojo fuego nuestro no se apaga.

(Alfonso Sastre, 1994).

               (Portada del libro de Juan Rejano, obra de Antonio Gutiérrez Luna; 1963)