domingo, 24 de diciembre de 2017

Un homenaje a Rafael Alberti de hace 18 años

En diciembre de 1999 en  IU de Barbate organizamos un homenaje a Rafael Alberti, fallecido dos meses antes. Lo recuerdo como un acto bonito, entrañable y emotivo. Rico también en  su puesta en escena, donde la poesía recitada se vio arropada por imágenes diversas (fotografías, vídeos, viñetas ...) y un precioso fondo de escenario realizado por Luis Valverde.

Conservo del acto el cartel con el que lo anunciamos. También, lo que había preparado para que fuera publicado como un número especial de Debate Ciudadano, el boletín de IU de Barbate. El contendido es lo que se reproduce en esta entrada. Dispongo de una cinta grabada en VHS del acto, pero, claro, sin una adaptación al formato digital por ahora me resulta imposible reproducirla. En cuanto a las fotos que se hicieron, no sé dónde se encuentran, aunque sí tengo una de la imagen del fondo de escenario. En ese mismo mes de diciembre le dedicamos al poeta unas páginas en Debate Ciudadano (n. 42, diciembre), en cuya contraportada aparecía unas viñetas de El Barbateño, la firma artística de Paco Malia.

Espero que esta entrada pueda gustar a quien en su momento participara o asistiera al acto. Dos de quienes pusieron su granito de arena -Luis, Rafael y Diego-, por desgracia, ya no están. Espero que esto sea una forma de tenerlos presentes. Pese al tiempo transcurrido -¡18 años ya!-, bueno es dejar constancia que lo que se hizo en un momento pueda seguir siendo recordado. 





HOMENAJE A RAFAEL ALBERTI


Presentación    

Al poco de morir Rafael Alberti, otro Rafael  -éste, un compañero de trabajo- me preguntó si en IU íbamos a hacer algo sobre el poeta. Si bien le contesté que no lo habíamos considerado, enseguida me pregunté a mí mismo que por qué no. De aquí al paso siguiente de intercambiar ideas con otras personas y acabar fundiendo proyectos (Paqui quería celebrar el 97 cumpleaños de Alberti con su alumnado del instituto) y nuevas ideas poco le faltó. Por fin, Paqui, Juanjo y yo parimos una tarde de otoño un borrador, donde los poemas seleccionados, junto con las canciones y las imágenes complementarias, no tardaron mucho tiempo en concretarse en versos copiados en el ordenador, imágenes montadas en cintas de vídeo, canciones grabadas o diapositivas hechas luz. Sólo inconvenientes externos nos impidieron hacer antes el acto de homenaje, pero al final lo conseguimos. Fue el 16 de diciembre, el día del cumpleaños del poeta (póstumo, bien es verdad).

Sería injusto no referirse a otra (tanta) gente que ha puesto su granito de arena en el trabajo. De IU o no de IU, personas que hicieron posible que pudiera llevarse a efecto. Araceli, Diego y Ascensión, como también Paqui, aportaron bellos poemas. Luismi puso sus manos en el ordenador para recrearse en las mil caras de Rafael Alberti mientras éste se llamaba tonto. Luis, este “peazo” de artista que tenemos, no dudó en crear una paloma enredada en el torso desnudo de una mujer para su montaje del escenario. Chema, Juanjo Dávila, Noelia y Marta, sin olvidar a Diego, a Juanjo y a Paqui, prestaron sus voces para hacer sonido de los versos del poeta. Hasta Mariano, al que todavía le unen lazos con Barbate, se atrevió a viajar desde la ribera del Guadalquivir y señalar, con su dedo acusatorio, al general fallecido. Mª José se prestó a manejar el proyector de diapositivas y de Paco hemos vuelto a tomar su entrañable “Barbateño”.

Creo que ha merecido la pena, porque lo merece la poesía y la poesía es cultura. Al fin y al cabo no hemos hecho más que, a nuestra manera, lo que tanto agradaba a Rafael Alberti: agitar las conciencias. Eso lo inició cuando de joven se enfrentó a la dura realidad de su tiempo y no dudó en perder esa falsa neutralidad de la poesía pura para tomar partido (otro poeta ya muerto añadiría “hasta mancharse”). Desde entonces no cesó en su empeño, acompañado mucho tiempo de su querida Mª Teresa. Bajó al escenario de la vida y se convirtió en poeta en la calle. Años más tarde llegó a llamarse -qué vulgaridad, por Dios, diría alguien- Juan Panadero. La guerra civil, el exilio y el regreso fueron desde 1936 escenario y alimento de su obra, a la que no le faltó reírse hasta de su propia sombra. Fue un iconoclasta de la poesía y abarcó todos los campos.  Nunca perdió su compostura de niño travieso, porque supo conservar de esas edades tempranas la dulce libertad que aporta la inocencia.

Lo que aquí se presenta reproduce el contenido del homenaje, que estuvo dividido en dos partes. La primera recoge los textos recitados del propio Alberti, con la única excepción de una carta de Lorca. La segunda son dedicatorias al poeta. Todas ellas se hicieron para el homenaje, excepto el villancico de Arbeloa (musicado por Luis Pastor), que se hizo al regreso de Alberti a la vuelta del exilio, allá por 1977.

(Jesús Montero, en Barbate, enero de 2000)




I

TARDES HORRIBLES…

Tardes horribles... ¡Oh, Dios mío! Aquel libro de preceptiva en el colegio madrileño era más misterioso e incomprensible que el de los jesuitas del Puerto. Me preguntaron por la didascálica; oí confusamente hablar de paragoge, hemistiquios, hipérbatones y metonimias. Y cuando ya al final, en un desesperado esfuerzo por aprobarme, el catedrático le explicó a mi angustioso mutismo que “la emoción de la colectividad daba lugar al epinicio” comprendí más que nunca lo hermoso y tranquilizador que era lanzarse por campos y jardines con una caja de colores, limpios los ojos y libre el pensamiento de aquel galimatías, tan necesario por lo visto para ser buen poeta.
(La arboleda perdida).

EL MAR. LA MAR

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
(Marinero en tierra).

¡QUE ALTOS LOS BALCONES…!

¡Qué altos
los balcones de mi casa!
Pero no se ve la mar.
¡Qué bajos!
Sube, sube, balcón mío,
trepa el aire, sin parar;
sé terraza de la mar,
sé torreón de navío.
-¿De quién será la bandera
de esa torre vigía?
-¡Marineros, es la mía!
(Marinero en tierra).

…Y YA ESTARAN LOS ESTEROS…

...Y ya estarán los esteros
rezumando azul de mar.
¡Dejadme ser, salineros,
granito del salinar !

¡Qué bien, a la madrugada,
correr en las vagonetas,
llenas de nieve salada,
hacia las blancas casetas!

Dejo de ser marinero,
madre, por ser salinero.
(Marinero en tierra).
       
RETORCEDME SOBRE EL MAR…

Retorcedme sobre el mar,
al sol, como si mi cuerpo
fuera el jirón de una vela.

Exprimid toda mi sangre.
Tended a secar mi vida
sobre las jarcias del muelle.

Seco, arrojadme a las aguas
con una piedra en el cuello
para que nunca más flote.

Le di mi sangre a los mares.
¡Barcos, navegad por ella!
Debajo estoy yo, tranquilo.
(Marinero en tierra).
            
SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA…

Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¿Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
(Marinero en tierra).

EL TONTO DE RAFAEL
(AUTORRETRATO BURLESCO)

Por las calles, ¿quién aquel?
¡El tonto de Rafael!
Tonto llovido del cielo,
del limbo, sin un ochavo.
Mal pollito colipavo,
sin plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pío!, pica, y al vuelo
todos le pican a él.
¿Quién aquel?
¡El tonto de Rafael!
Tan campante, sin carrera,
no imperial, sí tomatero,
grillo tomatero, pero
sin tomate en la grillera.
Canario de la fresquera
no de alcoba o mirabel.
¿Quién aquel?
¡El tonto de Rafael!
Tontaina, tonto del higo,
rodando por las esquinas,
bolas, bolindres, pamplinas,
y pimientos que no digo.
Mas nunca falta un amigo
que le mendigue un clavel.
¿Quién aquel?
¡El tonto de Rafael!
Patos con gafas, en fila,
lo raptarán tontamente
en la berlina inconsciente
de san Jinojito el lila.
¿Qué run-rún, qué retahíla
sube el cretino eco fiel?
¡Oh, oh, pero si es aquél
el tonto de Rafael!
(El alba del alhelí).

¡Qué espadazo de sombra…!

¡Qué espadazo de sombra me separó casi insensiblemente de la luz, de la forma marmórea de mis poemas inmediatos, del canto aún no lejano de las formas populares, de mis barcos, esteros y salinas... para arrojarme a aquel pozo de tinieblas, aquel agujero de oscuridad...? Yo no podía dormir, me dolían las raíces del pelo y de las uñas, derramándome en bilis amarilla, mordiendo de punzantes dolores la almohada... Yo había perdido un paraíso, tal vez el de mis años recientes, mi clara y primerísima juventud, alegre y sin problemas. Me encontraba de pronto sin azules detrás, (...) roto en mis centros más íntimos.
(La arboleda perdida).

LOS ÁNGELES COLEGIALES

Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.

Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba escribir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o  quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.
(Sobre los ángeles).

LOS ÁNGELES MUERTOS

Buscad, buscadlos
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.

Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban
ni de esas hojas tenaces que es estampan en los  zapatos.

En todo esto.
Mas en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos  que se enfrían en las paredes.

Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.
(Sobre los ángeles).

BUSTER KEATON BUSCA POR EL BOSQUE A SU NOVIA, QUE ES UNA VERDADERA VACA
Poema representable

1, 2, 3 y 4.
En estas cuatro huellas no caben mis zapatos.
Si en estas cuatro huellas no caben mis zapatos,
¿de quién son estas cuatro huellas?
¿De un tiburón,
de un elefante recién nacido o de un pato?
¿De una pulga o de una codorniz?
(Pi, pi, pi)
¡Georginaaaaaaaa!
¿Dónde estás?
¡Que no te oigo, Georgina!
¿Qué pensarán de mí los bigotes de tu papá?
(Paapááááá.)
¡Georginaaaaaaaa!
¿estás o no estás?
Abeto, ¿dónde está?
Alisio, ¿dónde está?
Pinsapo, ¿dónde está?
¿Georgina pasó por aquí?
(Pi, pi, pi, pi.)
Ha pasado a la una comiendo yerbas
Cucú,
el cuervo la iba engañando con una flor de reseda.
Cuacuá,
la lechuza con una rata muerta.
¡Señores, perdonadme, pero me urge llorar!
(Guá, guá, guá, guá.)
¡Georgina!
Ahora que te faltaba un solo cuerno
para doctorarte en la verdaderamente útil  carrera de ciclista
y adquirir una gorra de cartero.
(Cri, cri,cri, cri)
Hasta los grillos se apiadan de mí
y me acompaña en mi dolor la garrapata.
Compadécete del smoking que te busca y te llora  entre los aguaceros
y del sombrero hongo que tiernamente
te presiente de mata en mata..
¡Georginaaaaaaaaaaaaaaa!
(Maaaaaaa.)
¿Eres una dulce niña o una verdadera vaca?
Mi corazón siempre me dijo que eras una verdadera vaca.
Tu papá , que eras una dulce niña.
Mi corazón, que eras una verdadera vaca.
Una dulce niña.
Una verdadera vaca.
Una niña.
Una vaca.
¿Una niña o una vaca?
O ¿una niña y una vaca?
        Yo nunca supe nada.
                         Adiós, Georgina.
                                (¡Pum!).
(Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos).

En un mediodía rutilante de sol…

En un mediodía rutilante de sol. Sobre la página del mar, una fecha de primavera: 14 de abril. Alguien, desde Madrid, nos llamó por teléfono gritándonos ¡viva la República!. De nuevo, y como siempre, yo empezaba a ver claro, dos Españas: el mismo muro de incomprensión separándonos. María Teresa y yo íbamos comentando camino de Madrid: no hacía ni una hora que había sido izada la bandera nueva, cuando ya la vencida comenzaba a moverse agitando un temblor de guerra civil.(...). La causa del pueblo, ya clara y luminosa, la tenía ante mis ojos...
(La arboleda perdida).

DEFENSA DE MADRID

Madrid, corazón de España,
late con pulsos de fiebre.
Si ayer la sangre hervía,
hoy con más calor le hierve.

Ya nunca podrá dormirse,
porque, si Madrid se duerme,
querrá despertarse un día
y el alba no vendrá a verle.

No olvides, Madrid, la guerra;
jamás olvides que enfrente
los ojos del enemigo
te echan miradas de muerte.

Rondan por tu cielo halcones
que precipitarse quieren
sobre tus rojos tejados,
tus calles, tu brava gente.

Madrid: que nunca se diga,
nunca se publique o piense
que en el corazón de España
la sangre se volvió nieve.

Fuentes de valor y hombría
las guardas tú donde siempre.
Atroces ríos de asombro
han de correr de esas fuentes.

Que cada barrio a su hora,
si esa mal hora viniere
-hora que no vendrá-, sea
más que la plaza más fuerte.

Los hombres, como castillos;
igual que almenas, sus frentes;
grandes murallas, sus brazos,
puertas que nadie penetre.

Quien al corazón de España
quiera asomarse, que llegue.
¡Pronto! Madrid está cerca.
Madrid sabe defenderse
con uñas, con pies, con codos,
con empujones, con dientes,
panza arriba, arisco, recto,
duro, al pie del agua verde
del Tajo, en Navalperal,
en Sigüenza, en donde suenen
balas y balas que busquen
helar su sangre caliente.

Madrid, corazón de España,
que es de tierra, dentro tiene,
si se le escarba, un gran hoyo,
profundo, grande, imponente,
como un barranco que aguarda.
Sólo en él cabe la muerte.
(El poeta en la calle)

GALOPE

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte que va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
(Capital de la gloria).

NOCTURNO

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre,
se escucha que palpita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla el despabilado odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras.

Balas. Balas.

Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas,
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!

Balas. Balas.

Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.

Balas. Balas.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.
(Capital de la gloria).

Cuando llegué a París…

Cuando llegué a París mi estado espiritual era negro, desesperado. El final de nuestra guerra me había hundido en el mayor desánimo, apoderándose de nosotros, los recién exiliados españoles, el túnel de la más tremenda incertidumbre (...). Los españoles recordamos muy bien aquellos días (febrero de 1940, cuando abandonábamos Marsella, camino de las orillas del río de la Plata). Los campos de concentración de Francia y África seguían llenos de nuestros soldados, de nuestras mujeres y niños, tan sólo por el crimen de haber sido los primeros combatientes, los primeros héroes en la lucha contra el fascismo internacional, que no ya sólo acababa de apuñalar a la República Española, sino que se expandía, como una lava de muerte, por todas las ciudades y campiñas del continente europeo...
(La arboleda perdida).

DESTIERRO

Duras, las tierras ajenas.
Ellas agrandan los muertos,
ellas.
Triste, es más triste llegar
que lo que se deja.
Ellas agrandan el llanto,
ellas.
Cuando duele el corazón, callan ellas.
Crecen hostiles los trigos
para el que llega.
Se dice: -Mira qué árbol
como aquél…
Todos recelan.
¡El mar! ¿El mar! ¡Cuántas olas
que no regresan!
(Entre el clavel y la espada)

RETORNOS DEL AMOR EN LAS ARENAS

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Van voluntariamente lentas, entrelazándose,
nuestras sombras descalzas camino de los huertos
que enfrentan los azules del mar con sus verdores.
Tú todavía eres casi la aparecida,
la llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando el  joven sin rumbo de la ciudad prolonga,
pensativo, a sabiendas el regreso a su casa.
Tú todavía eres aquella que a mi lado
vas buscando el declive secreto de las dunas,
la ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral que pone
cortinas a los oídos marineros del viento.

Allí estás, allí estoy contra ti, comprobando
la alta temperatura de las olas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después, por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
(Retornos de lo vivo lejano).

POR ENCIMA DEL MAR DESDE LA ORILLA AMERICANA DEL ATLÁNTICO

¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracolas y algas!

Bien lo merecía, yo sé que tú lo sabes,
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.

Siénteme cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.

Yo sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.
(Ora marítima).

[Carta de Federico García Lorca a Rafael Alberti]

Querido primo:
Ayer tarde hubo una gran tormenta.
/Dime, por favor, si también la hubo ahí.
Trabajo, entregado a la poesía, que me hiere y me manda.
¡Adiós!
¡al molino del amor,
por el toronjil en flor!
¡Adiós!
Abrazos.
                Federico.
¿Cuándo vienes a Granada?

BALADA DEL QUE NUNCA FUE A GRANADA

¡Qué lejos por mares, campos y montañas!
Ya otros soles miran mi cabeza cana.
Nunca vi Granada.

Mi cabeza cana, los años perdidos,
quiero hallar los viejos borrados caminos.
Nunca fui a Granada.

Dadle un ramo verde de luz a mi mano,
una rienda corta y un galope largo.
Nunca vi Granada.

¿Qué gente enemiga puebla sus adarves?
¿Quién los claros ecos, libres de sus aires?
Nunca fui a Granada.

Venid los que nunca fuisteis a Granada.
Hay sangre caída, sangre que me llama.
Nunca vi Granada.

Hay sangre caída del mejor hermano,
sangre por los mirtos y agua de los patios.
Nunca entré en Granada.

Si altas son las torres, el valor es alto.
Venid por montañas, por mares y campos.
Entraré en Granada.
(Baladas y canciones del Paraná).

ANDALUCÍA, ¿SE HA QUEDADO SIN NADIE?

¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?

Cantan con voz de hombre, pero ¿dónde los hombres?
Con ojos de hombre miran, pero ¿dónde los hombres?
Con pecho de hombre sienten, pero ¿dónde los hombres?

Cantan y, cuando cantan, parece que están solos.
Miran y, cuando miran, parece que están solos.
Sienten y, cuando sienten, parece que están solos.

¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?
¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie?
¿Que en los mares y campos andaluces no hay nadie?

¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?
¿Quien mire al corazón sin muros del poeta?
¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta?

Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos.
Mirad alto. Veréis que miran otros ojos.
Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.

No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado.
Su canto asciende a más profundo
cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
(Baladas y canciones del Paraná).

SE EQUIVOCÓ LA PALOMA

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era su blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama).
(Entre el clavel y la espada).

ESE GENERAL

-Aquí está el general.
¿Qué quiere el general?
-Una espada, desea el general.
-Ya no existen espadas, general.
¿Qué quiere el general?
-Un caballo desea el general.
-Ya no existen caballos, general.
¿Qué quiere el general?
-Otra batalla quiere el general.
-Ya no existen batallas, general.
¿Qué quiere el general?
-Una amante desea el general.
-Ya no existen amantes, general.
¿Qué quiere el general?
-Un gran tonel de vino desea el general.
-Ya no hay tonel ni vino, general.
¿Qué quiere el general?
-Un buen trozo de carne desea el general.
-Ya no existen ganados, general.
¿Qué quiere el general?
-Comer yerbas desea el general.
-Ya no existen los pastos, general
¿Qué quiere el general?
-Beber agua desea el general.
-Ya no existe más agua, general.
¿Qué quiere el general?
-Dormir en una cama desea el general.
-Ya no hay cama ni sueño, general.
¿Qué quiere el general?
-Perderse por la tierra desea el general.
-Ya no existe la tierra, general.
¿Qué quiere el general?
-Morirse como un perro desea el general.
-Ya no existen los perros, general.
¿Qué quiere el general?
¿Qué quiere el general?
Parece que está mudo el general.
Parece que no existe el general.
Parece que se ha muerto el general,
que ya, ni como un perro, se ha muerto el general,
que el mundo destruido, ya sin el general,
va a empezar nuevamente, sin ese general.
(Poemas escénicos).

A PABLO NERUDA, CON CHILE EN EL CORAZÓN

No dormiréis, malditos de la espada,
cuervos nocturnos de sangrientas uñas,
tristes cobardes de las sombras tristes,
violadores de muertos.

No dormiréis.

Su noble canto, su pasión abierta,
su estatura más alta que las cumbres,
con el cántico libre de su pueblo
os ahogarán un día.

No dormiréis.

Venid a ver su casa asesinada,
la miseria fecal de vuestro odio,
su inmenso corazón pisoteado,
su pura mano herida.

No dormiréis.

No dormiréis porque ninguno duerme.
No dormiréis porque su luz os ciega.
No dormiréis porque la muerte es sólo
vuestra victoria.

No dormiréis jamás porque estáis muertos.
(Fustigada luz)

A CÁDIZ, BASE EXTRANJERA

Cádiz, espero de ti
lo que tú esperas de mí.

Muy cerca estás de Gibraltar
y hoy mucho más de Nueva York.
Dime, ¿en qué lengua vas a hablar,
con qué tacón, taconear,
y en qué cantar decir tu amor?

¿Quién va a mirarse en tus esteros?
¿Quién a manchar va tus salinas?
¿Quién insulta a tus marineros
y tus veleras cristalinas?

Haz de tu gracia un mar tirano,
de tu sonrisa, un viento fuerte,
y sepa el norteamericano
que Cádiz puede alzar la mano
para la danza de la muerte.

Cádiz, espero de ti
lo que tú esperas de mí.
(Coplas de Juan Panadero).

ROTA ORIENTAL, SPAIN

Rota, ¿dónde están tus huertos:
tu tomate, tu sandía?...
Tú, el más dulce de los puertos
que la fina arena enlaza
al cuello de la bahía,
dime, ¿dónde están tus huertos?

¡Ay poeta, bien lo ves!
Aunque no inglés de Inglaterra,
lo poco que en esta tierra
me dejaron ya habla inglés.

¿Cómo a ti, la gaditana
más airosa y juncal,
te dicen: “Rota Oriental
Spain”… norteamericana.

¡Ay poeta, qué dolor!
Hasta mi nombre querido
quien se aclama el Salvador
de España me lo ha vendido.

¿Qué va a hacer de tu mar?
¿Qué en tus campos va a hacerte?
Un camino militar,
un puerto para la muerte.

¡Ay Rota de pescadores,
Rota de blancos veleros!
Se abren ya tus miradores
a un cielo y mar extranjeros.

¿Pero tú duermes? Alerta
te miro por la bahía.
Sé tú la estrella despierta
que despierte a Andalucía.

Vayan tus barcos frutales
y tus hijos labradores
por todos los litorales
y las tierras interiores.

¡Españoles, despertad!
¡Es Rota, la marinera,
quien levanta la primera
llama de la Libertad!
(Coplas de Juan Panadero).

ALGUNOS SE COMPLACEN…

Algunos se complacen en decirme:
Estás viejo, te duermes,
de pronto, en cualquier parte.
Llevas raras camisas,
cabellos y chaquetas estentóreos.
Pero yo les respondo
como el viejo poeta Anacreonte
lo hubiera hecho hoy:
-Sí, sí, pero mis cientos de viajes por el aire,
mi presencia feliz, tenaz, arrebatada
delante de mi pueblo,
mi voz viva con eco
capaz de alzar el mar a cimas de oleaje,
y las bellas muchachas y los valientes jóvenes
que me bailan en corro
y el siempre sostenido, ciego amor,
más allá de la muerte...
(Versos sueltos).




II

VILLANCICO PARA RAFAEL ALBERTI
(Víctor Manuel Arbeloa)

¡Qué revuelo, Rafael,
cuando un alegre Babel
de ángeles en letanía
te lleven en romería
desde Egipto hasta Israel!
¡Qué revuelo, Rafael!
¡O si algún ángel novel
crecido en tu Poesía
te vuela en su cascabel
al Puerto de Santa María
abierto en rosa y clavel!
¡Qué revuelo, Rafael!
¡Qué revuelo, si Gabriel
te quiere llevar al cielo
por generoso y por fiel
para que que sigas tu vuelo
con Federico y Miguel!
¡Qué revuelo, Rafael!
¡Los ángeles por el suelo
por culpa de Rafael!
¡Qué revuelo, Rafael!

RAFAEL, DÉJAME...
(Diego Revuelta)

Rafael, déjame que te adorne el adiós con el eco del cante esculpido en el aire a golpe de taconeo y de quejíos.
Déjame que te despierte con la música celestial de la guitarra y las dulces Palabras fosilizadas del poeta.
Déjame prender la hoguera en la que bailaréis de la mano para alertar tu llegada.
Deja que el murmullo del mar despierte a las verdes cepas de sus dulces sueños, que los peces brillen como navajas albaceteñas con el resplandor de la luna.
Tú, como dijo Miguel de Unamuno, “no sé cómo puede vivir quien no lleva a flor de alma los recuerdos de su niñez”. Amaste la mar y te sentiste ligado a ella en todas laS emociones. Tus recuerdos de niño tienen sabor a mar…
La gente marinera tiene sugestiones que llegan a muy pocos…
Ese amor marinero te hizo conocer la primera manifestación poética y anduviste buscando tu Arboleda perdida y tus peligrosos caminos de Roma.
Quizás el viento que sopló esta tarde en el Puerto, a las puertas del Monasterio, no tuvo otro fin que el de secar las lágrimas del alma, donde habitan los poetas.
Hoy, mientras, tu poesía queda acunada en las olas, en el horizonte de rosas rojas que con tu voz se desahogan.
Tu alma, en cambio, queda anclada en el lucero de la Bahía entre sirenas que vuelven a cantarte nanas para el recuerdo.

CUANDO LLEGUES…
(Araceli Garrido)

Cuando llegues a fundirte con las espumas
un batir de alas incesantes
cubrirá tu alma de plata
y tu pelo de luna clara
danzará entonces en melodías
de olas desatadas.
Allá la caracola de aquel entonces
aguarda  y las sirenas
componen serenatas
sobre duendes marinos
de sal y nácar.
Viajero de mareas, burlador
de sombras, perfilador de besos,
de signos, de palabras…
retornas a la cita.
La brisa marina te presiente
y para entonces
un cortejo de algas esmeraldas,
mar adentro,
prepara tu llegada.

EN TU RETORNO
(Ascensión Márquez)

En tu retorno a la nada
una paloma negra
pasó rozando tu cuerpo
y te arrebató la palabra.
Y voló hacia el mar.
Mar y vida.
Paz y alas.
El mar se preñó de palabras
y te arrancó de la nada
a la existencia sonora.
La paloma volaba
enredando sal en sus alas.
Y ya no era negra.
Ya era blanca.

ME GUSTABAN TUS CAMISAS
(Paqui Vera)

Me gustaban tus camisas y tus estentóreas chaquetas. Tan campante y sin carrera, asistiendo a aburridas charlas y congresos sobre tu obra del exilio o la influencia del mar en la poética... Hemistiquios, parágoges... Te dormiste un día en una sesión solemne: tu pelo blanco, largo, a fuerza de tanto mapa perdido, tantas banderas agitadas.
Al final, aunque ya estés en el mar, tú que no ibas a morirte nunca, resulta que no, que no has muerto. Porque vuelvo a oír la fiesta de tus palabras en voces adolescentes; quien ya dejó la inocencia puede viajar por la geografía cercana de tus versos. Creo que no te has muerto.
Si sólo te hubieras perdido en los pinos de la playa: si fueras a volver a la noche, con los calcetines sucios de arena...
Si hubiera pancartas de nuevo, para pelear en otras batallas, si, Rafael, volvieras, yo sí, yo también sería tu escudera.




Procedencia de poemas de Rafael Alberti
Antología poética. Buenos Aires, Losada, 1972 y 1977.
Coplas de Juan Panadero (1949-1977. Madrid, Mayoría, 1977.
La arboleda perdida (parte I). Barcelona, Bruguera, 1980.
Antología del grupo poético de 1927. Madrid, Cátedra, 1984.
Antología poética. Madrid, Espasa-Calpe, 1993.
Poemas escogidos. Madrid, Unidad Editorial, 1998.
La arboleda perdida (partes III, IV). Madrid, Alianza, 1998.
Marie Claire Thum. 1930-1970. Lannemezan. Ville d’Accueil. Lannemezan, 1999.

Canciones
“Galope” (R. Alberti/Jarcha).
“Nocturno” (R. Alberti/Paco Ibáñez).
“Balada del que nunca fue a Granada” (R. Alberti/Paco Ibáñez).
“Poetas andaluces” (R. Alberti/Aguaviva).
“Se equivocó la paloma” (R. Alberti/Guastavino/Joan Manuel Serrat).
“Rota Oriental, Spain” (R. Alberti/Soledad Bravo).
“Villancico para Rafael Alberti” (Víctor Manuel Arbeloa/Luis Pastor).

Procedencia de las imágenes de vídeo
“El mar. La mar” (Antonio Rossi).
Historia de una maestra (La noche temática, TVE).
Los niños de Río (Informe semanal, TVE).
Niños esclavos (Documentos TV, TVE).
Caudillo (Basilio Martín Patino).
Lorca: muerte y silencio (Documentales Antena 3).
Franco, detrás del mito (BBC).
A sus órdenes, mi senador (La noche temática, TVE).
Movilizaciones contra el polvorín del Retín (Televisión Barbate-Canal 42)

Procedencia de diapositivas en blanco y negro
Marcelino Moreno. “Campesinos andaluces”. Nación Andaluza, 1984.
La Andalucía de Laurent. Unicaja/El País.
Cuadernos de Trabajo de Historia de Andalucía. Sevilla, 1982.

Recitación
Juan José Blanca
José Mª Carrillo
Juan José Dávila
Noelia Cazorla
Araceli Garrido
Ascensión Márquez
Mariano Muñoz
Diego Revuelta
Paqui Vera
Marta Zambrano

Poemas a Rafael Alberti
Araceli Garrido
Ascensión Márquez
Diego Revuelta
Paqui Vera

Viñeta a Rafael Alberti:
Paco Malia

Decoración del escenario
Luis Valverde

Diapositivas
Paqui Vera

Animación sobre Rafael Alberti
Luis Miguel Rossi

Montaje de imágenes
Juan José Blanca
Jesús Montero

Coordinación general
Juan José Blanca
Jesús Montero
Paqui Vera