domingo, 27 de octubre de 2019

Evo Morales vuelve a ganar en Bolivia

Existe cierta incertidumbre derivada del lento proceso de recuento de los votos y de las interferencias que están provocando los grupos opositores. Pero el caso es que con el 99,2% del censo escrutado, la victoria de Evo Morales con casi el 47% de  los votos y 10,4% de diferencia sobre el segundo candidato, Carlos  Mesa, permitiría que no fuera necesaria una segunda vuelta. De lo que no hay duda es que se está ante su cuarta victoria consecutiva desde que en 2006 accediera a la presidencia del país.

Sin embargo, Mesa nunca ha reconocido los resultados por considerarlos fraudulentos y por ello ha hecho un llamamiento a la movilización de la gente. Cuenta con el apoyo de la oligarquía del país y los sectores sociales intermedios más favorecidos, de la mayor parte de los medios de comunicación, de la OEA y, por supuesto, de EEUU. Está por ver el comportamiento del ejército, con una tradición golpista, pero hasta ahora neutralizada por Morales durante su mandato. Él mismo ha denunciado que se está preparando un golpe de estado. En todo caso, el riesgo de que la situación se deteriore es grande.

Nada de lo que está ocurriendo es extraño. Antes de la llegada a la presidencia de Morales Bolivia estaba en quiebra financiera y sufría extremas desigualdades sociales, una elevada corrupción y un escandaloso atraso económico. Eran las consecuencias de las medidas neoliberales implementadas durante los mandatos de Gonzalo Sánchez de Losada y del propio Carlos Mesa, que fue primero su vicepresidente y luego pasó a sustituirlo.

Desde 2006 los sucesivos gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS) han hecho que la situación haya cambiado extraordinariamente. La nacionalización de los hidrocarburos ha permitido que se haya producido un aumento anual del PIB en un 5% anual y, a la vez, la redistribución de la riqueza, que se ha complementada con un aumento sustancial del gasto público y la extensión de los derechos sociales, sin olvidar los que se corresponden con las comunidades indígenas..

Como resultado Bolivia es hoy una sociedad más justa: se ha reducido la pobreza severa de casi el 40% al 15% y la pobreza  moderada ha  pasado de las dos terceras partes a un tercio; casi se han quintuplicado los salarios; se ha generalizado el acceso de las familias a los servicios de energía; se ha extendido y modernizado la red de transportes; ha desaparecido el analfabetismo entre las edades jóvenes y han aumentado espectacularmente las tasas de educación; se han construido numerosas instalaciones sanitarias y han mejorado los servicios; ha aumento en diez años la esperanza de vida, que ha alcanzado los 74...

Estamos en la primera fase de una ofensiva que no se sabe cómo puede acabar. Bolivia es una presa preciada, entre otras cosas porque hasta ahora parecía el país más estable desde que a finales del siglo XX se inició el ciclo de gobiernos progresistas en América Latina. Ya veremos qué puede pasar.