domingo, 15 de diciembre de 2024

Homenaje a Rafael Alberti: 100 años de Marinero en tierra


Se acaba el año 2024 y el recuerdo del Marinero en tierra de Rafael Alberti, con motivo de su centenario, sigue latente. En septiembre pasado le dediqué una entrada, reproduciendo varios de sus poemas, y hoy he tenido el privilegio de haber asistido a un bonito y emotivo acto celebrado en El Puerto de Santa María, la ciudad natal del poeta. Organizado por IU y el PCE de Cádiz, se ha llevado a cabo en lo que fue el antiguo monasterio de la Victoria, contiguo a lo que fue una cárcel de infausto recuerdo, con la presencia de un público numeroso  y entusiasta. No ha faltado a la cita gente como el poeta Luis García Montero, el coordinador federal de IU Antonio Maíllo, el periodista Juan José Téllez, el coordinador provincial de IU Jorge Rodríguez y artistas como Lucía Sócam, Inma Márquez y tantos más, que se han dirigido al público con sus palabras, la lectura de poemas y/o interpretando canciones. Y todo, con la excelente presentación llevada a cabo por Anabel Moreno, coordinadora local de IU de Conil.


En el acto se ha hecho un repaso de la figura de Rafael Alberti, la evolución que fue conociendo a lo largo de su vida como poeta y su compromiso político desde muy temprana edad, mirando siempre a la gente del pueblo, sus luchas y sus sueños. Estuvo presente el recuerdo  de su compañera María Teresa León y el apoyo que le prestó, se contaron anécdotas personales o se mencionaron momentos transcendentales de su vida, como la macha al exilio en 1939 o el regreso a España en 1977.

Uno de los poemas que leyó Luis García Montero fue "Retornos del amor en las arenas", que Alberti dedicó a María Teresa y perteneciente del libro Retornos de lo vivo lejano:   

 

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Van voluntariamente lentas, entrelazándose
nuestras sombras descalzas camino de los huertos
que enfrentan los azules de mar con sus verdores.
Tú todavía eres casi la aparecida,
la llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando el joven sin rumbo de la ciudad prolonga,
pensativo, a sabiendas el regreso a su casa.
Tú todavía eres aquella que a mi lado
vas buscando el declive secreto de las dunas,
la ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral que pone
cortinas a los ojos marineros del viento.

Allí estás, allí estoy contra ti, comprobando
la alta temperatura de las odas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después , por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.

Juan José Téllez nos leyó un poema del granadino Javier Egea, "Espumas de la escollera", en el que hizo una adaptación del conocido poema albertiano con estos versos:


Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era
Rafael Alberti


Espumas de la escollera,
Puerto de Santa María,
si Garcilaso volviera
yo sé que preguntaría
por su joven escudero
que quiso ser marinero
y se quedó en tierra un día.
Si Garcilaso volviera
seguro que encontraría
sus armas tan bien veladas
que entre claveles y espadas
le entregaría su arnés
y el luminoso vigía
del pueblo de la poesía
yo sé que respondería:
¡qué buen camarada es!

El acto acabó con la interpretación por parte del dúo Ea! de "A galopar", la conocida canción musicada por Paco Ibáñez  y que tiene como texto el poema "Galope". Contó con el complemento del resto de intervinientes, que salieron al escenario, y del público asistente:

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!


viernes, 13 de diciembre de 2024

La infancia palestina y la supervivencia. Hacia el final de las pesadillas, un libro de relatos escrito por Fermín Aparicio Sáez


El miércoles pasado estuvo en Barbate Fermín Aparicio Sáez presentando su libro La infancia palestina y la supervivencia. Hacia el final de las pesadillas (Madrid, Diwan Mayrit, 2024). El acto, organizado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, tuvo lugar en la Tienda d'Straza, y contó con la participación de Inés Foncubierta y Antonio Roldán. 

Foncubierta se refirió a que el acto estaba incardinado con el Día Internacional de los Derechos Humanos (celebrado el día anterior), como uno más de los que desde hace años organiza la sección local de la APDHA, recordándonos la necesidad de mantener viva su defensa. Roldán, por su parte, resaltó a Rolf Reichert, profesor y escritor alemán de origen judío, que durante muchos  años llegó a tener una casa en Conil, donde acabó muriendo. Fue el autor del libro Historia de Palestina, publicado por primera vez a finales de la década de los sesenta, del que Roldán nos leyó un pasaje de su Prólogo:

Desde tiempo inmemorial existía en Jerusalén una costumbre emocionante: los niños judíos y musulmanes nacidos en el mismo barrio y en la misma semana eran tratados por sus familias como hermanos de leche: el niño judío era amamantado por la madre musulmana y el niño musulmán por la madre judía. Esta costumbre establecía relaciones íntimas y duraderas entre las dos familias y las dos poblaciones. La costumbre cayó en desuso.

Una convivencia que se fue perdiendo desde principios del siglo XX entre las tres comunidades religiosas, fuera musulmana, cristiana o judía, que se rompió con la llegada progresiva de colonos judíos procedentes de distintas partes del mundo.
 
Pero centrándonos en el libro que nos ocupa, estamos ante unos relatos en los que, como se indica en el título, los niñas y las niñas de Palestina de nuestros días son sus protagonistas. Niños y niñas de "la tercera generación de palestinos", como señala Yamil Mahmoud Abousada en el Prólogo. De entrada, lo que más llama la atención en lo que se cuenta son las distintas situaciones que viven, y sufren, en un contexto de guerra, destrucción y genocidio. Pero también se refleja una esperanza en sus vidas, dentro de un espíritu en el que la solidaridad y la resistencia como pueblo les lleva a no desistir. 

Cada uno de los relatos parte de un hecho real, recogido de alguna noticia de prensa o de libros, sobre el que el autor ha ido desarrollando una historia. En buena parte esos hechos están implícitos, pero en ocasiones se mencionan explícitamente. Es lo que ocurre en "Nayla y Omar", donde la niña Nayla, herida gravemente en un bombardeo del ejército israelí, nos dice esto en un pasaje:

Poco a poco me voy muriendo, no escucho nada, no siento nada, esto debe ser la muerte, pienso que me estoy muriendo.
Alguna vez escuché en algún sitio que cuando mueres es como entrar en un túnel completamente oscuro.

Y es al final del relato cuando averiguamos lo que le ocurrió realmente: 

Dos semanas después la niña Marah [la Nayla del relato], también de Gaza, después de ser rescatada de debajo de los escombros de la casa familiar, bombardeada y destruida esa madrugada, cuando fue conducida al hospital y estaba siendo reconocida por el cirujano, preguntó: '¿pero estamos en un sueño o ha pasado de verdad y es la realidad'.   

El recuerdo del pasado, con el fin de mantener la memoria de lo que fue su tierra hasta 1948, está muy presente. En "Milad Monther Wajih al-Raei", que tiene a un estudiante de Secundaria como protagonista, se cuenta de él lo siguiente:

Le gusta saber cómo era y cómo se vivía en Palestina antes de las resoluciones que provocaron la llegada masiva de colonos y la Nakba. Le gusta leer y estudiar cómo vivían juntos musulmanes, judíos y cristianos en pueblos y ciudades de Palestina (...). [Saber] cómo el cultivo más frecuente era el olivo, cómo el paisaje más común en los campos de Palestina eran miles de olivos plantados por todas partes, que eran el sustento de innumerables familias,  y con la llegada de los colonos fueron arrancados como una forma más de expulsar a los palestinos de sus tierras.

Colonos israelíes que no han parado de poblar los cientos de asentamientos construidos y repartidos en Cisjordania o en los alrededores de Gaza. Protegidos por el ejército y libres de hacer uso indiscriminado de sus armas, sus habitantes no dejan provocar situaciones de humillación, desprecio y provocación, a la vez de ostentación de un mensaje religioso supremacista que busca legitimar esa ocupación. En "Murad y Ziad", por ejemplo, mientras los niños palestinos juegan a fútbol, se pone eso de manifiesto:

'¿Qué hacéis ahí?, ¿es que no sabéis que esta tierra no es vuestra?', dijo uno de los colonos dirigiéndose al grupo de niños. 'Nosotros vivimos aquí cerca y aquí no hacemos mal a nadie?', respondió Murad mientras recogía el balón y se dirigía al colono que hablaba. 'Esta tierra de cosechas nos fue dada por Dios porque somos hijos de Jacob. Cuando venga el Mesías, todos vosotros seréis nuestros esclavos, si sois dignos y os portáis bien'. 'Pero...', empezó a hablar Murad.
En ese momento el colono sacó una barra de hierro e intentó darle en la cabeza.  

La violencia mortal, tan permanentemente presente, no procede sólo de los bombardeos, sino que se asoma en cualquier situación, acompañada de gestos de deshumanización. Es lo que aparece en "Khaled", cuyo protagonista pertenece a una familia que, junto con otras, se ha visto forzada a trasladarse lejos de su hogar:

Khaled no entendía por qué su abuela se había caído al suelo mientras alguien le grit[aba]: '¡Khaled!, ¡corre!, ¡ven aquí!'. Se hizo el silencio de nuevo, mientras que el niño, en medio de su carrera, perdió una de sus zapatillas del Barça en la plaza, al lado de Rani [su abuela].
Lo último que escuchó Rani antes de morir fueron dos cosas: unas carcajadas que provenían de uno de los tejados, donde pudo distinguir a alguien con uniforme del ejército israelí, y un grito que decía: '¡tocado y hundido!'.

Son niños y niñas a los que, pese a todo, no les falta soñar. Como, por supuesto, ser libres y vivir en paz. Y para el momento presente persisten en seguir adelante, en formarse lo más posible o en alcanzar aquellos estudios que les ayuden a mejorar las condiciones del presente y del futuro de su pueblo. Por eso, quienes puedan hacerlo, se orientan hacia la medicina, el magisterio, la ingeniería o la arquitectura, aprovechando incluso las becas solidarias que se ofrecen desde otros países. Es así como en el relato ya referido de "Murad y Ziad" el hermano mayor de Murad, Samir, no duda en darle por carta un consejo lleno de esperanza y dignidad:

Una cosa más, no  os calléis nunca ante las provocaciones y humillaciones que os puedan hacer, pero, además, como ya os he dicho alguna vez, estudiad, estudiad y formaos.

Unas palabras que dan sentido a la segunda parte del título del libro, para que  se ponga final a las pesadillas.

Y para acabar, un detalle importante: la recaudación por la venta del libro tiene como destino la UNWRA, la organización de Naciones Unidas que se dedica a ayudar a la población palestina refugiada, y que es víctima, además, del acoso y persecución por parte de Israel.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Zapal. La memoria de una fotografía: un nuevo premio en otro festival de cine


Días pasados hemos recibido la buena noticia de un nuevo premio para el documental Zapal. La memoria de una fotografía. Si a mediados de octubre fue reconocido en el Festival Internacional de Cine Documental de Córdoba (FIDC) con el Premio Gerardo Olivares, dedicado a la mejor dirección, en esta ocasión ha recibido el de mejor guion en el Festival Internacional de Cine por la Memoria Democrática (FESCIMED), celebrado en Madrid entre los pasados 3 y 7 de diciembre.  

Resulta evidente que la obra sigue ganando relevancia y reconocimiento tanto entre la gente que ha podido visualizarla como entre quienes se mueven en las altas esferas del mundo del cine. 

Por ello felicito a José Luis Tirado y Francisco Artacho, quienes, como directores y guionistas, están haciendo posible que no se pierda la memoria de un triste episodio de la historia de Barbate, y en especial de quienes vivieron y sufrieron en una barriada en la que la miseria puso de manifiesto la desigualdad social extrema. 

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Cuando hablan los huesos, un libro sobre las víctimas enterradas en el Cementerio de San José de Cádiz


Hace unos días recibí el libro Cuando hablan los huesos. Las víctimas del franquismo enterradas en el Cementerio de San José de Cádiz (1963-2023) (2024, Cádiz, Cementerio Mancomunado de la Bahía de Cádiz). Por motivos familiares no pude asistir a su presentación en Cádiz, pero gracias a Pedro Sibello, antiguo alumno y uno de sus autores, he podido hacerme con él y leerlo. 

Ha sido coordinado por el arqueólogo José Gener Basallote y el historiador José Luis Gutiérrez Molina, habiendo contado para su realización con un numeroso equipo multidisciplinar. Estamos ante un trabajo importante, pues la investigación ha puesto al descubierto una de las claves de la represión fascista que se llevó a cabo en Cádiz y, más concretamente, del principal lugar de enterramiento habido en la capital gaditana: el Cementerio de San José. 

Después de diversos trabajos previos, en 2015 se inició una campaña de intervención arqueológica, cuyo resultado, tras varias fases, ha sido la exhumación de los restos de más de un centenar de personas, entre las 512 enterradas que se conocen como víctimas mortales de la represión en dicho cementerio. Allí fueron depositadas en fosas o en sepulturas y/o nichos. En muchos casos están desaparecidas, bien desde el primer momento o bien como consecuencia de traslados posteriores, y entre los registros realizados en su día, en 77 casos se desconoce de quiénes se trata. 

Se han cuantificado diversos datos, como las edades que tenían o los traslados posteriores llevados a cabo entre 1941 y 1993 por familiares. Estos últimos han alcanzado el número de 136. A la vez, en el libro se señala que los desalojos forzosos por parte de la administración han sido escasos. 

Precisamente en esta última situación se encuentra el único barbateño del que conocemos que fue llevado al Cementerio de San José: Francisco Domínguez Benítez, que fue enterrado en una sepultura el 21 de octubre de 1936, después de haber sido fusilado en el entorno de la Plaza de Toros de Cádiz. Sobre esta persona publiqué en diciembre de 2022 el artículo "Profundizando en las circunstancias del asesinato de Francisco Domínguez Benítez desde la documentación del Cementerio de San José de Cádiz", que también fue reproducido en el portal  electrónico Todos (...) los Nombres. Para ello partí de los datos que me facilitó Pedro Sibello, y los completé principalmente con un breve trabajo de José Luis Gutiérrez Molina de 2015 dedicado a esa persona y la información  que yo mismo había obtenido en el Archivo Municipal de Vejer de la Frontera.

El libro se completa con el tratamiento  de distintos aspectos relativos al trabajo científico desde la arqueología, el papel de las asociaciones memorialistas o la preocupación creciente desde familiares de las víctimas. Se han incluido, así mismo, unas breves semblanzas biográficas de 434 de las víctimas enterradas en el Cementerio de San José. Y no falta tampoco la relación de sus nombres (alfabética y por año de enterramiento) y la de aquellas víctimas de Cádiz que no fueron enterradas en dicho cementerio.