Esta misma mañana he podido leer en Público estas palabras pronunciadas por una empleada de comercio: "Como lo manda el jefe tenemos que abrir, si te hacen venir y no vienes, te echan"; y también de la misma persona: "Me costó bastante encontrar este empleo y la situación no está como para correr riesgos".
El miedo es una de las claves del funcionamiento del sistema capitalista. Actúa sobre la conciencia de la gente, condicionando sus acciones. Superarlo es un reto y ha sido una de las vías que ha alimentado la rebeldía social. Una huelga es el principal momento de confrontación no sólo entre quien controla la propiedad y quien trabaja para ella, sino entre el miedo y la dignidad.
Cuando se habla de piquetes y de violencia, dos palabras que tanto gusta unir a quienes controlan y están al servicio de la propiedad, habría que responder con otro argumento: la violencia, en el caso que nos ocupa, del miedo. Es la que coarta la autonomía real de las personas y con ella su dignidad.