Después de varias semanas intensas de viajes y emociones, he podido dedicar el tiempo debido a la lectura de los poemas/haikus. Y lo he hecho con detenimiento y repetidamente. Son pocos, sí, pero están llenos de sensibilidad y sabiduría. He aquí una muestra:
Crece la hierba
con el mismo latido
que mueve el mundo
(De "La luz de mediodía").
Suena la vida
cuando el agua se acalla
y se remansa
(De "Lo que susurra el agua").
Guijarro humilde
que rodando y rodando
se va puliendo
(De "Los caminos del tiempo").
La luz, el agua,
el devenir del tiempo,
todo es sagrado
(De "La tarde y la montaña").
No puedo por menos que agradecer, una vez más, la generosidad de José, después de que me haya regalado y dedicado el libro.
Y para acabar, lo hago con otro poema/haiku -no sé si mi favorito-, que parece una invitación a no desistir, pese a las fuerzas que quieren forzarnos a que eso no ocurra:
Hay una hoja
enfureciendo al viento
que no la vence
(De "Los caminos del tiempo").