Medio siglo ya. Han ido pasando los años desde y he ido leyendo numerosos libros y artículos, así como ver algunos reportajes televisivos, que se refieren a lo ocurrido. En los años noventa la cadena de televisión Antena 3, a través de su equipo de investigación dirigido por el periodista Carlos Estévez, sacó a relucir como novedad la teoría de la conspiración, poniendo a la CIA como impulsora del atentado contra Luis Carrero Blanco y dejando a ETA el papel de mano ejecutora. Se ha llegado a decir en algunas publicaciones que por medio habría estado el PNV, que actuó como vehículo de transmisión de la información necesaria para que el atentado se llevara a cabo.
Una teoría o, mejor y como mucho, una hipótesis que se basa en el carácter conspirativo de lo ocurrido y que ha ido cobrando fuerza. Hace poco más de una década la periodista Pilar Urbano volvió a sacar a colación en su libro El precio del trono la participación de EEUU y la CIA, y la colaboración de ETA. Y a finales de 2023, con motivo del 50 aniversario del atentado, Movistar+ emitió una miniserie, en forma de documental, titulada Matar al presidente y dirigida por Eulogio Romero. En el trabajo han participado, entre otros, Carlos Estévez o Pilar Urbano, y, claro está, se redunda en la vía de la conspiración.
Publicaciones y programas que no están aportando pruebas. Si acaso, circunstanciales: que si una débil seguridad con Carrero, que si la cercanía de la Embajada de EEUU, que si las insuficientes medidas de control tras el atentado... Conjeturas, eso sí, muchas. ¿Y qué motivos se aducen? Entre posibles, contradictorios y peregrinos, pero con un mayor peso dentro de la idea de que Carrero Blanco estaría entorpeciendo los planes de evolución del régimen hacia una mayor apertura. En algunos casos se ha llegado a escribir que todo ocurrió con la aquiescencia del propio dictador.
Entre lo leído me han llamado la atención dos autores y sus correspondientes libros, teniendo en cuenta su adscripción política en el campo de la izquierda. Se trata de Joan Garcés, con Soberanos e intervenidos, y Alfredo Grimaldos, con La CIA en España. El primero escribió en 1996: "Veinte años después aún es materia de especulación si hubo un comanditario desconocido del magnicidio, o quién con su pasividad pudo dejar hacerlo, posibilitarlo" (p. 165), para a continuación hacer referencia a distintas circunstancias extrañas. El segundo se ha extendido más en sus argumentos, pero, ante todo, se ha basado en el análisis del sumario judicial abierto y las dudas que planteó el magistrado Luis de la Torre Arrendondo, puesto al frente del mismo antes de ser apartado. Grimaldos presta especial atención a una entrevista que tuvo lugar en una cafetería de Madrid en 1972 entre los dos miembros de ETA desplazados a la capital para llevar a cabo una operación de envergadura (José Antonio Pérez Beotegui "Wilson" y José Miguel Beñarán Ordeñana "Argala") y un personaje desconocido, que le facilitaría la información sobre Carrero Blanco.
Nunca pude leer el libro que se auspició desde la propia ETA. Titulado Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, fue escrito por Julen Agirre, pseudónimo de Eva Forest, y lo de "Operación Ogro" alude al nombre con que ETA bautizó la acción. Apareció en 1974, buscando varios fines: exponer el objetivo estratégico de actuar contra el corazón del régimen; defender que actuó sola; y demostrar su capacidad operativa. Años después, en 2013, ha salido una edición revisada del libro en la que se han reflejado algunos datos que en su día fueron omitidos o alterados para dificultar las investigaciones policiales (Fernández Soldevilla y García Varela, p. 13).
Recientemente me he hecho con un ejemplar de un libro, obra de Iñaki Egaña, que lleva el título de Operación Ogro. Hechos y construcción del mito. Aunque tiene una extensión breve, el autor hace un repaso sintético de distintos aspectos sobre lo que ocurrió en su momento y lo que con posterioridad se ha ido escribiendo. Le pongo un pero: la no inclusión de la bibliografía que explícita o implícitamente se va mencionando. En el segundo capítulo, "Madrid, refugio y centro de operaciones", sostiene que el libro primigenio escrito por Eva Forest "se convirtió en la fuente de los conspiradores para afirmar que el atentado estuvo dirigido por manos ocultas" (pp. 29 y 30). Recuerda la entrevista en Madrid antes aludida con el personaje misterioso y la entrega a "Argala" de un sobre en el que se indicaba que Carrero Blanco asistía diariamente a misa a la misma hora y en el mismo lugar. La alusión a ese misterioso personaje la interpreta Egaña como una estratagema de ETA "para ocultar la verdadera fuente". Se ha especulado que, en realidad, fue la propia Eva Forest, que actuaba al frente de un grupo de apoyo a ETA. Y es los dos hombres de ETA llegados a Madrid ya habían tejido una pequeña red de colaboradores e informadores. Algo que fue reconocido años después en sus memorias por el entonces comisario José Saiz (p. 30).
En efecto, "Wilson" y "Argala" llegaron a Madrid en 1972 e iniciaron la construcción de una infraestructura para la organización, para lo que contaron con la colaboración del citado grupo de apoyo. Pronto la dirigencia les encargó que organizaran el secuestro de Carrero Blanco, por entonces vicepresidente del Gobierno y sabedores que se encontraban ante el principal baluarte del régimen de cara a la sucesión de Franco. La acción tenía como objetivo llevar a cabo un canje con un grupo numeroso de militantes recluidos en las cárceles. La operación, sin embargo, se vio alterada cuando en el verano del 73 Carrero Blanco asumió la jefatura del Gobierno, lo que conllevó el cambio del operativo hacia el atentado.
En otro de los capítulos del libro de Egaña, titulado "Conspiración", se dice en un apartado: "La implicación norteamericana también se cae por su propio peso. Hay toneladas de documentación desclasificada, decenas de biografías y hagiografías, y ni una sola línea que apoye la tesis conspirativa" (p. 101). Se hace alusión a que entre los servicios de seguridad de EEUU existía preocupación por que la situación española pudiera derivar hacia un proceso comunista, en el que se incluía a ETA (pp. 102-103). Una postura que defendió Andrés Cassinello, por entonces ya presente en los servicios de inteligencia españoles, y que en los años ochenta, ya como general, resultó ser un personaje clave en la lucha contra ETA, guerra sucia incluida (p. 104). No le falta mencionar a Egaña al general José Antonio Sáenz de Santamaría, que en 1973 ocupaba la jefatura del Estado Mayor de la Guardia Civil y que en sus memorias dejó escrito: "La Operación Ogro la hizo ETA sin ayudas. Nosotros no nos enteramos de nada, pero la CIA tampoco" (p. 105).
Estos días he estado releyendo algunos libros y, a la vez, indagando en la red electrónica. He accedido, por ejemplo, a los cables enviados desde la Embajada norteamericana esos días y destapados por Wikileaks. Y por leído, no hay nada. Es lo mismo que hace diez años apareció en el diario digital Público, en el artículo que Sergio León tituló “El atentado a Carrero Blanco pilló totalmente desprevenido a EEUU”.
Pero en mi empeño por saber más, he encontrado nuevas publicaciones. En una de ellas, de Fernández Soldevilla y García Varela, se dice esto sobre la responsabilidad de la CIA: “Se trata
de una hipótesis totalmente rechazada por el trabajo de historiadores profesionales
como Javier Tusell (1993), Charles J. Powell (2011), Antonio Rivera (2021) y
David Mota (2021). Por tanto, como podemos ver, hay una corriente de opinión,
compuesta principalmente por periodistas, que defiende la existencia de una 'mano
negra' detrás del asesinato del almirante y otra, la de la historiografía
profesional, que lo desmiente”.
Pues bien, partiendo de esta aseveración, empezaré por la publicación que más me ha sorprendido: ¡Fue la CIA, estúpidos!, de Amadeo Martínez Inglés. Breve en extensión, muy reiterativo en los argumentos y excesivamente ampuloso, si no grotesco, en los adjetivos y las expresiones que emplea, le presté la atención debida, teniendo en cuenta la trayectoria vital del autor. Un militar que en los años 80 tuvo la osadía de enfrentarse a la cúpula castrense y los gobiernos de Felipe González defendiendo una mayor profesionalización del Ejército y la soberanía nacional frente a la OTAN. Lo que le costó muy caro, pues lo pagó con no ser ascendido a general y una condena en prisión. El mismo militar que ha sido el azote del ayer rey y hoy emérito.
Sin extenderme en otras consideraciones, Martínez Inglés ofrece apenas dos noticias, que presenta como pruebas de que fue la CIA (pp. 128-129). La primera de ellas es la que en 1981 difundió la agencia soviética Tass, acusando a la central de inteligencia norteamericana de ser la organizadora y ejecutora del atentado. En palabras del militar retirado, "al haberse convertido el [Gobierno español] en enemigo de la nación norteamericana". Y ¿por qué? Por no haber permitido el uso de las bases militares durante la guerra del Yon Kipur de 1973. Charles Powell, sin embargo, en su libro El amigo americano (p. 167) nos ofrece una pista que lo desmonta: "Apoyándose en el
testimonio de un supuesto espía español, Luis González Mata, en 1981 la agencia
Tass acusó a la CIA de haber supervisado el atentado y a Washington de haber
querido eliminar a Carrero Blanco debido a que éste «se negaba a cumplir
ciegamente todas las órdenes que recibía del otro lado del Atlántico".
Lo segundo que nos ofrece Martínez Inglés es un documento desclasificado por EEUU en 2008, procedente de la Embajada de los Estados Unidos en Madrid y enviado al Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos en septiembre de 1973. He aquí su contenido. "El
mejor resultado que puede surgir para el futuro democrático de España sería que
el presidente del Gobierno Carrero Blanco desapareciera de escena y fuera
sustituido por un general más moderado como Díez Alegría o Castañón de Mena”.
Cuando adquirí el libro de Martínez Inglés creí que iba a aportar argumentos más sólidos. Pretende hacer gala de conocimientos técnicos, pero en su empeño no se sostienen por su inconsistencia. Y minusvalora a la propia ETA con frases como ésta: "una pequeña banda de
indocumentados terroristas hispánicos 'especializados' en pequeñas acciones
locales de carácter personal". En fin, que, al margen de las formas como está redactado el libro, me ha defraudado.
De estos últimos trabajos que he leído, me ha llamado la atención el artículo de David Mota Zurdo, aparecido dos días antes del aniversario del atentado. Estamos ante un escrito centrado en desmontar la teoría expuesta en la miniserie de Movistar, en particular, y en tantas otras publicaciones o programas, en general. Autor del libro En manos del Tío Sam, está entre los historiadores que han investigado sobre el atentado y sus intríngulis. Y en el artículo expone sintéticamente lo que sabe (recordemos: es autor del libro En manos del Tío Sam), desmontando las falsedades, conjeturas y mitos tan al uso: sí hubo investigación policial; el sumario nunca ha estado perdido o escondido; el explosivo utilizado lo ha había requisado ETA con anterioridad; las ayudas que recibió ETA en Madrid provinieron de militantes antifranquistas; los militantes que perpetraron el atentado permanecieron escondidos durante semanas en Madrid; claro que ha habido investigaciones históricas...
Y al respecto, Powell ya fue concluyente en una entrevista en 2011: “Esa teoría no tiene ningún sentido. Carrero era el defensor más entusiasta
de la relación con EEUU. Fueron los soviéticos quienes alimentaron esta leyenda
para poner en duda la relación de Franco con los norteamericanos, y esta teoría
la compraron algunos periodistas españoles sin aportar nunca ningún dato. En realidad,
la única relación que hubo entre la CIA y la muerte de Carrero Blanco fue que
este tuvo dos días más de vida gracias a Kissinger, porque su visita retrasó
los planes del atentado de ETA”.
Publicaciones consultadas
Iker Casanova (2007). ETA 1958-2008. Medio siglo de historia. Tafalla, Txalaparta.
Iñaki Egaña (2023). Operación Ogro. Hechos y construcción del mito. Tafalla, Txalaparta.
Antonio Elorza (coord.) (2000). La historia de ETA. Madrid, Temas de Hoy.
Juan Fernández (2011). "EEUU quiso meter a Franco en la OTAN", entrevista a Charles Powell, en elPeriódico, 29 de mayo (https://charlespowell.eu/wp-content/uploads/2011/04/29_5_2011_El_Periodico_de_Catalunya-1-1.pdf).
Gaizka Fernández Soldevilla y Pablo García Varela (2022). "El asesinato de Carrero Blanco. Historia, teorías conspirativas y ficción", en Araucaria: Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales, n. 50 (file:///C:/Users/pc/Downloads/Dialnet-ElAsesinatoDeCarreroBlancoHistoriaTeoriasConspirat-8571858.pdf).
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Alfredo Grimaldos (2006). con La CIA en España. Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington. Barcelona, Debate.
Sergio León (2013). “El atentado a Carrero Blanco pilló totalmente desprevenido a EEUU”, en diario Público, 9 de abril, actualizado el 17-12-2014 (https://www.publico.es/espana/atentado-carrero-blanco-pillo-totalmente.html).
Amadeo Martínez Inglés (2021). ¡Fue la CIA, estúpidos! Sevilla, Punto Rojos Libros.
Amadeo Martínez Inglés (2021). "¡Fue la CIA, estúpidos!", en portal electrónico Agrupación Republicana de Coslada ARCO, 22 de noviembre (https://www.cosladarepublicana.org/2021/11/22/fue-la-cia-estupidos/).
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