viernes, 25 de octubre de 2019

Tras la exhumación del dictador

Después de lo ocurrido ayer, toca la reflexión. Noticias, tertulias, columnas de opinión, programas especiales… Chistes, anécdotas, bromas..., de un lado. Nostalgia, gritos, bravatas…, de otro. Todo un cúmulo de imágenes y palabras que a mucha gente nos sirvió de desahogo. Vimos un ataúd que, sacado de la tumba donde se había depositado 44 años antes, era transportado en helicóptero para ser ubicado en un lugar más recogido. Fue para mucha gente un acto de reparación: para quienes sufrieron en su momento los rigores de la espada y el fuego, para quienes heredaron su recuerdo o para quienes entienden que no puede haber paz si el cuerpo momificado del dictador seguía vigilante bajo esa gran cruz que proyecta su imagen amenazadora. Fue el dictador el que ocupó sobremanera el día de ayer, cuando en realidad debieron haber sido sus víctimas quienes ocuparan la atención preferente. Fueron mencionadas y en algunos lugares se guardo su recuerdo, sí, pero no lo suficiente.