lunes, 24 de febrero de 2020

“Caballitos de los montes, no bajéis a la playa”, que dijo un condenado a muerte después de haber huido por la carretera de Almería


Hace uno días estuve dando un paseo entre La Cala del Moral y El Rincón de la Victoria, en Málaga. Seguí una pequeña parte del camino que recorrieron decenas de miles de personas, en su mayoría civiles y de todas las edades, durante el mes de febrero de 1937. El camino de la "desbandá"*. Huían de las tropas sublevadas que acababan de tomar la capital de la provincia y estuvieron soportando el acoso por mar y aire que recibieron por parte de esas tropas y sus aliados alemanes e italianos. 

Durante mi paseo pude ver un sencillo monolito de metal con una placa recordatoria. Por encima, sobre la roca, aún se conserva uno de los agujeros provocados por los cañonazos de un buque de guerra fascista.  

Uno de sus protagonistas, F. Montoya Fernández**, escribió unos versos que rememoran lo vivido. Lo hizo antes de ser ejecutado. Sus compañeros los conservaron en su memoria. 

Caballitos de los montes

no bajéis a la playa,
que es una traición sin nombre,
que es un crimen, una infamia.
Nerja, Motril, Salobreña
son una cruz que horroriza,
una tragedia que espanta,
la ira del impotente
que asesina y ametralla,
negra cortina de humo,
gigante de negras alas.
Caballitos de los montes
no bajéis a la playa.

* Pueden leerse también: "Málaga arada por la muerte y perseguida por los precipicios"; y "Rajoy, el nombre de tucalle tuvo que ver con la masacre de la carretera de Málaga a Almería"
**Encarnación Barranquero Texeira: Málaga entre la guerra y la postguerra. El franquismo (Málaga, Arguval, 1994)