Las últimas elecciones han sumido al PSOE en una mayor desesperación. La sangría de votos que se inició en las municipales y autonómicas de 2011 no se ha detenido. La mejoría en Andalucía y Extremadura resulta insuficiente. Está dejando de ser el referente de una parte de la izquierda que incluso le votaba con las narices tapadas. Ya no tiene las cohortes de periodistas que le adulaban y le hacían el juego para destruir cualquier conato de alternativa por su izquierda. La cúpula dirigente, sin embargo, se ha enrocado en un continuismo que está provocando la desesperación e incluso la exasperación de buena parte de la militancia. Felipe González ha vuelto a salir a la palestra para marcar territorio. Como un hombre clave del sistema mencionó en plena campaña lo de la gran coalición. Y aunque lo desmintió después con la boca chica, ante la reacción de la candidata y consciente del perjuicio electoral, ha vuelto a la carga una vez finalizada. La dirección del partido está buscando la fórmula para controlar a quien haya de liderarlo. Han tenido que ceder a su pretensión inicial de convocar un congreso que eligiera al nuevo secretario general, desechando así las tan prometidas primarias. Se han centrado en la figura de Susana Díaz para evitar salidas que puedan considerar extemporáneas. Sí, la actual presidenta de la Junta de Andalucía, que no tuvo empacho en retirar las competencias a la consejera de Vivienda cuando vio a dónde podía llevar su gestión tras lo ocurrido con la Corrala Utopía sevillana. En la militancia, sin embargo, mucha gente quiere cambios. Parece que quieren algo más que caras nuevas. Perciben mejor que su cúpula que la sociedad va por otro lado. Que se está acabando el sistema del 78 y que el felipismo, su mejor adalid, ya es tiempo pasado. Ayer se pudieron ver banderas del PSOE en las concentraciones republicanas, demandando un referéndum constituyente. Aquí, en la de Barbate, había miembros del partido y de las juventudes. Enric Sopena, director El Plural, felipista en los tiempos de esplendor y hasta prácticamente ayer, ha sacado un artículo que no tiene desperdicio: ¿Cómo defender a los reyes que surgen de la biología y no de las urnas?. En él hace un repaso a la actual crisis, desechando la monarquía por obsoleta, y al final escribe una frase lapidaria dirigida a Rubalcaba y su equipo: "da la impresión, una vez más, de que el PSOE es un partido dinástico y no obrero".