El rey Juan Carlos I ha abdicado. Teniendo en cuenta que a
principios de año dijo que no lo iba hacer, lo que corresponde ahora es saber
por qué ha cambiado de idea. Llama la atención que haya sido a los pocos días
de las elecciones europeas, en las que PSOE y PP, los dos
pilares parlamentarios principales sobre los que se sustenta la
monarquía y el sistema político levantado durante la Transición , no han
llegado al 50% de los votos depositados y sobre el total del electorado se han
quedado en torno al 20%. El PSOE, por su parte, está conociendo una crisis muy
grave. No olvidemos que quizás haya sido el partido más decisivo a la hora de
mantener la monarquía. De esas filas salió la fórmula del juancarlismo, que ha pretendido ser una forma de accidentalismo monárquico. El
felipismo tuvo en ello uno de sus fundamentos. Y Rubalcaba es el hombre que
mejor representaba esa continuidad. Otro de los pilares del sistema, la Cataluña autonómica de
CiU y el PSC, está derrumbándose, desde el momento en que el soberanismo se ha
hecho mayoritario entre los grupos políticos y la sociedad catalana. En el País
Vasco las cosas también han cambiado. El cambio estratégico en la izquierda abertzale y el fin de la lucha armada de
ETA ha alterado el escenario político. El mapa político vasco está transformándose
poco a poco y con ello la agenda política. Hace unos el Parlamento Vasco ha hecho
una proclamación por la soberanía.
Por otro lado, no debemos olvidar que la popularidad de la monarquía, según los datos del CIS, ha ido bajando progresivamente con el tiempo hasta situarse en la actualidad con los 3,7 puntos sobre
Juan Carlos I contó con la ayuda de
varios aparatos poderosos: EEUU, el ejército, las finanzas, los partidos del
sistema y los medios de comunicación. La imagen de timonel de la Transición y del
salvador en el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 ha sido
escrupulosamente cuidada, cuando no distorsionada, durante décadas, hasta el
punto que por ello se le han perdonado numerosos y variados asuntos turbios,
desde los líos de faldas hasta los financieros. No sabemos de su fortuna, pero sí de los tejemanejes y demás eventos que se ha traído con personas muy allegadas que, en algunos casos, han tenido que traspasar el otro lado de las rejas (los Prado y Colón de Carvajal, De la rosa, Conde, Díaz Ferrán...) y, cómo no, con sus amigos los emires del Golfo. Pese a ello, con el paso del
tiempo se ha ido relajando la protección de su imagen. El libro reciente de
Pilar Urbano sobre Adolfo Suárez es un buen ejemplo de cómo su figura se está
desacralizando incluso entre quienes participaron en la construcción de la campana
de cristal que la protegía.
Con la abdicación puede que se esté buscando un recambio en la
figura de su hijo Felipe como una forma de dotar a la institución monárquica de
una imagen más moderna y rejuvenecida. Una forma de poner freno a una sangría. Peor
el futuro nuevo rey -¿lo será?- tiene, de partida, dos obstáculos: no
dispone de la legitimidad de la que fue conferido su padre y cuenta con una
opinión pública que ve cada vez más la institución que encarna como un
anacronismo.
¿Supone todo esto el principio del fin del sistema político levantado durantela Transición y basado en la Constitución de 1978?
Mucha gente, por el momento, está en la calle mostrando su anhelo por la Tercera República. Está
por ver.
¿Supone todo esto el principio del fin del sistema político levantado durante