miércoles, 31 de agosto de 2022

Falleció Mijail Gorbachov, un rescoldo de lo que fue el fin de la URSS


Tras las muertes sucesivas, entre 1982 y 1985, de Leonid Breynev, Yuri Andropov y Konstantin Chernenko, fue Mijail Gorbachov quien accedió a la secretaría general del PCUS. Fueron años difíciles y decisivos para la URSS, pues la política de rearme desarrollada por el presidente Ronald Reagan desde EEUU supuso para el gigante euroasiático un esfuerzo superior a sus posibilidades: si en EEUU los gastos militares representaban un 5% del PNB, para la URSS superaban el 10%, a lo que había que añadir que un potencial económico inferior entre un tercio y la mitad. Los costes derivados de la guerra de Afganistán habían agravado aún más la situación, a lo que se fueron uniendo los problemas existentes en algunos países aliados. Especialmente, en Polonia, con el movimiento de oposición en torno al sindicato Solidaridad; y en Hungría, donde se estaba llegando lejos en la liberalización económica y la tolerancia política.

En este contexto la llegada de  Gorbachov al poder resultó decisiva. Desde el primer momento mostró un talante y una imagen diferentes, pero fue, sobre todo, la puesta en práctica de una política reformista, más visible desde 1987, lo que acabó provocando el debacle de la URSS y con ello, a la vez, el fin de un modelo político-económico y de una época. 

Tres fueron los pilares en los que se basó el proyecto de Gorbachov: la perestroika (reestructuración), con la que buscó una economía más efectiva y flexible; la glasnost (transparencia), que supuso mayor transparencia informativa y tolerancia política; y una decidida apuesta por la distensión internacional. Eso conllevó el desplazamiento de los elementos más conservadores del PCUS, el apoyo de los más reformistas, entre los que figuraba Boris Yeltsin, e incluso el acercamiento de algunos sectores de la disidencia.

1989 fue un año de gran importancia: las elecciones auparon a Gorbachov a la presidencia de la URSS, se anunció la retirada de las tropas de Afganistán, se llevó a cabo una reducción unilateral de efectivos militares y se firmó con EEUU la supresión de armas nucleares de alcance medio. Todo ello le atrajo muchas simpatías: entre los sectores más reformistas del sistema; entre los países aliados, donde también surgieron movimientos reformistas o se fortalecieron los ya existentes; y entre los círculos de poder de los países occidentales.

Pero la situación interna, lejos de mejorar, se agravó. Lsituación económica se fue haciendo cada vez más insostenible. A ello se unió el surgimiento de problemas en las distintas repúblicas, especialmente en las bálticas (Estonia, Letonia, Lituania) y en el Cáucaso (Azerbaiyán, Georgia, Armenia), donde se dieron peticiones independentistas o conflictos interétnicos, que se agravaron con la situación económica.

Pero en 1989 hubo más cosas, como la sustitución en los países aliados de los viejos dirigentes por otros nuevos y el progresivo desmoronamiento de sus gobiernos.  La caída del muro de Berlín en noviembre fue un momento culminante y uno de los símbolos de los nuevos tiempos.

El mandato de Gorbachov al frente de la URSS finalizó en diciembre de 1991. Ese año había comenzado con el desmantelamiento del CAME, a lo que le siguió en julio la autodisolución del Pacto de Varsovia y un mes después el intento de golpe de estado desde los sectores más conservadores de la URSS. Tras su fracaso, Gorbachov pasó a un segundo plano, a la vez que lo ganó Yeltsin desde su puesto de presidente de Rusia. Finalmente, en diciembre, mediante el Tratado de Belaveyskiya (entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia), se constituyó una efímera Comunidad de Estados Independientes, a la vez que se finiquitó definitivamente la URSS. 

La figura de Gorbachov ha sido valorada de una forma ambivalente, dependiendo del ámbito político. En lo que fue la URSS, tanto en sus momentos finales como en la actualidad, predomina claramente lo negativo. En general se le considera como el principal responsable del inicio de una etapa muy dura en retrocesos sociales, que tuvieron a Yeltsin como principal exponente, y del fin de la URSS como superpotencia, con el consiguiente sentimiento de humillación colectiva. En los países occidentales, sin embargo, Gorbachov sigue siendo considerado un personaje histórico primordial en el devenir del mundo de nuestros días.    

Pero veamos algunas valoraciones, provenientes esta vez del campo de la historiografía, que nos pueden ayudar a entender lo que ha representado:

"Gorbachov accedió al poder con una visión 'neoburocrática' que con el paso del tiempo fue perdiendo terreno en beneficio de un proyecto más próximo a lo que aquí hemos entendido como 'criptocapitalismo'" (Carlos Taibo Taibo Arias, Los jerarcas soviéticos: de Lenin a Gorbachov, 1996).

"Más que cualquier otro individuo, fue responsable de [la] destrucción [de la URSS]. Pero también fue, cabría decir, casi el único responsable de acabar con medio siglo de pesadilla de guerra mundial nuclear y, en la Europa del Este, de la decisión de liberar a los países satélites de la URSS" (Eric Hobsbawm, Años interesantes. Una vida en el siglo XX, 2003).

"En 1985 Gorbachov fue promovido al puesto de Secretario General. Y en aquellos momentos él era un hombre de Occidente. En relación con esto Thatcher jugó un papel decisivo. Ella condujo a Gorbachov y fue ella quien dirigió esa operación de destrucción de la URSS. Ella, Thatcher, y no los americanos" (Alexander Zinoviev, en una entrevista realizada por Antonio Ortiz Fernández, 2007).

"Gorbachov suele ser considerado un temerario reformador liberal, pero en realidad fue un conservador. Su meta era preservar la URSS como potencia de gran envergadura, con la necesarias concesiones en lo tocante a la reducción de costos y transformar la nomenklatura en un cuerpo de tecnócratas capitalistas cómodamente instalados en las grandes corporaciones estatales abiertas al capital extranjero a través de empresas conjuntas" (Georgi Derluguian e Immanuel Wallerstein, "De Iván el Terrible a Vladimir Putin: Rusia en la perspectiva del sistema-mundo", 2014).

"Pasará a la historia como el arquitecto del desastre: la restauración pura y simple del capitalismo y el estallido de la Unión Soviética" (Samir Amin, La Revolución de Octubre cien años después, 2017).