sábado, 20 de enero de 2024

La represión fascista en Vejer, investigada por Alejandro Santos Silva


Ayer viernes tuvo lugar el primero de los tres actos que componen las jornadas "Vejer no pierde la memoria", organizadas por el Ayuntamiento de Vejer y la Mancomunidad de La Janda. Con un salón de actos del Museo municipal repleto, el historiador onubense Alejandro Santos Silva disertó sobre "Aportaciones sobre la represión fascista en Vejer de la Frontera". Previamente fue presentado por el alcalde del municipio, Antonio González Mellado, quien, además de referirse al ponente como vejeriego de adopción, resaltó la memoria histórica como una de las apuestas del nuevo gobierno municipal.

El título coincide con el trabajo que se publicó a finales de 2021, fruto de una beca de investigación financiada por la Diputación de Cádiz. Un trabajo de 72 páginas en el que se desentrañan los diferentes aspectos de la represión habida en Vejer a partir de julio de 1936. Para ello ha hecho uso sobre todo de documentos que se encuentran en el Archivo Municipal de Vejer, a los que ha añadido otros de los fondos del Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Y entre ellos cobran relevancia los informes de carácter represivo sobre personas vinculadas a las organizaciones del Frente Popular, elaborados sobre todo desde la Falange y utilizados por las autoridades políticas locales, jurídico-militares y judiciales como base de las decisiones que fueron tomando desde los primeros momentos.

El trabajo consta de dos partes, en la segunda de las cuales se hace un análisis del poder municipal y la presencia de la Falange, un aspecto que, como advirtió al principio de la disertación, trató de pasada, para centrarse fundamentalmente en las distintas formas de represión que hubo.

En un primer momento Santos Silva puso de relieve un aspecto llamativo de lo ocurrido en la localidad, teniendo en cuenta fue de las pocas en la provincia donde se produjo una resistencia al golpe militar iniciado en Cádiz el 18 de julio. Fueron tres los días en los que las autoridades locales consiguieron que las fuerzas del orden no se pusieran del lado de los golpistas, a la vez que los grupos obreros, principalmente, organizaron una resistencia armada. 

Este hecho motivó que la represión se cebara con mayor dureza que, por ejemplo, en la  localidad vecina de Barbate, que hasta 1938 formó parte del municipio vejeriego. Como recoge el autor, siguiendo a Santiago Moreno Tello y Francisco Javier Hernández Navarro, en Vejer concretamente se han contabilizado, al menos, 56 personas asesinadas. Frente a ellas en Barbate hubo, también al menos, 10, en este caso tal como ha investigado quien esto escribe, sin contar los dos asesinatos habidos una semana antes del golpe a manos de un pistolero fascista. No está de más añadir otro detalle: entre las personas asesinadas de Vejer aparece el nombre de Francisco López Ramírez, quien, en realidad, como en 2022 conseguí documentar, era vecino de Barbate.

En cuanto a otras formas de represión, estuvieron los encarcelamientos, las destituciones de cargos y empleados municipales, las incautaciones de bienes o la separación del sorteo de hazas. A ello hay que añadir el paso por campos de concentración y batallones disciplinarios, que cobraron importancia tras el fin de la guerra.

A Santos Silva no le faltó referirse tampoco a dos aspectos que tuvieron poco alcance represivo. Uno, el relativo a la depuración del cuerpo de magisterio, que, salvo el caso de Manuel Abel Romero, el maestro de Zahara de los Atunes asesinado y desaparecido en los primeros momentos de la guerra, no tuvo repercusiones negativas. Un hecho que, tal como indicó, coincide con las quejas formuladas desde la corporación municipal vinculada al Frente Popular acerca del escaso compromiso de esos profesionales con los principios educativos republicanos.

El segundo aspecto tiene que ver con el infructuoso esfuerzo de las autoridades locales por encontrar a miembros de las logias masónicas, en la línea de la Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo que se aprobó en 1940. De los vecinos investigados, sólo dos vivían en esos años entre quienes habían pertenecido a las dos logias locales, habiendo fallecido el resto bastantes años atrás.

Y en lo referente al carácter político de las personas que sufrieron algún tipo de represión, Santos Silva destacó que en su mayoría pertenecían a los grupos obreros, bien fueran del PSOE/UGT o bien de la CNT. También en su mayoría ejercían diferentes trabajos manuales (jornaleros, albañiles...). Sobre ellas recayeron en general las formas represivas más duras. En el caso de quienes estaban vinculados a los grupos republicanos de izquierda, como IR y UR, pertenecientes en su mayoría a las grupos sociales intermedios (pequeños propietarios, rurales o urbanos, en mayor medida), la represión tuvo una mayor orientación económica.

La intervención de Santos Silva finalizó recordando la figura de José Domínguez Utrera, cuya vida y hasta destino final ilustra lo ocurrido con buena parte de quienes sufrieron las consecuencias del fascismo. Miembro de la CNT, logró huir al bando republicano, combatiendo como soldado en distintos frentes, lo que le ocasionó la pérdida de un ojo. Acabada la guerra, acabó residiendo en la ciudad de Toulouse hasta su muerte. A principios de los años 80 intentó en vano recibir una pensión como combatiente herido. En una de las cartas que envió al Ayuntamiento dejó constancia de los principios bajo los que actuó a lo largo de su vida:

“yo no tengo en el mundo más que tres enemigos, que son los siguientes: la ignorancia, el fanatismo y la intolerancia. Contra los cuales yo lucho y lucharé inexorablemente".