Hace unos días, en mi breve paso por Salamanca, visité el Memorial a las víctimas de la represión franquista que hay en el cementerio. Eso motivó que iniciara la escritura de una entrada dedicada a Avelino González Fraile, un pariente lejano de la familia y cuyo nombre se encuentra en el listado de víctimas mortales erigido sobre el muro del recinto. Así mismo, me llevó a retomar un artículo de investigación que en 2008 le dedicamos mi hermano Juan Miguel y yo, cuyo título es "Avelino González Fraile: la recuperación de un desaparecido durante la Guerra Civil". Por distintas razones no ha podido publicarse, pero ahora, a la espera que pueda concluir su revisión, voy a dedicar las siguientes líneas para reflejar un acercamiento a su figura.
Desde niño oí hablar a mi madre del tío Avelino, muerto al inicio de la guerra como consecuencia de “un paseo” a manos de una patrulla de falangistas. Era un hombre de campo próspero, pues disponía de propiedades para vivir más que holgadamente. Mi madre siempre se refirió al caso como una injusticia contra “un hombre bueno”. Era un pariente lejano de mi madre, casado con una tía lejana por parte de su padre. El matrimonio había adoptado, además, a su sobrina Eulalia, que era hija de una hermana de su mujer, la tía Manuela. La tía Eulalia y mi madre, por tanto, eran primas lejanas. Pero para entrelazar más las relaciones familiares, más importante que ese parentesco fue el hecho de que un hermano de mi madre, el tío Manolo, se casara con la tía Eulalia, por lo que las dos se convirtieron también en cuñadas.
En medio de distintos
avatares de la vida, las dos cuñadas llegaron a tener una profunda confianza
mutua, pese a la diferencia de edad que había entre ambas, ya que mi madre
podría tener unos 11 años menos. Tras la muerte del tío Manolo, en 1977,
vivieron varios años en los que mantuvieron una relación muy estrecha. La tía
Eulalia empezó a ir mucho por casa y siempre dio muestras de cariño hacia el
resto de los miembros de mi familia. En algunas ocasiones me encargaba que le
hiciera algunos chaperones, como arreglos de persianas y de electricidad, o
cualquier otra cosa que necesitara para la casa. Siempre generosa, me
gratificaba con algún dinero, que me venía muy bien para mis gastos. Ella sabía
de mi militancia política en el Partido del Trabajo de España, por lo que estoy
seguro que a través de mí, su sobrino pequeño, buscó una complicidad encubierta
por algunas similitudes existentes entre mi caso y el de dos de sus familiares
más queridos, pues éramos de izquierdas, rojos...
Fue en el verano de 2007
cuando me decidí a dar los primeros pasos en busca del paradero del tío
Avelino. Empecé a darle vueltas a la idea de encontrar una explicación a la
ausencia de su nombre en las distintas publicaciones leídas. En mi familia no
sabíamos sus apellidos, pero teníamos tan sólo dos referencias: el nombre de
pila y las localidades por donde podía haber transcurrido su vida. Se trataba
de tres municipios y una pedanía, colindantes entre sí: Cuatro Calzadas, donde
tenía la vivienda y la finca; Martinamor, de donde era la familia de la tía
Eulalia; Buenavista, el municipio a donde pertenece parte de Cuatro Calzadas; y
Morille, donde vivía parte de la familia de la tía Eulalia.
Siendo consciente de que
era necesario un trabajo de investigación directo y, además, dada la lejanía del
lugar donde resido, le planteé a mi hermano Juan Miguel la posibilidad de
iniciar entre los dos la búsqueda. Por mi parte, me dediqué a indagar nuevas
fuentes de información y a releer varias publicaciones. Pero fue mi hermano
quien, después de su búsqueda entre los familiares, inició, ya en el año 2008,
una estrategia basada en visitas de varios pueblos. Eso le permitió entrevistarse
con algunas personas que le fueron dando datos y pistas de gran valor, a lo que
fue uniendo el acceso a documentos oficiales y a alguna publicación de interés (1). Los primeros provenían del Registro Civil de Alba de Tormes, el Archivo Diocesano de Salamanca y el Registro Municipal de Pedrosillo de los Aires.
Gracias a esa labor de mi hermano fuimos sabiendo que había nacido en 1879 en Alba de Tormes; que su padre procedía del
municipio orensano de Entrimo y su madre había nacido en La Maya; que en Cuatro
Calzadas, dentro del término de Martinamor, era conocido como “el Renovero”, por
la maquinaria moderna que tenía para renovar las semillas; o que el jefe de la
patrulla de falangistas que acabó con su vida procedía de Alba de Tormes y era
conocido como Pepe “el Zampón” o Pepe
“el de Alba”. Y, más importante todavía, que fue fusilado el 7 de septiembre de
1936 en la finca Castillejo, en el término de Pedrosillo de los Aires, en cuyo cementerio fue enterrado, como se desprende del acta de defunción que se encuentra en el Registro Municipal de Pedrosillo de los Aires. Y es precisamente a través de esta última fuente desde donde el portal digital de la Asociación Salamanca Memoria y Justicia ha hecho públicas las circunstancias de la muerte de Avelino González Fraile, así como algunos datos personales (2).
La muerte de Avelino
González Fraile tiene ciertas diferencias sobre las ocurridas en Salamanca
durante esos años. Se sabe que la represión se centró principalmente sobre
dirigentes políticos y sindicales, y sobre aquellas personas que habían
sobresalido en los movimientos sociales, como la reforma agraria y huelgas, o
en el mundo de la cultura. Fue una represión que tenía como objetivo descabezar
cualquier atisbo de reorganización o resistencia, así como atemorizar a la
población, en previsión de que cualquier movimiento de oposición o resistencia
pudiera poner en peligro el poder de las nuevas autoridades. Este modelo se
aplicó en todas las provincias donde triunfó el golpe de estado militar de
julio de 1936 y, después, sucesivamente, en las localidades que fueron
conquistando las tropas sublevadas. Y aunque la represión en las provincias
“fieles” fue menor que en las que mostraron apoyo al gobierno republicano, no
se puede despreciar su dimensión. Los datos que se van ofreciendo sobre las
víctimas en Salamanca son variables, pero, como está ocurriendo en la mayor
parte de las provincias controladas por el ejército sublevado y vencedor, van
aumentando en su cuantía (3).
Su caso sigue siendo de hecho
el de un desaparecido, pues no existe la
posibilidad de identificar sus restos, dada la ausencia y/o ignorancia de
familiares directos. Sí sabemos, empero, que se trata de una persona que fue asesinada al principio de la guerra. Como también, que lo fue por
motivos políticos, por republicano y rojo. ¿También por motivos económicos? Es
lo que queda por dilucidar, pues su
viuda vio cómo fueron desapareciendo sus propiedades.
A la espera de que concluya la revisión del artículo referido al principio de esta entrada, espero que estas líneas hayan servido para avanzar algunos aspectos de la vida y las vicisitudes de la muerte de Avelino González Fraile que merecen ser recordados.
Notas
(1) Entre esas publicaciones se encuentra Martinamor, un pueblo en la Tierra de Alba de Tormes (Salamanca, Ayuntamiento de Martinamor, 1999), obra de Hilario Almeida Cuesta.
(2) http://salamancamemoriayjusticia.org/vic_ver.asp?id=22463
(3) El libro coordinado por Enrique Berzal (2007) dedicado a la comunidad castellano-leonesa ha resaltado que las 6.700 ejecuciones reconocidas por las autoridades franquistas han sido superadas por las investigaciones que se están llevando a cabo, hasta alcanzar ya, al menos, el número de 14.500, de las cuales unas 1.000 corresponderían a Salamanca. Y son datos incompletos, porque falta mucho por investigar, sobre todo en los pueblos.
(Imágenes: 1, retrato familiar de Avelino González Fraile, Eulalia Boyero
Vicente y Serafina Vicente Barrado, publicado en el libro de Hilario Almeida Cuesta; 2, fotografía realizada por Ángel Hernández, correspondiente al lugar de la finca Castillejo, en Pedrosillo de los Aires, donde pudo haber sido fusilado Avelino González Fraile junto a otras personas; y 3, Memorial de las Víctimas del franquismo sito en el cementerio de Salamanca).