sábado, 21 de marzo de 2020

12 poemas para celebrar el Día Mundial de la Poesía





























Leer poesía nunca está de más. Hacerlo a menudo es un ejercicio muy sano. Y hoy, Día Mundial -quizás porque coincide con el inicio de la primavera-, nada mejor que celebrarlo dedicando algún rato a quienes hacen de las palabras un tejido que cobra vida cuando son atrapadas para su disfrute. Dejo 12 poemas, repartidos a partes iguales entre mujeres y hombres, que he seleccionado un poco al azar, pero también pensando en los momentos que estamos pasando. Espero que leerlos resulte provechoso. 
       

Agua

Dejamos en el mundo la estrategia
De un pescador invisible
Y tropezamos con amarres del viento
Con sedales de nada.

Manuel Fernando Macías (1974-).


Arboleda entretenida

Me lo figuro
y te sueño
en lo bolillos.
No se ha roto mi fin
y te busco
en la nieve
jugando con los niños
al carro de los árboles.
Mañana son las cinco
y tu pañuelo
estreno.
Me hizo señas al aire.

Remigio González “Adares (1923-2001).


Árboles

Desde el interior, los árboles avanzan hacia el bosque,
el bosque que estuvo vacío todos aquellos días,
donde ningún pájaro podía posarse,
ningún insecto esconderse,
y ningún sol podía enterrar su pies en la sombra;
en el bosque vacío de esas noches,
los árboles abundarán por la mañana.

Las raíces se esfuerzan toda la noche
por desprenderse de las grietas
en el suelo de la terraza.
Las hojas se retuercen hacia los vidrios,
pequeños vástagos endurecidos por el esfuerzo
largas y torcidas ramas que se desprenden con dificultad
bajo el techo, como pacientes recién dados de alta,
medio-aturdidos, dirigiéndose
hacia las puertas de la clínica.
Aquí me acomodo. Las puertas se abren hacia la terraza,
escribo extensas cartas
donde apenas menciono el bosque
y su partida de la casa.
La noche está fresca, la luna entera brilla
en un cielo aún abierto.
El aroma de hojas y liquen
llega como una voz a las habitaciones.
Mi mente está plena de susurros
que permanecerán en silencio mañana.
Escucha. Los vidrios se quiebran,
se tambalean los árboles
Hacia la noche. El viento
se apresura a recibirlos.
Como un espejo la luna se ha quebrado
y en la copa del roble más alto
relampaguean ahora sus fragmentos.

Adrienne Rich (1929-2012).
Traducción de Myriam Díaz-Diocaretz.


Con las mismas manos de acariciarte estoy construyendo una escuela...

Con las mismas manos de acariciarte estoy construyendo una escuela.
Llegué casi al amanecer, con las que pensé que serían ropas de trabajo,
Pero los hombres y los muchachos que, en sus harapos esperaban
Todavía me dijeron señor.
Están en un caserón a medio derruir,
Con unos cuantos catres y palos: allí pasan las noches
Ahora, en vez de dormir bajo los puentes o en los portales.
Uno sabe leer, y lo mandaron a buscar cuando supieron que yo tenía biblioteca.
(Es alto, luminoso, y usa una barbita en el insolente rostro mulato.)
Pasé por el que será el comedor escolar, hoy sólo señalado por una zapata
Sobre la cual mi amigo traza con su dedo en el aire ventanales y puertas.
Atrás estaban las piedras, y un grupo de muchachos
Las trasladaban en veloces carretillas. Yo pedí una
Y me eché a aprender el trabajo elemental de los hombres elementales.
Luego tuve mi primera pala y tomé el agua silvestre de los trabajadores,
Y, fatigado, pensé en ti, en aquella vez
Que estuviste recogiendo una cosecha hasta que la vista se te nublaba
Como ahora a mí,
¡Qué lejos estábamos de las cosas verdaderas,
Amor, qué lejos -como uno de otro!
La conversación y el almuerzo
Fueron merecidos, y la amistad del pastor
Hasta hubo una pareja de enamorados
Que se ruborizaban cuando los señalábamos, riendo,
Fumando, después del café.
No hay momento
En que no piense en ti.
Hoy quizás más,
Y mientras ayude a construir esta escuela
Con las mismas manos de acariciarte.

Roberto Fernández Retamar (1930-2019).


las diez de la mañana de la vida

¿No sientes que hay días en los que parece que empieza todo?, ¿qué todo es posible a partir de ese día?

Isabel Bono (1964-).


La esperanza

Puesto que hay cielo hay siempre la esperanza de que
[un ave lo cruce
Me llevaría conmigo
El cuerpo en oración
De puerta en puerta
De tejado en tejado
De corazón en corazón
Qué importará el frío, la lluvia! Del sol tomo alimento
Como limosna dadme el cielo azulado! Nunca será bastante
Mi gratitud a la mujer al amor
Les debo la existencia
Rompamos las espadas
Enarbolemos plumas
Liberemos el sueño
Y que el poeta releve a los soldados
El amor es un único grito
Si es verdad
Sus ecos bastan para vivir para sobrevivir
He destruido la fachada tapiada del odio
Finalizo el asalto
El amor es más fuerte que todo.

Moodu Kara Faye (1985-2003).


No quiero

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.

No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...

Ángela Figuera Aymerich (1902-1984).


Resurrección en la tierra

Mirar al cielo. Luego,
a la tierra. Decir
hay un sueño que espera ser soñado.
Un sueño espera ser soñado.

La boca seca. No hay
saliva. Alzar los ojos,
donde los gavilanes
y los misiles. No, los ojos
a ras de suelo,
donde la hierba,
entre la herrumbre,
donde la hierba arde
verde y poderosa.

He perdido las armas.
He tirado el escudo.
De entre todas las verdades elijo
una sola: la caricia del sol
en el tronco de mi alma
calcinada.

Chantal Maillard (1951-).


Señores, yo sé bien de los venenos...

Señores, yo sé bien de los venenos de la literatura:
la tiranía impúdica y terrible de una Belleza impura
que nos mancha los labios de palabra, los ojos de figura
y el cerebro de sueños o pecados, en flagrante, diabólica impostura.
No la deseo a nadie, y nadie debe desearla nunca,
pero benditos los que se someten a su mirada oscura.

Carmen Jodra Davó (1990-2019).


Tengo…

Tengo
delante
de
un
mundo
nuevo.
Tengo
la
luz.
Sí,
la
luz
lo
es
todo.
Nada.
No
hay
problema.
Se  lo diré.
Estrellas y soles,
por un lado.
Montes y ríos,
por otro.
Luz y calor,
en otro sitio.
Naturaleza.
Ilusión en todo.
Amor.
Ése es el escenario.
Ahí está la vida.
¡Ése es el teatro del mundo!

Diego Sánchez Curto (1958-).


Tiempo de amor

Sólo cuando me amas
se me cae esta máscara pulida
y mi sonrisa es mía
y la luna la luna
y estos mismos árboles
de ahora
este cielo
esta luz
presencias que se abren
hasta el vértigo
y acaban de nacer
y son eternos
y tus ojos también
nacen con ellos
tu mirada
tus labios que al nombrarme
me descubren.
Sólo cuando te amo
sé que no acabo en mí
que es tránsito la vida
y que la muerte es tránsito
y el tiempo un carbúnculo encendido
sin ayeres gastados
sin futuro.

Claribel Alegría (1924).


Una mujer y un hombre llevados por la vida

Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.

Juan Gelman (1930-2014).