Nicaragua ha vivido a finales del abril una situación difícil. Las protestas contra la decisión del gobierno de reformar el sistema de pensiones ha sido el detonante. El balance de víctimas mortales, cuantificadas en una treintena, ha sido elevado. Finalmente el gobierno ha decidido retirar el decreto. La controversia está servida, pues en el seno de los grupos de izquierda no hay coincidencia a la hora de analizar la situación.
Dentro de Nicaragua fue notoria la división que se produjo en los años noventa en el seno del Frente
Sandinista de Liberación Nacional. El Movimiento por el Rescate del Sandinismo, surgido del FSLN y uno de los grupos opositores al gobierno sandinista, ha participado en las movilizaciones. Conocidos representantes del mismo se han pronunciado sobre lo ocurrido, con una postura radicalmente diferente de quienes defienden al actual gobierno sandinista y disienten de la valoración sobre la reforma de la seguridad social.
A la espera por mi parte de escribir una entrada, he optado por reproducir extractos de artículos o entrevistas de cuatro analistas políticos: tres nicaragüenses y un venezolano. Ernesto Wog es un politólogo venezolano; Alejandro Bendaña fue miembro del FSLN y embajador de su país ante la ONU durante los años ochenta; Carlos Fonseca Terán es hijo de Carlos Fonseca Amador, uno de los fundadores del FSLN; Mónica Baltodano fue comandante del FSLN y actualmente militante del MRS.
Recomiendo leer a través de los enlaces los artículos y una de las entrevistas, dado que la segunda se reproduce mediante un vídeo.
Ernesto Wong
Hay una repetición del formato de Venezuela, del formato de
Mairán, de Ucrania, como variantes, porque los procesos revolucionarios,
populares, como es el caso de Nicaragua, que ha venido avanzando enormemente en
el tema de la seguridad social, pues aplican una variante de Ucrania (…). Aquí
se buscan más ciudades para que al mismo tiempo haya una repercusión en todos
los medios de las cadenas que tiene EEU en el mundo.
(Extraído de una entrevista en la cadena TeleSur, 24-04-2018,
reproducida en Cuba Información, http://www.cubainformacion.tv/index.php/america-latina/79118-nicaragua-sufre-el-mismo-modelo-de-desestabilizacion-que-venezuelaa-wong).
Alejandro Bendaña
En el fondo es la culminación lógica del modelo orteguista, que ha estado caracterizado por el autoritarismo y la concentración de poder y de control: en los poderes del Estado, las municipalidades, las universidades, en buena parte de los medios, incidiendo también en organizaciones sociales.
El FSLN dejó de existir. Si buscas una estructura –asamblea, consejo constitutivo– no la encontrarás, no existe en la forma en que las conocemos. Y ese modelo se mantiene. Se inauguró en 2007 y está cumpliendo otro período de diez años en el poder, proyectándose a otros cinco o seis más.
Muchos de los que están hoy en las calles en Nicaragua no conocieron los años ochenta. Nacieron después de 1990. Y casi el único gobierno que han conocido ha sido el de Daniel Ortega. Para contextualizar la situación actual es necesario señalar que la mayor parte de los nicaragüenses hoy en día son jóvenes.
En América Latina estamos viendo la culminación de un modelo que pudo sostenerse, en gran medida –como los ciclos de los gobiernos progresistas–, por los buenos precios de los commodities. Pero en el caso de Nicaragua –un país pequeño y dependiente– se sostuvo por los subsidios pasivos que llegaron de Venezuela y que, providencialmente, coincidieron con la llegada de Ortega al poder. Esto le permitió mantener el esquema neoliberal de la economía, complaciendo tanto al capital como a Estados Unidos, y también le permitió tener la suficiente capacidad financiera para acumular capital alrededor de nuevos empresarios sandinistas, para sustentar los programas sociales y para subsidiar al sector privado, que se benefició mediante exoneraciones y subsidios que, si se suman, equivalen prácticamente a lo que le ingresaba al régimen por la renta petrolera.
(Extraído de una entrevista en Brecha, 27-04-2018, reproducida en Sin Permiso, 29-04-2018; http://www.sinpermiso.info/textos/nicaragua-de-la-resignacion-a-la-esperanza-dossier).
Carlos Fonseca Terán
Ahora le tocó el turno a Nicaragua; un país con envidiable
estabilidad en una región inestable y después de sucesivas guerras; con índices
de crecimiento de alrededor del 5% en los últimos diez años; con altos índices
de seguridad ciudadana; y según datos del PNUD, uno de los países
latinoamericanos con mayor disminución de la pobreza y de la desigualdad social
durante ese mismo período de tiempo, o sea desde que volvió el sandinismo al
poder.
Durante poco menos de una semana, el país literalmente, ardió. El
detonante fue una reforma al seguro social –ya derogada–, que consistía en
aumentar levemente las cotizaciones a los trabajadores y en mayor medida a los
empresarios, y establecerla para los jubilados. Otra medida fue hacer que
quienes devengan salarios superiores a determinada cantidad, paguen sus
cotizaciones conforme al total de lo que ganan y no solamente hasta un
determinado monto, como ha sido hasta ahora. Esta última medida tuvo como
objetivo disminuir las posibilidades de los empresarios de desangrar la
seguridad social al reportar altos cargos fantasmas con enormes sueldos, para
luego cobrar al sistema de seguridad social los beneficios correspondientes.
Pero el objetivo general del conjunto de medidas tomadas era resolver la crisis
financiera del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), ocasionada
por la mayor cobertura de la seguridad social y la mayor cantidad de beneficios
que ésta otorga a los trabajadores. Esta fue la alternativa encontrada por el
gobierno para no aplicar la propuesta del FMI, de aumentar la edad de
jubilación y la cantidad de semanas requeridas para ésta, y eliminar las
pensiones a víctimas de guerra y la pensión reducida a quienes teniendo edad de
jubilación no hayan completado la cantidad de semanas, beneficio que
implementado por el sandinismo al poco tiempo de haber regresado al gobierno en
2007.
Como puede verse, las medidas tomadas eran menos perjudiciales
para los trabajadores que las planteadas por el FMI, las cuales habían sido
respaldadas por los empresarios privados, quienes se manifestaron en contra de
la reforma aprobada y que fue luego derogada; lo cual es normal, ya que los
principales afectados eran los empresarios y quienes devengan altos salarios.
Por tanto, no es de extrañar que ningún sindicato y ningún
trabajador hayan salido a protestar, a excepción de los empleados de las
grandes empresas privadas – a quienes por cierto, éstas no dejan sindicalizarse
–, obligados a marchar por sus patrones, los empresarios afiliados al Consejo
Superior de la Empresa Privada (COSEP). Pero el protagonismo lo tuvieron varios
grupos de estudiantes universitarios, sobre todo en algunas universidades
privadas que reciben subvención pública para facilitar el acceso a ellas de
jóvenes con escasos recursos.
Las protestas comenzaron con pequeños piquetes organizados por
jóvenes de clase media alta y clase alta, que de manera recurrente organizan
ese tipo de actividades en contra del gobierno sandinista. La variante esta vez
fue que los enfrentamientos entre ellos y los jóvenes sandinistas de los
barrios populares – llamados “turbas” por la derecha – generó un sentimiento de
solidaridad en una buena parte del estudiantado universitario, que escaló la
protesta colocando barricadas en la vía pública y enfrentándose a la policía
con armas de fuego caseras, cuando ésta intentó despejar la vía.
(Extraído del artículo “Nicaragua en la mira del imperio”, publicado en Rebelión, 1-05-2018, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240931&titular=nicaragua-en-la-mira-del-imperio-).
Mónica Baltodano
En Nicaragua el término “izquierda” está desprestigiado por un
Ortega que se autocalifica de izquierda, antiimperialista y revolucionario.
Lastimosamente ocurre lo mismo con el término sandinista. En estas jornadas
hemos visto jóvenes que han quemado la bandera rojinegra. No porque no
reconozcan a Sandino, o la lucha sandinista heroica de los años 60 y 70, sino por
un rechazo al actual FSLN.
Para quienes desde nuestra adolescencia estamos luchando bajo los
principios, valores y programa del sandinismo de Carlos Fonseca no deja de ser
doloroso. Pero tenemos que entender que estos jóvenes identifican esa bandera con
el gobierno que abominan. Sería absurdo pensar que por ello son de derecha. Ya
hay muchos que entienden que para el orteguismo, el sandinismo terminó siendo
solo una bandera electoral vaciada de contenido real de cambios. Hoy la bandera
sandinista es patrimonio de la Nación entera, ya que Sandino es uno de los
símbolos más importantes de la identidad nicaragüense. Mientras tanto, miles de
sandinistas, de distintas generaciones, algunos ya «viejucos« acompañamos desde
distintas trincheras estas luchas que vuelven a aportar esperanza. Se ha
cumplido el sueño del padre Fernando Cardenal que decía “Yo sueño aquel día en
que los jóvenes vuelvan a las calles a hacer Historia”.
(Extraído del artículo “Nicaragua: La rebelión del pueblo”, publicado en Sin Permiso, 4-05-2018, http://www.sinpermiso.info/textos/nicaragua-la-rebelion-del-pueblo).