miércoles, 28 de junio de 2023

Toulouse, la Tolosa occitana, la Ciudad Rosa


Toulouse, situada a orillas del río Garona, fue en su tiempo la ciudad más importante del Languedoc, una de las zonas de la actual Francia donde se hablaba la lengua del oc, perteneciente a la familia de lenguas romances o derivadas del latín. Y precisamente en dicha lengua adquiere -como ocurre con el castellano, el catalán o el italiano- el nombre de Tolosa. Actualmente es la capital de la región de Occitania y ocupa el cuarto lugar de su país en cuanto al número de habitantes. 

Si durante el Imperio Romano apenas tuvo un papel relevante, no ocurrió lo mismo tras su desmoronamiento. Así, en el siglo V fue la capital del reino Visigodo; entre los siglos VI y VIII, ya bajo el control franco, se convirtió en la capital del reino de Aquitania, participando en el fin de la expansión árabe-musulmana más allá de la Península Ibérica; en el IX, ya formando parte del Imperio Carolingio, fue la cabeza del condado homónimo; con el fin de dicho imperio, el condado mantuvo hasta principios del siglo XIII una autonomía política, pese a las presiones que sufrió por parte de las monarquías francesa, desde el norte, y aragonesa, desde el sureste. 

Durante los siglos XI al XIII la ciudad conoció un hecho que le marcaría en el futuro, que fue la expansión del catarismo. Y es que a las presiones derivadas del expansionismo territorial tanto francés como aragonés se unió el interés de los papas de Roma para acabar con un movimiento herético que estaba minando su autoridad e influencia religiosas. Eso explica la Cruzada Albigense que se organizó a principios del XIII, que supuso, de un lado, la absorción del condado por la monarquía francesa y, por otro, la pérdida por la ciudad del protagonismo  político conocido desde siglos atrás


La arquitectura de la ciudad está marcada por el color de los ladrillos con que se ha construido buena parte de los edificios del centro histórico, de ahí que sea conocida como la Ciudad Rosa. Algunos, de los siglos XI y XII sobre todo, dejan constancia de la importancia que tuvo en su tiempo, como ocurre con la basílica de Saint Sernin. Otros reflejan el nuevo rumbo que tuvo que vivir la ciudad en la lucha contra el catarismo a partir del siglo XIII, como son los casos de los conventos de los Jacobinos (imagen superior de la izquierda) o los Agustinos (imagen central), la iglesia de Nuestra Señora de Taur (imagen de la derecha) o la propia la catedral de Saint Étienne


Saint Sernin, o San Saturnino, es una joya del románico. Se inscribe en la línea de las iglesias de peregrinación relacionadas con el camino de Santiago, pero no debemos olvidar tampoco que desde siglos antes había adquirido fama por ser uno de los centros de culto cristianos en torno a las reliquias de santos. 


El acceso al templo puede hacerse por dos puertas, destacando la que está orientada al sur, que es conocida como Miégeville. A diferencia de otros pórticos, ni su tímpano está presidido por un Pantocrátor ni se reproducen escenas del Apocalipsis según San Juan. En su lugar, el tímpano nos ofrece una representación de la Ascensión de Jesús, mientras que en el dintel que lo sustenta aparecen los doce apóstoles. 


Su estructura principal se construyó en poco más de cinco décadas, entre los siglos XI y XII. Tiene planta de cruz latina, y consta de cinco naves longitudinales, otras tres en el transepto y una girola en el ábside, todo ello con el fin de facilitar el tránsito de peregrinos. El esplendor de lo románico se percibe en  la majestuosa bóveda de cañón de su nave central, levantados sobre arcos fajones de medio punto. Sus algo más de 20 metros de alzado nos recuerdan a la catedral de Santiago de Compostela. Las naves laterales, tanto del eje longitudinal como del transepto, están formadas por bóvedas de arista.


Para descargar el peso de tal altura se utilizaron dos recursos constructivos. Por un lado, se dispusieron a ambos lados de la nave central y del transepto los correspondientes triforios, que de paso cumplían el papel de tribunas y ayudaban a ampliar la capacidad del templo. Y por otro, el que fueran cuatro las naves laterales del eje longitud permitía que dicha descarga se fuera escalonando.

 

Otro de los elementos llamativos de la iglesia se encuentra en su espectacular torre octogonal del campanario. Su arranque en el interior se hace desde los cuatro grandes pilares del crucero, que sostienen, a su vez, sendos arcos de medio punto. Entre ellos se sitúan las trompas, siendo así como se conforman los ocho lados de la torre que se pueden contemplar desde el exterior. Está dividida en cinco niveles abiertos mediante arquerías, a lo que hay que añadir la aguja con la que alcanza una altura de 65 metros.  


En el entorno del ala izquierda del transepto pueden verse varias pinturas murales con rasgos claramente románicos, entre las que se encuentra las dedicadas a la Resurrección de Jesús. En el subsuelo del ábside la cripta, formada por bóvedas de crucería, acoge la tumba de Saint Sernin/Saturnino y numerosas reliquias de personajes religiosos que se han ido depositando a lo largo de los siglos. Sobre dicha cripta se ha erigido, en honor del santo, un baldaquino barroco, pudiendo contemplarse la figura de un Pantocrátor, de estética bizantina y realizado en el siglo XVI, en lo alto del cuarto de bóveda del ábside.   


En cuanto a la catedral, dedica a Saint Etienne/Esteban, lo que más llama la atención es su carácter deslavazado. Iniciada su construcción casi a la par que Saint Sernin, nunca pudo competir en popularidad. Tiene una  mezcolanza de estilos, entre el románico inicial y el gótico posterior, con aderezos posteriores, cuyo resultado final no resulta gratificante

 

Mayor interés tienen otros templos antes reseñados, entre los que destaca el del convento de los Jacobinos. Perteneciente a los dominicos, forma parte del grupo de las órdenes de predicadores (pecheurs, en francés), que en su caso el Papado les encomendó la tarea esencial de la lucha doctrinal contra la herejía cátara. De estilo gótico, el interior, con sus bóvedas de crucería que se levantan sobre unas esbeltas columnas, nos recuerda en lo fundamental al de las lonjas de Palma de Mallorca y Valencia.


En las proximidades de Saint Sernin se encuentra la capilla de las Carmelitas, que comenzó a construirse en el siglo XVII y alberga un tesoro de pinturas murales, hasta el punto de hablarse de un especie de Capilla Sixtina del arte barroco. Son obra de Jean-Pierre Rivals, que inició sus trabajos a finales de dicho siglo, y Jean-Baptiste Dexpas, que las finalizó a mediados del siguiente.


Y ya para acabar, no está de más referirse al edificio conocido como Capitolio, que data del siglo XVIII y se encuentra ubicado en una plaza de grandes dimensiones que lleva el mismo nombre. Guarda relación con la época medieval y concretamente con el siglo XII. Nos referimos antes al condado de Toulouse y del papel que jugaron sus titulares, que actuaron en la práctica como soberanos, sabiendo encontrar el equilibrio en relación a Francia y Aragón. De esa manera mantuvieron su autonomía política, lo que no impidió que durante un tiempo tuvieran que pagar tributos a la corona de Aragón. Diferente fue su situación interna, hasta el punto que en el siglo XII los notables de la ciudad limitaron el poder de los condes mediante la institución del Capitole, formado por los capitouls. Desde el siglo, XIII, ya dentro de la monarquía francesa, se conservó dicha institución, pero en este caso a modo de gobierno de la ciudad o ayuntamiento.