La vida está muy presente en la poesía. Prácticamente omnipresente. Referirse a ella explícitamente se hace menos. Hacerlo no deja de expresar una forma de amarla, (a veces) odiarla, reconocerla, sentirla, soñarla, defenderla...
Son doce poemas los que ofrezco, que tienen en común hablar de la vida. Ay, esa vida que se sigue destruyendo y mancillando sin cesar. Por eso sigo haciendo presentes a poetas de Palestina, como Mahmud Darwish, con "Amamos la vida" o Fadwa Tuqán, "La llamada de la tierra". Por otro lado, tres de los poemas pueden escucharse también en forma de canción: "Como tú", de León Felipe, en la voz de Paco Ibáñez; y "Gracias a la vida", de Violeta Parra, y "La vida", Silvio Rodríguez, que las interpretan.
A disfrutarlos.
Dale vida a tus sueños…
Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
o
los confundas nunca con realidades vanas.
Y
aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de
conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca
rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale
vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no
los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no
les rompas las alas, que son de fantasía,
y
déjalos que vuelen contigo en compañía.
Dale
vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás
las estrellas y el viento, susurrando,
te
contará secretos que para ti ha guardado
y
sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del
alma que despierta para estar a tu lado.
Dale
vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás
que puedes vivir estos momentos
con los
ojos abiertos y los miedos dormidos,
con
los ojos cerrados y los sueños despiertos.
(Mario
Benedetti)
La vida comienza
Mi
abuela pintaba rosas
siendo
niña
la
primera vez que vi una rosa roja
fue
en uno de sus cuadros.
Así
conocí la flor
-sin
olor, sin terciopelo-
a
través de sus manos
de
las manos de mi abuela Teresa.
Aún
no he encontrado encontrar ninguna
que
encierre en sus pétalos
la
verdad suficiente.
Podría
decirse que esa primera rosa
fue
la auténtica
y las
que vienen de la tierra
un
homenaje a su ternura.
Ahora
utilizo la palabra
para
atrapar la nostalgia
cuando
aparece como debe
como
una espina que
mantiene
vivos los latidos
del
recuerdo,
y
encuentro en ella
la
fuerza que nos clava al suelo
para
florecer una y otra vez,
porque
la vida comienza…
La
vida comienza
involuntariamente
tantas
veces como latidos
como
suspiroscomo
sonrisas
contenemos.
Comienza
después del golpe
después
de la herida
después
de la pérdida
después
de un café
de un
abrazo
de
hundirse en el mar
de tu
película favorita
de
los labios rojos.
Comienza.
La
vida comienza,
te lo
juro,
cientos
de veces
por
primera vez.
(Sara
Búho)
Amamos la vida…
Amamos
la vida cuando hallamos un camino hacia ella,
bailamos
entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de violetas o una palmera.
Amamos
la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Robamos
un hilo al gusano de seda para construir nuestro cielo y concluir este éxodo.
Abrimos
la puerta del jardín para que el jazmín salga a las calles cual hermosa mañana.
Amamos
la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Allá
donde estemos, cultivamos plantas que crecen deprisa y recogemos mártires.
Soplamos
en la flauta el color de la lejanía, dibujamos un relincho en el polvo del
camino
y
escribimos nuestros nombres piedra tras piedra. ¡Oh, relámpago! Ilumina para
nosotros la noche, ilumínala un poco.
Amamos
la vida cuando encontramos un camino hacia ella.
(Mahmud
Darwish)
Una vida mejor
Y
daría igual que fuéramos eternos.
El
escaparate brilla como los fuegos fatuos.
Tras
el cristal las minúsculas manos desmenuzan la herrumbre,
una
maleta, un pañuelo, un zapato, el cinturón de falsa serpiente, plumas de
avestruz para el sombrero que ya nadie llevará,
así
brilla el tiempo tras el cristal, fruta escarchada de los días, brillo mineral
colgado de un árbol cortado, pez anudado a la cuerda de tender.
Y dará lo mismo que seamos eternos.
Mirar
los escaparates, corchea arriba, semifusa abajo,
acompasar
el paso para tropezar,
para
volver del mediodía, para llegar al anochecer.
Un
escaparate y luego otro, y al fondo, el cajero y su ábaco de lágrimas: pasar o
no pasar. O quedarnos aquí, moliendo la herrumbre con el molinillo de té.
Pero
los guantes de gamuza se posan sobre el piano. Do re mi, sordamente, fa, sol,
sol, felpa constante en la percusión. No, no hay pez martillo que valga. No hay
animal de sombra ni luz en esta cuenta de adverbios: aquí, allí, ahora,
entonces, cuándo.
Daría
lo mismo que fuéramos eternos, entonces, ahora, hoy o jamás.
Es
mucho más simple. No es cuestión de constelaciones, no es el brillo de la
madera trasmutado en ballena, no es la piedra roseta, ni el esperanto de la
lluvia, no el canto de sirena deletreado en los surcos de la pizarra. Es mucho
más simple.
Una
vida mejor.
Una
vida con memoria de elefante y sed de camello y ojo de lince, brújula de
cormorán, solidaridad de hormiga, precisión de abeja, una vida con fidelidad de
cisne y sonrisa de chimpancé y delicadeza de libélula y piel de leopardo,
conversación de bosque, majestad de cordillera y siempre el cuento de nunca
acabar.
Primera
lección nunca aprendida en las cuevas de sésamo: la vida está aquí, no allí, y
todos creen que seremos eternos.
En el
escaparate brilla la caja registradora, pequeña cola de alacrán, servilletero
que nos abraza a la mesa,
una
vida mejor,
aquí,
allí, al otro lado del cristal.
Y
nada importa que seamos eternos.
(Guadalupe
Grande)
Así
es mi vida,
piedra,
como
tú. Como tú,
piedra
pequeña;
como
tú,
piedra
ligera;
como
tú,
canto
que ruedas
por
las calzadas
y por
las veredas;
como
tú,
guijarro
humilde de las carreteras;
como
tú,
que
en días de tormenta
te
hundes
en el
cieno de la tierra
y
luego
centelleas
bajo
los cascos
y
bajo las ruedas;
como
tú, que no has servido
para
ser ni piedra
de
una lonja,
ni
piedra de una audiencia,
ni
piedra de un palacio,
ni
piedra de una iglesia …
como
tú, piedra aventurera …
como
tú,
que
tal vez estás hecha
sólo
para una honda …
piedra
pequeña
y
ligera…
(León
Felipe)
Oda a la vida
La
noche entera
con
un hacha
me ha
golpeado el dolor,
pero
el sueño
pasó
lavando como un agua oscura
piedras
ensangrentadas.
Hoy
de nuevo estoy vivo.
De
nuevo
te
levanto,
vida,
sobre
mis hombros.
Oh
vida, copa clara,
de
pronto
te
llenas
de
agua sucia,
de
vino muerto,
de
agonía, de pérdidas,
de
sobrecogedoras telarañas,
y muchos
creen
que
ese color de infierno
guardarás
para siempre.
No es
cierto.
Pasa
una noche lenta,
pasa
un solo minuto
y
todo cambia.
Se
llena
de
transparencia
la
copa de la vida.
El
trabajo espacioso
nos
espera.
De un
solo golpe nacen las palomas.
Se establece
la luz sobre la tierra.
Vida,
los pobres
poetas
te
creyeron amarga,
no
salieron contigo
de la
cama
con
el viento del mundo.
Recibieron
los golpes
sin
buscarte,
se
barrenaron
un
agujero negro
y
fueron sumergiéndose
en el
luto
de un
pozo solitario.
No es
verdad, vida,
eres
bella
como
la que yo amo
y entre los senos tienes
olor
a menta.
Vida,
eres
una
máquina plena,
felicidad,
sonido
de
tormenta, ternura
de
aceite delicado.
Vida,
eres como una viña:
eres como una viña:
atesoras
la luz y la repartes
transformada
en racimo.
El
que de ti reniega
que
espere
un
minuto, una noche,
un
año corto o largo,
que
salga
de su
soledad mentirosa,
que
indague y luche, junte
sus
manos a otras manos,
que
no adopte ni halague
a la
desdicha,
que
la rechace dándole
forma
de muro,
como
a la piedra los picapedreros,
que
corte la desdicha
y se
haga con ella
pantalones.
La
vida nos espera
a
todos
los
que amamos
el
salvaje
olor
a mar y menta
que
tiene entre los senos.
(Pablo
Neruda)
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me
dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto
distingo lo negro del blanco
y en
el alto cielo, su fondo estrellado,
y en
las multitudes, al hombre que yo amo.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado el sonido y el abecedario.
Con
él, las palabras que pienso y declaro,
madre,
amigo, hermano y luz alumbrando,
la
ruta del alma del que estoy amando.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado el oído, que en todo su ancho
graba
noche y día, grillos y canarios,
martillos,
turbinas, ladridos, chubascos
y la
voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado la marcha de mis pies cansados.
Con
ellos anduve ciudades y charcos,
playas
y desiertos, montañas y llanos
y la
casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha
dado la risa y me ha dado el llanto.
Así,
yo distingo dicha de quebranto,
los
dos materiales que forman mi canto
y el
canto de ustedes, que es mi propio canto.
Gracias
a la vida, que me ha dado tanto.
(Violeta
Parra)
Vida, mi vida…
Vida,
mi vida,
déjate
caer, déjate doler, mi vida,
déjate
enlazar de fuego, de silencio ingenuo,
de
piedras verdes en la casa de la noche,
déjate
caer y doler, mi vida.
(Alejandra
Pizarnik)
La vida de un pájaro en vuelo,
la vida de un amanecer,
la vida de un crío,
de un bosque y de un río,
la vida me ha hecho saber.
La vida del sordo y del ciego,
la vida que no sabe hablar
la del triste loco,
la que sabe a poco,
la vida me ha hecho soñar.
La vida voraz que se enreda,
la vida que sale a jugar,
la vida consciente que queda,
la vida que late en el mar.
La vida que brota de un muerto,
la vida que no se murió,
la de los desiertos,
la de un libro abierto,
la vida me ha hecho cuál yo.
La vida que alumbra en el trueno,
la vida final de un adiós,
la vida goteando de un seno,
la vida secreta de un Dios.
La vida que pende de todo,
la vida de cada emoción,
la vida en exceso,
la vida de un beso,
la vida me ha hecho canción.
(Silvio Rodríguez)
Mi vida huele a flor
He redondeado
esquinas
para
no encontrar monstruos a la vuelta
y me
han atacado por la espalda.
He
lamido mi cara cuando lloraba
para
recordar el sabor del mar
y
solo he sentido escozor en los ojos.
He
esperado de brazos cruzados
para
abrazarme
y me
he dado de bruces contra mi propio cuerpo.
He
mentido tanto
que
cuando he dicho la verdad
no
me
he
creído.
He
huido
con
los ojos abiertos
y el
pasado me ha alcanzado.
He
aceptado
con
los ojos cerrados
cofres
vacíos
y se
me han ensuciado las manos.
He
escrito mi vida
y no
me he reconocido.
He
querido tanto
que
me he olvidado.
He
olvidado tanto
que
me he dejado de querer.
Pero
he
muerto tantas veces
que
ahora sé resucitar
—la
vida es
quien
tiene la última palabra—.
He
llorado tanto
que
se me han hecho los ojos agua
cuando
he reído,
y me
he besado.
He
fallado tantas veces
que
ahora sé cómo discernir los aciertos de lo inevitable.
He
sido derrotada por mí misma
con
dolor y consciencia,
pero
la vuelta a casa ha sido tan dulce
que
me he dejado ganar
—prefiero
mi consuelo
que
el aplauso—.
He
perdido el rumbo
pero
he conocido la vida en el camino.
He
caído
pero
he visto estrellas en mi descenso
y el
desplome ha sido un sueño.
He
sangrado,
pero
todas
mis espinas
han
evolucionado a rosa.
Y
ahora
mi
vida
huele
a flor.
(Elvira
Sastre)
La llamada de la tierra
“¿Me han usurpado mi tierra?
¿Me han privado de mis derechos,
y me voy a quedar aquí, uncida al exilio, humillada y desnuda?
¿Me voy a quedar aquí a morir como una extraña en tierra extraña?
¿Me voy a quedar?
¿Y quién lo ha dicho?
Volveré a la tierra amada.
¡Por supuesto que volveré!
Y allí se cerrará el libro de mi vida.
Se apiadará de mí su tierra generosa
y dará cobijo a mis cenizas.
¡Regresaré, es necesario que vuelva!
¡Regresaré, comoquiera que sean mis desgracias!”.
Mas siguió desterrada, observando su tierra
y murmurando: “¡Es necesario que vuelva!”.
Mientras, agachaba la cabeza en la tienda,
cerrando el alma a su oscuridad,
cerrando el pecho a su desgracia.
Pero seguía estando ahí, fija, esa idea,
zumbando febril y silenciosa,
hirviendo y ardiendo en su cabeza,
quemando, como el fuego, sus sentidos:
“¡Regresaré, es necesario que vuelva!”.
(Fadwa Tuqán)
La palabra infinito
La
palabra infinito es infinita,
la
palabra misterio es misteriosa.
Ambas
son infinitas, misteriosas.
Sílaba
a sílaba intentas convocarlas
sin
que una luz anuncie su dominio,
una
sombra señale a qué distancia de ellas
está
la opacidad en que te mueves.
Van a
algún punto del resplandor y anidan,
cuando
las dejas libres en el aire,
esperando
que un ala inexplicable
te
lleve hasta su vuelo.
¿Es
más que su sabor el gusto de la vida?
(Ida
Vitale)
(Imagen: "El árbol de la vida", pintura de Fabiana Bermolen)