El gobierno navarro, en manos de UPN-PP, está en la cuerda floja. ¿O no? Veamos. La corrupción lo tiene carcomido. La consejera de Hacienda, Lourdes Goicoechea, y la propia presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, están inmersas en un asunto de irregularidades graves después de las denuncias de la anterior directora gerente de la hacienda tributaria foral, Idoia Nieves Nuin. Tras su dimisión, esta última denunció presiones de Goicoechea para favorecer a empresas a las que asesoraba el despacho fiscal de su propiedad hasta su nombramiento como consejera. A la vez acusó a la presidenta por pedir a Goicoechea que consiguiera información tributaria de miembros del Consejo de Caja Navarra. Si a ello se une la situación financiera de esa entidad y el escándalo del cobro de elevadas dietas por parte de consejeros de la Caja, donde también está involucrada la propia Barcina, el escándalo es más que mayúsculo.
La reacción de los grupos de oposición ha sido clara desde el primer momento, pidiendo la dimisión de Barcina y, en todo caso, planteándose la posibilidad de una moción de censura. El dictamen de la comisión de investigación del parlamento navarro, emitido la pasada semana, ha sido rotundo, pidiendo también la dimisión de Barcina y Goicoechea. Pero el problema deriva ahora del PSN y de la dirección federal del PSOE, que en ningún caso quieren llegar a un acuerdo con Bildu, lo que resulta necesario para que prospere la moción de censura. La dirección federal del PSOE además acaba de prohibir que se tome cualquier iniciativa para despojar a UPN del gobierno. Difícil tesitura tienen el PSN. Y menudo embrollo en el que se encuentra Navarra.