No voy a extenderme sobre su figura, más allá de su traslado años después a Málaga, donde trabajó como periodista y colaboró con miembros de la generación del 27 (Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Pedro Garfias...); o de su exilio a partir de 1939, recalando finalmente en México, en cuya capital murió en 1976.

De 1944 data un pequeño libro -muy pequeño- que tituló El Genil y los olivos, donde rememora sus años de infancia y adolescencia. Fue publicado en la revista Litoral, en lo que fue su segunda etapa, dado que había nacido en Málaga años atrás, en 1929, bajo el impulso de Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.
Consta de una bella introducción y tres poemas. Los dejo para su lectura y deleite.
(Nacieron estas canciones, que agrupo con el titulo de "El Genil y los olivos", por una necesidad de aliviar el alma de tanto y tanto recuerdo como la embriaga, en esta lejanía amarga de España. Las publico, ahora, como homenaje de fidelidad a las horas de mi niñez y mi adolescencia. No tiene, no quiere tener, otra finalidad este libro. Pudiera decirse que la cerrada intimidad de donde ha brotado sólo busca volver a sí misma, gozarse en la recreación de su propio impulso, abriendo las puertas de su recinto para que, por un momento, salgan y vuelvan las mariposillas locas del sueño, los rayos del sol que estaban encerrados. La fidelidad suele llevar, escondida, una veta de gratitud. Si el poeta es siempre fiel a su pasado, el hombre no es menos agradecido a la luz que iluminó su edad más pura y virginal.
Es posible que, en algunos oídos, esta poesía deje un acento de brevedad, un límite menor, como el esquema de una melodía. Es posible, también, que, en otros, suene a estribillo de coro infantil, repetido en la tarde de provinciales silencios. Ni una ni otra cosa contrarían mi propósito. Ambas, con más o menos intención, estaban en él. Yo no sé si, además, habré logrado fundirlas, utilizando la menor cantidad de elementos estéticos, en un trasfondo popular, purísimamente popular, semejante al que ampara mi alma, dándole limpia sombra. Pero sí puedo asegurar que también ésta ha sido una de mis aspiraciones, al dar expresión conjunta a las expresiones sueltas de un mundo íntimo y pretérito. He intentado, como otros que me precedieron, abrir un camino a la canción, y seguirlo. Pero ignoro si mis pasos me han llevado a un lugar seguro, o si, por el contrario, no he hecho más que andar en balde. De cualquier manera, no es cualquier alegría poner en libertad un enjambre de minúsculos y febriles fantasmas, y verlos después danzar en las franjas recatadas de la luz, con el ardor de su propia vida).
El GenilLa mano de Genil puso en tu manoPedro EspinosaEn dónde estará mi vida,en el río que pasóbajo mis ojos, un día,o en el que se hizo cancióntras de estar mar infinita?¿El río es vida o es muerte?¿Mi sangre es río o es mar?¿Dónde acabará su cursoy Cuándo, yo, de soñar?1Desde Granada hasta Palmaqué caminar por los cielos,Genil,qué cielos los de tu aguastan ligeros.En Loja eres la mañana,el mediodía en La Puente,la tarde en Écija llama.Donde quieres sabes ir,donde quieresy te muerespor ir al Guadalquivir.2¡Y qué verdes tus orillas!¡Qué tierna tu tierna vozpor entre juncos transida!Si por la vega florida,un rumor;un alboroto de linfasentre zarza y ruiseñor.¡Qué suspirillos de amoral pie de la serranía!