En diciembre de 1999 en IU de Barbate organizamos un homenaje a Rafael Alberti, fallecido dos meses antes. Lo recuerdo como un acto bonito, entrañable y emotivo. Rico también en su puesta en escena, donde la poesía recitada se vio arropada por imágenes diversas (fotografías, vídeos, viñetas ...) y un precioso fondo de escenario realizado por Luis Valverde.
Conservo del acto el cartel con el que lo anunciamos. También, lo que había preparado para que fuera publicado como un número especial de Debate Ciudadano, el boletín de IU de Barbate. El contendido es lo que se reproduce en esta entrada. Dispongo de una cinta grabada en VHS del acto, pero, claro, sin una adaptación al formato digital por ahora me resulta imposible reproducirla. En cuanto a las fotos que se hicieron, no sé dónde se encuentran, aunque sí tengo una de la imagen del fondo de escenario. En ese mismo mes de diciembre le dedicamos al poeta unas páginas en Debate Ciudadano (n. 42, diciembre), en cuya contraportada aparecía unas viñetas de El Barbateño, la firma artística de Paco Malia.
Espero que esta entrada pueda gustar a quien en su momento participara o asistiera al acto. Dos de quienes pusieron su granito de arena -Luis, Rafael y Diego-, por desgracia, ya no están. Espero que esto sea una forma de tenerlos presentes. Pese al tiempo transcurrido -¡18 años ya!-, bueno es dejar constancia que lo que se hizo en un momento pueda seguir siendo recordado.
Al poco de morir Rafael Alberti, otro Rafael -éste, un
compañero de trabajo- me preguntó si en IU íbamos a hacer algo sobre
el poeta. Si bien le contesté que no lo habíamos considerado, enseguida me pregunté
a mí mismo que por qué no. De aquí al paso siguiente de intercambiar ideas con
otras personas y acabar fundiendo proyectos (Paqui quería celebrar el 97
cumpleaños de Alberti con su alumnado del instituto) y nuevas ideas poco le
faltó. Por fin, Paqui, Juanjo y yo parimos una tarde de otoño un borrador, donde
los poemas seleccionados, junto con las canciones y las imágenes
complementarias, no tardaron mucho tiempo en concretarse en versos copiados en
el ordenador, imágenes montadas en cintas de vídeo, canciones grabadas o
diapositivas hechas luz. Sólo inconvenientes externos nos impidieron hacer antes el
acto de homenaje, pero al final lo conseguimos. Fue el 16 de diciembre, el día del cumpleaños del poeta (póstumo, bien es verdad).
Conservo del acto el cartel con el que lo anunciamos. También, lo que había preparado para que fuera publicado como un número especial de Debate Ciudadano, el boletín de IU de Barbate. El contendido es lo que se reproduce en esta entrada. Dispongo de una cinta grabada en VHS del acto, pero, claro, sin una adaptación al formato digital por ahora me resulta imposible reproducirla. En cuanto a las fotos que se hicieron, no sé dónde se encuentran, aunque sí tengo una de la imagen del fondo de escenario. En ese mismo mes de diciembre le dedicamos al poeta unas páginas en Debate Ciudadano (n. 42, diciembre), en cuya contraportada aparecía unas viñetas de El Barbateño, la firma artística de Paco Malia.
Espero que esta entrada pueda gustar a quien en su momento participara o asistiera al acto. Dos de quienes pusieron su granito de arena -Luis, Rafael y Diego-, por desgracia, ya no están. Espero que esto sea una forma de tenerlos presentes. Pese al tiempo transcurrido -¡18 años ya!-, bueno es dejar constancia que lo que se hizo en un momento pueda seguir siendo recordado.
HOMENAJE A RAFAEL ALBERTI
Presentación
Sería injusto no referirse a otra (tanta) gente que ha puesto su
granito de arena en el trabajo. De IU o no de IU, personas que hicieron posible
que pudiera llevarse a efecto. Araceli, Diego y Ascensión, como también Paqui,
aportaron bellos poemas. Luismi puso sus manos en el ordenador para recrearse
en las mil caras de Rafael Alberti mientras éste se llamaba tonto. Luis, este
“peazo” de artista que tenemos, no dudó en crear una paloma enredada en el
torso desnudo de una mujer para su montaje del escenario. Chema, Juanjo Dávila,
Noelia y Marta, sin olvidar a Diego, a Juanjo y a Paqui, prestaron sus voces
para hacer sonido de los versos del poeta. Hasta Mariano, al que todavía le
unen lazos con Barbate, se atrevió a viajar desde la ribera del Guadalquivir y
señalar, con su dedo acusatorio, al general fallecido. Mª José se prestó a
manejar el proyector de diapositivas y de Paco hemos vuelto a tomar su
entrañable “Barbateño”.
Creo que ha merecido la pena, porque lo merece la poesía y la
poesía es cultura. Al fin y al cabo no hemos hecho más que, a nuestra manera,
lo que tanto agradaba a Rafael Alberti: agitar las conciencias. Eso lo inició
cuando de joven se enfrentó a la dura realidad de su tiempo y no dudó en perder
esa falsa neutralidad de la poesía pura para tomar partido (otro poeta ya muerto
añadiría “hasta mancharse”). Desde entonces no cesó en su empeño, acompañado
mucho tiempo de su querida Mª Teresa. Bajó al escenario de la vida y se
convirtió en poeta en la calle. Años más tarde llegó a llamarse -qué vulgaridad,
por Dios, diría alguien- Juan Panadero. La guerra civil, el exilio y el regreso
fueron desde 1936 escenario y alimento de su obra, a la que no le faltó reírse
hasta de su propia sombra. Fue un iconoclasta de la poesía y abarcó todos los
campos. Nunca perdió su compostura de niño travieso, porque supo
conservar de esas edades tempranas la dulce libertad que aporta la inocencia.
Lo que aquí se presenta reproduce el contenido del homenaje, que
estuvo dividido en dos partes. La primera recoge los textos recitados del
propio Alberti, con la única excepción de una carta de Lorca. La segunda son
dedicatorias al poeta. Todas ellas se hicieron para el homenaje, excepto el
villancico de Arbeloa (musicado por Luis Pastor), que se hizo al regreso de
Alberti a la vuelta del exilio, allá por 1977.
(Jesús
Montero, en Barbate, enero de 2000)
I
TARDES HORRIBLES…
Tardes
horribles... ¡Oh, Dios mío! Aquel libro de preceptiva en el colegio madrileño
era más misterioso e incomprensible que el de los jesuitas del Puerto. Me preguntaron
por la didascálica; oí confusamente hablar de paragoge, hemistiquios,
hipérbatones y metonimias. Y cuando ya al final, en un desesperado esfuerzo por
aprobarme, el catedrático le explicó a mi angustioso mutismo que “la emoción de
la colectividad daba lugar al epinicio” comprendí más que nunca lo hermoso y
tranquilizador que era lanzarse por campos y jardines con una caja de colores,
limpios los ojos y libre el pensamiento de aquel galimatías, tan necesario por
lo visto para ser buen poeta.
(La
arboleda perdida).
EL
MAR. LA MAR
El
mar. La mar.
El
mar. ¡Sólo la mar!
¿Por
qué me trajiste, padre,
a la
ciudad?
¿Por
qué me desenterraste
del
mar?
En
sueños, la marejada
me
tira del corazón.
Se lo
quisiera llevar.
Padre,
¿por qué me trajiste
acá?
(Marinero en
tierra).
¡QUE
ALTOS LOS BALCONES…!
¡Qué
altos
los
balcones de mi casa!
Pero
no se ve la mar.
¡Qué
bajos!
Sube,
sube, balcón mío,
trepa
el aire, sin parar;
sé
terraza de la mar,
sé
torreón de navío.
-¿De
quién será la bandera
de
esa torre vigía?
-¡Marineros,
es la mía!
(Marinero en
tierra).
…Y YA ESTARAN LOS ESTEROS…
...Y
ya estarán los esteros
rezumando
azul de mar.
¡Dejadme
ser, salineros,
granito
del salinar !
¡Qué
bien, a la madrugada,
correr
en las vagonetas,
llenas
de nieve salada,
hacia
las blancas casetas!
Dejo
de ser marinero,
madre,
por ser salinero.
(Marinero en
tierra).
RETORCEDME SOBRE EL MAR…
Retorcedme
sobre el mar,
al
sol, como si mi cuerpo
fuera
el jirón de una vela.
Exprimid
toda mi sangre.
Tended
a secar mi vida
sobre
las jarcias del muelle.
Seco,
arrojadme a las aguas
con
una piedra en el cuello
para
que nunca más flote.
Le di
mi sangre a los mares.
¡Barcos,
navegad por ella!
Debajo
estoy yo, tranquilo.
(Marinero en
tierra).
SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA…
Si mi
voz muriera en tierra,
llevadla
al nivel del mar
y
dejadla en la ribera.
Llevadla
al nivel del mar
y
nombradla capitana
de un
blanco bajel de guerra.
¿Oh
mi voz condecorada
con
la insignia marinera:
sobre
el corazón un ancla
y
sobre el ancla una estrella
y
sobre la estrella el viento
y
sobre el viento la vela!
(Marinero en
tierra).
EL
TONTO DE RAFAEL
(AUTORRETRATO BURLESCO)
Por
las calles, ¿quién aquel?
¡El
tonto de Rafael!
Tonto
llovido del cielo,
del
limbo, sin un ochavo.
Mal
pollito colipavo,
sin
plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pío!,
pica, y al vuelo
todos
le pican a él.
¿Quién
aquel?
¡El
tonto de Rafael!
Tan
campante, sin carrera,
no
imperial, sí tomatero,
grillo
tomatero, pero
sin
tomate en la grillera.
Canario
de la fresquera
no de
alcoba o mirabel.
¿Quién
aquel?
¡El
tonto de Rafael!
Tontaina,
tonto del higo,
rodando
por las esquinas,
bolas,
bolindres, pamplinas,
y
pimientos que no digo.
Mas
nunca falta un amigo
que
le mendigue un clavel.
¿Quién
aquel?
¡El
tonto de Rafael!
Patos
con gafas, en fila,
lo
raptarán tontamente
en la
berlina inconsciente
de
san Jinojito el lila.
¿Qué
run-rún, qué retahíla
sube
el cretino eco fiel?
¡Oh,
oh, pero si es aquél
el
tonto de Rafael!
(El alba del
alhelí).
¡Qué espadazo de
sombra…!
¡Qué
espadazo de sombra me separó casi insensiblemente de la luz, de la forma
marmórea de mis poemas inmediatos, del canto aún no lejano de las formas populares,
de mis barcos, esteros y salinas... para arrojarme a aquel pozo de tinieblas,
aquel agujero de oscuridad...? Yo no podía dormir, me dolían las raíces del
pelo y de las uñas, derramándome en bilis amarilla, mordiendo de punzantes
dolores la almohada... Yo había perdido un paraíso, tal vez el de mis años
recientes, mi clara y primerísima juventud, alegre y sin problemas. Me
encontraba de pronto sin azules detrás, (...) roto en mis centros más íntimos.
(La
arboleda perdida).
LOS ÁNGELES COLEGIALES
Ninguno
comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni
por qué la esfera armilar se exaltaba tan
sola cuando la mirábamos.
Sólo
sabíamos que una circunferencia puede
no ser redonda
y que
un eclipse de luna equivoca a las flores
y
adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno
comprendíamos nada:
ni
por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la
tarde cerraba compases para al alba escribir libros.
Sólo
sabíamos que una recta, si quiere, puede
ser curva o quebrada
y que
las estrellas errantes son niños que ignoran
la aritmética.
(Sobre los
ángeles).
LOS ÁNGELES MUERTOS
Buscad,
buscadlos
en el
insomnio de las cañerías olvidadas,
en
los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos
de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos
ojos perdidos,
una
sortija rota
o una
estrella pisoteada.
Porque
yo los he visto:
en
esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque
yo los he tocado:
en el
destierro de un ladrillo difunto,
venido
a la nada desde una torre o un carro.
Nunca
más allá de las chimeneas que se derrumban
ni de
esas hojas tenaces que es estampan en los
zapatos.
En
todo esto.
Mas
en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en
esas ausencias hundidas que sufren los muebles
desvencijados,
no a
mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes.
Buscad,
buscadlos:
debajo
de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la
firma de uno de esos rincones de cartas
que
trae rodando el polvo.
Cerca
del casco perdido de una botella,
de
una suela extraviada en la nieve,
de
una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.
(Sobre los
ángeles).
BUSTER KEATON BUSCA POR EL BOSQUE A SU
NOVIA, QUE ES UNA VERDADERA VACA
Poema representable
1, 2,
3 y 4.
En
estas cuatro huellas no caben mis zapatos.
Si en
estas cuatro huellas no caben mis zapatos,
¿de
quién son estas cuatro huellas?
¿De
un tiburón,
de un
elefante recién nacido o de un pato?
¿De
una pulga o de una codorniz?
(Pi,
pi, pi)
¡Georginaaaaaaaa!
¿Dónde
estás?
¡Que
no te oigo, Georgina!
¿Qué
pensarán de mí los bigotes de tu papá?
(Paapááááá.)
¡Georginaaaaaaaa!
¿estás
o no estás?
Abeto,
¿dónde está?
Alisio,
¿dónde está?
Pinsapo,
¿dónde está?
¿Georgina
pasó por aquí?
(Pi,
pi, pi, pi.)
Ha
pasado a la una comiendo yerbas
Cucú,
el
cuervo la iba engañando con una flor de reseda.
Cuacuá,
la
lechuza con una rata muerta.
¡Señores,
perdonadme, pero me urge llorar!
(Guá,
guá, guá, guá.)
¡Georgina!
Ahora
que te faltaba un solo cuerno
para
doctorarte en la verdaderamente útil carrera de ciclista
y
adquirir una gorra de cartero.
(Cri,
cri,cri, cri)
Hasta
los grillos se apiadan de mí
y me
acompaña en mi dolor la garrapata.
Compadécete
del smoking que te busca y te
llora entre los aguaceros
y del
sombrero hongo que tiernamente
te
presiente de mata en mata..
¡Georginaaaaaaaaaaaaaaa!
(Maaaaaaa.)
¿Eres
una dulce niña o una verdadera vaca?
Mi
corazón siempre me dijo que eras una verdadera
vaca.
Tu
papá , que eras una dulce niña.
Mi
corazón, que eras una verdadera vaca.
Una
dulce niña.
Una
verdadera vaca.
Una
niña.
Una
vaca.
¿Una
niña o una vaca?
O
¿una niña y una vaca?
Yo nunca supe nada.
Adiós, Georgina.
(¡Pum!).
(Yo
era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos).
En un
mediodía rutilante de sol…
En
un mediodía rutilante de sol. Sobre la página del mar, una fecha de primavera:
14 de abril. Alguien, desde Madrid, nos llamó por teléfono gritándonos ¡viva la
República!. De nuevo, y como siempre, yo empezaba a ver claro, dos Españas: el
mismo muro de incomprensión separándonos. María Teresa y yo íbamos comentando
camino de Madrid: no hacía ni una hora que había sido izada la bandera nueva,
cuando ya la vencida comenzaba a moverse agitando un temblor de guerra civil.(...).
La causa del pueblo, ya clara y luminosa, la tenía ante mis ojos...
(La
arboleda perdida).
DEFENSA DE MADRID
Madrid,
corazón de España,
late
con pulsos de fiebre.
Si
ayer la sangre hervía,
hoy
con más calor le hierve.
Ya
nunca podrá dormirse,
porque,
si Madrid se duerme,
querrá
despertarse un día
y el
alba no vendrá a verle.
No
olvides, Madrid, la guerra;
jamás
olvides que enfrente
los
ojos del enemigo
te
echan miradas de muerte.
Rondan
por tu cielo halcones
que
precipitarse quieren
sobre
tus rojos tejados,
tus
calles, tu brava gente.
Madrid:
que nunca se diga,
nunca
se publique o piense
que
en el corazón de España
la
sangre se volvió nieve.
Fuentes
de valor y hombría
las
guardas tú donde siempre.
Atroces
ríos de asombro
han
de correr de esas fuentes.
Que
cada barrio a su hora,
si
esa mal hora viniere
-hora
que no vendrá-, sea
más
que la plaza más fuerte.
Los
hombres, como castillos;
igual
que almenas, sus frentes;
grandes
murallas, sus brazos,
puertas
que nadie penetre.
Quien
al corazón de España
quiera
asomarse, que llegue.
¡Pronto!
Madrid está cerca.
Madrid
sabe defenderse
con
uñas, con pies, con codos,
con
empujones, con dientes,
panza
arriba, arisco, recto,
duro,
al pie del agua verde
del
Tajo, en Navalperal,
en
Sigüenza, en donde suenen
balas
y balas que busquen
helar
su sangre caliente.
Madrid,
corazón de España,
que
es de tierra, dentro tiene,
si se
le escarba, un gran hoyo,
profundo,
grande, imponente,
como
un barranco que aguarda.
Sólo
en él cabe la muerte.
(El poeta en la calle)
GALOPE
Las
tierras, las tierras, las tierras de España,
las
grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa,
caballo cuatralbo,
jinete
del pueblo,
al
sol y a la luna.
¡A
galopar,
a
galopar,
hasta
enterrarlos en el mar!
A
corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras
de España en las herraduras.
Galopa,
jinete del pueblo,
caballo
cuatralbo,
caballo
de espuma.
¡A
galopar,
a
galopar,
hasta
enterrarlos en el mar!
Nadie,
nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que
es nadie la muerte que va en tu montura.
Galopa,
caballo cuatralbo,
jinete
del pueblo,
que
la tierra es tuya.
¡A
galopar,
a
galopar,
hasta
enterrarlos en el mar!
(Capital de la
gloria).
NOCTURNO
Cuando
tanto se sufre sin sueño y por la sangre,
se
escucha que palpita solamente la rabia,
que
en los tuétanos tiembla el despabilado odio
y en
las médulas arde continua la venganza,
las
palabras entonces no sirven: son palabras.
Balas.
Balas.
Manifiestos,
artículos, comentarios, discursos,
humaredas
perdidas, neblinas estampadas,
¡qué
dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué
tristeza de tinta que ha de borrar el agua!
Balas.
Balas.
Ahora
sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo
desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando
desde el abismo de su idioma quisiera
gritar
lo que no puede por imposible, y calla.
Balas.
Balas.
Siento
esta noche heridas de muerte las palabras.
(Capital de la
gloria).
Cuando llegué a
París…
Cuando
llegué a París mi estado espiritual era negro, desesperado. El final de nuestra
guerra me había hundido en el mayor desánimo, apoderándose de nosotros, los
recién exiliados españoles, el túnel de la más tremenda incertidumbre (...).
Los españoles recordamos muy bien aquellos días (febrero de 1940, cuando
abandonábamos Marsella, camino de las orillas del río de la Plata). Los campos
de concentración de Francia y África seguían llenos de nuestros soldados, de
nuestras mujeres y niños, tan sólo por el crimen de haber sido los primeros
combatientes, los primeros héroes en la lucha contra el fascismo internacional,
que no ya sólo acababa de apuñalar a la República Española, sino que se
expandía, como una lava de muerte, por todas las ciudades y campiñas del
continente europeo...
(La arboleda perdida).
DESTIERRO
Duras, las tierras ajenas.
Ellas agrandan los muertos,
ellas.
Triste, es más triste llegar
que lo que se deja.
Ellas agrandan el llanto,
ellas.
Cuando duele el corazón, callan
ellas.
Crecen hostiles los trigos
para el que llega.
Se dice: -Mira qué árbol
como aquél…
Todos recelan.
¡El mar! ¿El mar! ¡Cuántas olas
que no regresan!
(Entre el clavel y la espada)
RETORNOS DEL AMOR EN LAS ARENAS
Esta
mañana, amor, tenemos veinte años.
Van
voluntariamente lentas, entrelazándose,
nuestras
sombras descalzas camino de los huertos
que
enfrentan los azules del mar con sus verdores.
Tú
todavía eres casi la aparecida,
la
llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando
el joven sin rumbo de la ciudad
prolonga,
pensativo,
a sabiendas el regreso a su casa.
Tú
todavía eres aquella que a mi lado
vas
buscando el declive secreto de las dunas,
la
ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral
que pone
cortinas
a los oídos marineros del viento.
Allí
estás, allí estoy contra ti, comprobando
la
alta temperatura de las olas felices,
el
corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose
en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo
nos mira alegre, después, por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las
algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido
el vuelo, quieren cantar sobre las torres.
Esta
mañana, amor, tenemos veinte años.
(Retornos de lo
vivo lejano).
POR
ENCIMA DEL MAR DESDE LA ORILLA AMERICANA DEL ATLÁNTICO
¡Si
yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
hoy,
junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte
como entonces,
como
cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a
tu mar robándole caracolas y algas!
Bien
lo merecía, yo sé que tú lo sabes,
por
haberte llevado tantos años conmigo,
por
haberte cantado casi todos los días,
llamando
siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo
luminoso que me aconteciera.
Siénteme
cerca, escúchame
igual
que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado
en la cal hirviente de tus muros,
sobre
tus farallones hundidos o en los huecos
de
tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy
tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
Yo sé
que lo lejano,
sí,
que lo más lejano, aunque se llame
Mar
de Solís o Río de la Plata,
no
hace que los oídos
de tu
siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por
encima del mar voy de nuevo a cantarte.
(Ora
marítima).
[Carta de Federico
García Lorca a Rafael Alberti]
Querido primo:
Ayer tarde hubo una
gran tormenta.
/Dime, por favor,
si también la hubo ahí.
Trabajo, entregado
a la poesía, que me hiere y me manda.
¡Adiós!
¡al molino del amor,
por el toronjil en flor!
¡Adiós!
Abrazos.
Federico.
¿Cuándo vienes a Granada?
BALADA
DEL QUE NUNCA FUE A GRANADA
¡Qué
lejos por mares, campos y montañas!
Ya
otros soles miran mi cabeza cana.
Nunca
vi Granada.
Mi
cabeza cana, los años perdidos,
quiero
hallar los viejos borrados caminos.
Nunca
fui a Granada.
Dadle
un ramo verde de luz a mi mano,
una
rienda corta y un galope largo.
Nunca
vi Granada.
¿Qué
gente enemiga puebla sus adarves?
¿Quién
los claros ecos, libres de sus aires?
Nunca
fui a Granada.
Venid
los que nunca fuisteis a Granada.
Hay
sangre caída, sangre que me llama.
Nunca
vi Granada.
Hay
sangre caída del mejor hermano,
sangre
por los mirtos y agua de los patios.
Nunca
entré en Granada.
Si
altas son las torres, el valor es alto.
Venid
por montañas, por mares y campos.
Entraré
en Granada.
(Baladas y
canciones del Paraná).
ANDALUCÍA,
¿SE HA QUEDADO SIN NADIE?
¿Qué
cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué
miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué
sienten los poetas andaluces de ahora?
Cantan
con voz de hombre, pero ¿dónde los hombres?
Con
ojos de hombre miran, pero ¿dónde los hombres?
Con
pecho de hombre sienten, pero ¿dónde los hombres?
Cantan
y, cuando cantan, parece que están solos.
Miran
y, cuando miran, parece que están solos.
Sienten
y, cuando sienten, parece que están solos.
¿Es
que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?
¿Es
que acaso en los montes andaluces no hay nadie?
¿Que
en los mares y campos andaluces no hay nadie?
¿No
habrá ya quien responda a la voz del poeta?
¿Quien
mire al corazón sin muros del poeta?
¿Tantas
cosas han muerto que no hay más que el poeta?
Cantad
alto. Oiréis que oyen otros oídos.
Mirad
alto. Veréis que miran otros ojos.
Latid
alto. Sabréis que palpita otra sangre.
No es
más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado.
Su
canto asciende a más profundo
cuando,
abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
(Baladas y
canciones del Paraná).
SE EQUIVOCÓ LA PALOMA
Se
equivocó la paloma.
Se
equivocaba.
Por
ir al norte, fue al sur.
Creyó
que el trigo era agua.
Se
equivocaba.
Creyó
que el mar era el cielo;
que
la noche, la mañana.
Se
equivocaba.
Que
las estrellas, rocío;
que
la calor, la nevada.
Se
equivocaba.
Que
tu falda era su blusa;
que
tu corazón, su casa.
Se
equivocaba.
(Ella
se durmió en la orilla.
Tú,
en la cumbre de una rama).
(Entre el clavel y
la espada).
ESE GENERAL
-Aquí
está el general.
¿Qué
quiere el general?
-Una
espada, desea el general.
-Ya
no existen espadas, general.
¿Qué
quiere el general?
-Un
caballo desea el general.
-Ya
no existen caballos, general.
¿Qué
quiere el general?
-Otra
batalla quiere el general.
-Ya
no existen batallas, general.
¿Qué
quiere el general?
-Una
amante desea el general.
-Ya
no existen amantes, general.
¿Qué
quiere el general?
-Un
gran tonel de vino desea el general.
-Ya
no hay tonel ni vino, general.
¿Qué
quiere el general?
-Un
buen trozo de carne desea el general.
-Ya
no existen ganados, general.
¿Qué
quiere el general?
-Comer
yerbas desea el general.
-Ya
no existen los pastos, general
¿Qué
quiere el general?
-Beber
agua desea el general.
-Ya
no existe más agua, general.
¿Qué
quiere el general?
-Dormir
en una cama desea el general.
-Ya
no hay cama ni sueño, general.
¿Qué
quiere el general?
-Perderse
por la tierra desea el general.
-Ya
no existe la tierra, general.
¿Qué
quiere el general?
-Morirse
como un perro desea el general.
-Ya
no existen los perros, general.
¿Qué
quiere el general?
¿Qué
quiere el general?
Parece
que está mudo el general.
Parece
que no existe el general.
Parece
que se ha muerto el general,
que
ya, ni como un perro, se ha muerto el general,
que
el mundo destruido, ya sin el general,
va a
empezar nuevamente, sin ese general.
(Poemas
escénicos).
A PABLO NERUDA, CON CHILE EN EL
CORAZÓN
No
dormiréis, malditos de la espada,
cuervos
nocturnos de sangrientas uñas,
tristes
cobardes de las sombras tristes,
violadores
de muertos.
No
dormiréis.
Su
noble canto, su pasión abierta,
su
estatura más alta que las cumbres,
con
el cántico libre de su pueblo
os
ahogarán un día.
No
dormiréis.
Venid
a ver su casa asesinada,
la
miseria fecal de vuestro odio,
su
inmenso corazón pisoteado,
su
pura mano herida.
No
dormiréis.
No
dormiréis porque ninguno duerme.
No
dormiréis porque su luz os ciega.
No
dormiréis porque la muerte es sólo
vuestra
victoria.
No dormiréis jamás porque estáis muertos.
(Fustigada luz)
A CÁDIZ, BASE EXTRANJERA
Cádiz,
espero de ti
lo
que tú esperas de mí.
Muy
cerca estás de Gibraltar
y hoy
mucho más de Nueva York.
Dime,
¿en qué lengua vas a hablar,
con
qué tacón, taconear,
y en
qué cantar decir tu amor?
¿Quién
va a mirarse en tus esteros?
¿Quién
a manchar va tus salinas?
¿Quién
insulta a tus marineros
y tus
veleras cristalinas?
Haz
de tu gracia un mar tirano,
de tu
sonrisa, un viento fuerte,
y
sepa el norteamericano
que
Cádiz puede alzar la mano
para
la danza de la muerte.
Cádiz,
espero de ti
lo
que tú esperas de mí.
(Coplas de Juan
Panadero).
ROTA ORIENTAL, SPAIN
Rota, ¿dónde están tus huertos:
tu
tomate, tu sandía?...
Tú,
el más dulce de los puertos
que
la fina arena enlaza
al
cuello de la bahía,
dime,
¿dónde están tus huertos?
¡Ay
poeta, bien lo ves!
Aunque
no inglés de Inglaterra,
lo
poco que en esta tierra
me
dejaron ya habla inglés.
¿Cómo
a ti, la gaditana
más
airosa y juncal,
te
dicen: “Rota Oriental
Spain”…
norteamericana.
¡Ay
poeta, qué dolor!
Hasta
mi nombre querido
quien
se aclama el Salvador
de
España me lo ha vendido.
¿Qué
va a hacer de tu mar?
¿Qué
en tus campos va a hacerte?
Un
camino militar,
un
puerto para la muerte.
¡Ay
Rota de pescadores,
Rota
de blancos veleros!
Se
abren ya tus miradores
a un
cielo y mar extranjeros.
¿Pero
tú duermes? Alerta
te
miro por la bahía.
Sé tú
la estrella despierta
que
despierte a Andalucía.
Vayan
tus barcos frutales
y tus
hijos labradores
por
todos los litorales
y las
tierras interiores.
¡Españoles,
despertad!
¡Es
Rota, la marinera,
quien
levanta la primera
llama
de la Libertad!
(Coplas de Juan
Panadero).
ALGUNOS SE COMPLACEN…
Algunos
se complacen en decirme:
Estás
viejo, te duermes,
de
pronto, en cualquier parte.
Llevas
raras camisas,
cabellos
y chaquetas estentóreos.
Pero
yo les respondo
como
el viejo poeta Anacreonte
lo
hubiera hecho hoy:
-Sí,
sí, pero mis cientos de viajes por el aire,
mi
presencia feliz, tenaz, arrebatada
delante
de mi pueblo,
mi
voz viva con eco
capaz
de alzar el mar a cimas de oleaje,
y las
bellas muchachas y los valientes jóvenes
que
me bailan en corro
y el
siempre sostenido, ciego amor,
más
allá de la muerte...
(Versos
sueltos).
II
VILLANCICO PARA RAFAEL ALBERTI
(Víctor Manuel Arbeloa)
¡Qué
revuelo, Rafael,
cuando
un alegre Babel
de
ángeles en letanía
te
lleven en romería
desde
Egipto hasta Israel!
¡Qué
revuelo, Rafael!
¡O si
algún ángel novel
crecido
en tu Poesía
te
vuela en su cascabel
al
Puerto de Santa María
abierto
en rosa y clavel!
¡Qué
revuelo, Rafael!
¡Qué
revuelo, si Gabriel
te
quiere llevar al cielo
por
generoso y por fiel
para
que que sigas tu vuelo
con
Federico y Miguel!
¡Qué
revuelo, Rafael!
¡Los
ángeles por el suelo
por
culpa de Rafael!
¡Qué
revuelo, Rafael!
RAFAEL, DÉJAME...
(Diego
Revuelta)
Rafael,
déjame que te adorne el adiós con el eco del cante esculpido en el aire a golpe
de taconeo y de quejíos.
Déjame
que te despierte con la música celestial de la guitarra y las dulces Palabras
fosilizadas del poeta.
Déjame
prender la hoguera en la que bailaréis de la mano para alertar tu llegada.
Deja
que el murmullo del mar despierte a las verdes cepas de sus dulces sueños, que
los peces brillen como navajas albaceteñas con el resplandor de la luna.
Tú,
como dijo Miguel de Unamuno, “no sé cómo puede vivir quien no lleva a flor de
alma los recuerdos de su niñez”. Amaste la mar y te sentiste ligado a ella en
todas laS emociones. Tus recuerdos de niño tienen sabor a mar…
La
gente marinera tiene sugestiones que llegan a muy pocos…
Ese
amor marinero te hizo conocer la primera manifestación poética y anduviste
buscando tu Arboleda perdida y tus
peligrosos caminos de Roma.
Quizás
el viento que sopló esta tarde en el Puerto, a las puertas del Monasterio, no
tuvo otro fin que el de secar las lágrimas del alma, donde habitan los poetas.
Hoy,
mientras, tu poesía queda acunada en las olas, en el horizonte de rosas rojas
que con tu voz se desahogan.
Tu
alma, en cambio, queda anclada en el lucero de la Bahía entre sirenas que vuelven
a cantarte nanas para el recuerdo.
CUANDO LLEGUES…
(Araceli
Garrido)
Cuando
llegues a fundirte con las espumas
un
batir de alas incesantes
cubrirá
tu alma de plata
y tu
pelo de luna clara
danzará
entonces en melodías
de
olas desatadas.
Allá
la caracola de aquel entonces
aguarda y las sirenas
componen
serenatas
sobre
duendes marinos
de
sal y nácar.
Viajero
de mareas, burlador
de
sombras, perfilador de besos,
de
signos, de palabras…
retornas
a la cita.
La
brisa marina te presiente
y
para entonces
un
cortejo de algas esmeraldas,
mar
adentro,
prepara
tu llegada.
EN TU RETORNO
(Ascensión
Márquez)
En tu
retorno a la nada
una paloma
negra
pasó
rozando tu cuerpo
y te
arrebató la palabra.
Y
voló hacia el mar.
Mar y
vida.
Paz y
alas.
El
mar se preñó de palabras
y te
arrancó de la nada
a la
existencia sonora.
La
paloma volaba
enredando
sal en sus alas.
Y ya
no era negra.
Ya
era blanca.
ME GUSTABAN TUS CAMISAS
(Paqui
Vera)
Me
gustaban tus camisas y tus estentóreas chaquetas. Tan campante y sin carrera,
asistiendo a aburridas charlas y congresos sobre tu obra del exilio o la
influencia del mar en la poética... Hemistiquios, parágoges... Te dormiste un
día en una sesión solemne: tu pelo blanco, largo, a fuerza de tanto mapa
perdido, tantas banderas agitadas.
Al
final, aunque ya estés en el mar, tú que no ibas a morirte nunca, resulta que
no, que no has muerto. Porque vuelvo a oír la fiesta de tus palabras en voces
adolescentes; quien ya dejó la inocencia puede viajar por la geografía cercana
de tus versos. Creo que no te has muerto.
Si sólo
te hubieras perdido en los pinos de la playa: si fueras a volver a la noche,
con los calcetines sucios de arena...
Si
hubiera pancartas de nuevo, para pelear en otras batallas, si, Rafael, volvieras,
yo sí, yo también sería tu escudera.
Procedencia de poemas de Rafael Alberti
Antología poética. Buenos Aires, Losada,
1972 y 1977.
Coplas de Juan
Panadero (1949-1977. Madrid,
Mayoría, 1977.
La arboleda perdida
(parte
I). Barcelona, Bruguera, 1980.
Antología del grupo
poético de 1927.
Madrid, Cátedra, 1984.
Antología poética. Madrid, Espasa-Calpe,
1993.
Poemas escogidos. Madrid, Unidad
Editorial, 1998.
La arboleda perdida
(partes
III, IV). Madrid, Alianza, 1998.
Marie Claire Thum. 1930-1970.
Lannemezan. Ville d’Accueil. Lannemezan, 1999.
Canciones
“Galope” (R. Alberti/Jarcha).
“Nocturno” (R. Alberti/Paco Ibáñez).
“Balada del que nunca fue a Granada” (R. Alberti/Paco
Ibáñez).
“Poetas andaluces” (R. Alberti/Aguaviva).
“Se equivocó la paloma” (R. Alberti/Guastavino/Joan
Manuel Serrat).
“Rota Oriental, Spain” (R. Alberti/Soledad Bravo).
“Villancico para Rafael Alberti” (Víctor Manuel
Arbeloa/Luis Pastor).
Procedencia de las
imágenes de vídeo
“El mar. La mar” (Antonio Rossi).
Historia de una
maestra
(La noche temática, TVE).
Los niños de Río (Informe semanal,
TVE).
Niños esclavos (Documentos TV,
TVE).
Caudillo (Basilio Martín
Patino).
Lorca: muerte y
silencio (Documentales
Antena 3).
Franco, detrás del
mito
(BBC).
A sus órdenes, mi
senador
(La noche temática, TVE).
Movilizaciones
contra el polvorín del Retín (Televisión Barbate-Canal 42)
Procedencia de
diapositivas en blanco y negro
Marcelino Moreno. “Campesinos andaluces”. Nación Andaluza, 1984.
La Andalucía de
Laurent.
Unicaja/El País.
Cuadernos de
Trabajo de Historia de Andalucía. Sevilla, 1982.
Recitación
Juan José Blanca
José Mª Carrillo
Juan José Dávila
Noelia Cazorla
Araceli Garrido
Ascensión Márquez
Mariano Muñoz
Diego Revuelta
Paqui Vera
Marta Zambrano
Poemas a Rafael
Alberti
Araceli Garrido
Ascensión Márquez
Diego Revuelta
Paqui Vera
Viñeta a Rafael
Alberti:
Paco Malia
Decoración del
escenario
Luis Valverde
Diapositivas
Paqui Vera
Animación sobre
Rafael Alberti
Luis Miguel Rossi
Montaje de imágenes
Juan José Blanca
Jesús Montero
Coordinación
general
Juan José Blanca
Jesús Montero
Paqui Vera