Este fin de semana Rebelión nos ofrece el vídeo "El euro en España: crónica de una muerte anunciada", que tiene a Alberto Montero Soler, profesor de Economía en la Universidad de Málaga, como protagonista. En él se reproduce su intervención en el Encuentro "Euro, mercato y democrazia", celebrado el pasado mes de octubre en Pescara (Italia), en la que a lo largo de tres cuartos de hora hace un análisis de la situación económica de los países que forman parte de la Unión Europea. Su contenido, no por dramático, resulta alejado de la realidad. En diversos artículos publicados en el diario Rebelión o en su blog personal "La otra economía", entre otros medios, viene desarrollando los argumentos de su propuesta principal: la necesidad de la salida del euro, lo que no significa dejar de ser europeísta; y la apuesta por una Europa de los pueblos, diferente de la actual, que está basada en el dominio de las élites económicas.
Me voy a referir a dos aspectos que considero necesario destacar. El primero, sobre el falso dilema que nos están planteando a la hora de salir de la crisis y basado en dos posibles salidas. Una partiría del supuesto que los países del centro permitirían un reequilibrio interno de la Unión Europea con respecto a los países de la periferia. De esta manera, si antes se había dado un intercambio entre exportaciones de los primeros a cambio de deuda externa, ahora se trataría de que los primeros recibieran importaciones de los segundos como contrapartida para el pago de su deuda externa. Montero Soler desmiente esta solución por la vía de los hechos: Alemania, la potencia hegemónica europea, ha reorientado sus exportaciones hacia países fuera de la UE, a la vez que está haciendo uso de mano de obra cualificada formada en los países periféricos.
La otra posible salida sería la de convertir al conjunto de países europeos en exportadores hacia otras partes del mundo. Esto conllevaría, de entrada, una situación deflacionaria y una mayor productividad, si bien a costa de salarios más bajos y una mayor precariedad laboral. Aunque esto último es la realidad actual de los países periféricos, considera que la opción de convertirnos todos en exportadores resultaría imposible, en la medida que la bajada real de los salarios limitaría aún más la demanda interna.
El segundo aspecto que quiero destacar está relacionado con las actitudes políticas ante el euro. Montero Soler deja claro que tanto la derecha como el centro izquierda defienden su mantenimiento, al ser expresión de los intereses de las élites económicas que dominan Europa e incluso ser también la base de su existencia material como tales grupos políticos. Su financiación depende de las redes clientelares que han trazado entre las empresas privadas y las administraciones públicas, base de la corrupción generalizada existente. Lo han demostrado reiteradamente en su acción de gobierno y consumado en complicidad con el pacto constitucional de priorizar el pago de la deuda externa.
La preocupación de Montero Soler está en la izquierda, donde hasta ahora no se ha querido tratar el tema. Alude para ello a la esperanza puesta en las elecciones, donde se tienen la ilusión de poder conseguir ciertos avances. Esta postura la califica de peligrosa, porque no afronta la realidad en toda su dimensión, y a la vez advierte del peligro de dejar este campo en manos de la extrema derecha, que desde su postura antieuropeísta defiende la salida del euro.
Sí ha notado, en cambio, una mayor receptividad en los grupos de extrema izquierda, que ya defienden en algunos casos la salida del euro. En todo caso, para Montero Soler lo deseable sería que fuera una salida en bloque de los países periféricos de Europa.