viernes, 7 de abril de 2023

Aquel soplido mortal


A José y sus compañeros de infortunio

Llevamos días de levante.
Ese viento que tanto exaspera.
Han pasado los años –quince, camino de uno más-
desde aquel soplido mortal
que se llevó para siempre a ocho marineros.
Tres quedaron en las profundidades del mar
para pasto de sus habitantes
y, por ello, para horror infinito de sus familiares.

Yo conozco a uno de los supervivientes.
Supe que se libró de la  muerte desde el primer momento
y, como un azar del destino,
me topé con él, muy de mañana,
cuando -como si casi nada hubiera pasado-
se acercaba a visitar al médico.
Me fijé en su rostro,
que me pareció pálido,
y hasta sentí el contacto de sus manos,
que las tenía frías.
Y, pese a todo, mantenía el semblante sereno.

Hablamos.
Y me contó de su combate feroz a vida o muerte.
Y de su intento por salvar a un compañero,
de su impotencia -agarrado a sus manos-
cuando flaqueó por agotamiento.
Y de su afán por no rendirse
cuando se sumergió en el agua
hasta encontrar la luz del sol…

Han pasado los años –quince, camino de uno más-
y todavía me acuerdo de aquel soplido mortal,
del  horror sufrido por los que perecieron,
de la frialdad de la mano del superviviente
y de su semblante sereno.
Y me rindo ante la robustez
de quienes se juegan la vida
mirando de cara a la muerte.